Mañana sábado se conocerán los
resultados de los ganadores de la Competencia Internacional del 16 Bafici donde
este año, además de interesantes propuestas de ficción, se destacaron
documentales como 20 000 días en la
Tierra (ya reseñado en este blog), Fifi Howls from Happiness de Mitra Farahami e
Iranian de Mehran Tamadom.
La propuesta de este último por
simple no deja de ser profunda: En una casa cercana a la ciudad de Teherán, un
grupo de personas, entre los que se encuentra el realizador y otros iraníes,
reflexionan sobre si es posible convivir pacíficamente, en un marco de
tolerancia, respetando las ideas de la Revolución Islámica y al mismo tiempo
los preceptos occidentales. El realizador propone reflexionar sobre ciertos
temas cotidianos como el uso, o no, del velo, la música, la exitación sexual,
para a partir de allí contrastar dos formas de entender y posicionarse en el
mundo.
Hay, al menos, tres puntos
interesantes en encarar el tema así: por un lado, el hecho de ir a buscar las
voces, el pensamiento de personas que también son iraníes pero que viven y
sienten al mundo de manera muy distinta a como él lo siente (que vive en
Francia). Por otro lado, el gesto de darles la palabra, aún cuando no esté de
acuerdo con lo que dicen. Por el último, el hecho de poner a todos en un plano
de igualdad (al menos gran parte de la película) frente a la cámara y la puesta
en escena pues cuando están sentados en el piso, todos están sentados en el
piso.
Los diálogos que se suscitan son
increíbles por momentos, al igual que las referencias cruzadas – sorprende por
ejemplo que los seguidores de la Revolución no gusten de Forugh Farrojzad una
poetiza iraní que filmó una de las películas más maravillosas de la historia
del cine: The house is black- y en este sentido bien podría verse como una
película de conceptos Sin embargo, el epílogo trastoca este auténtico intercambio
de ideas cuando nos enteramos que sobre el realizador (Mehran) rige una suerte
de advertencia de que si vuelve ir a Irán no lo dejarán volver a salir. Eso, de
alguna manera, condiciona lo visto anteriormente y opaca no la denuncia sino la
propuesta del film.
Fifi Howls from Happiness de Mitra Farahami es un documental simplemente
magnífico. Con delicadeza, astucia, y otro tanto de misterio, Mitra documenta
la obra y el pensamiento crepuscular del artista plástico Bahman Mohassess. La referencia solapada a Lightning Over Water de Win Wenders es
inevitable: al igual que en esta última Mitra busca homenajear en el ocaso a quien probablemente
sea una referencia en su carrera como pintora. El documental comienza cuando
Mitra descubre que Bahman, al que muchos consideraban muerto, habita en un
hotel en Roma. A partir de allí comenzará un diálogo, y una intimidad, que irá
creciendo y haciéndose más intensa con el correr de los días y la realización
del film (un auténtico film in act).
Al recurso de la declaración a cámara, propio
del documental testimonial, Mitra le agrega mostraciones de las pinturas y
esculturas del artista. A medida que van pasando, y repasando la obra, los
espectadores recontruimos parte de la historia del mundo del fin de la Segunda
Guerra Mundial a esta parte, y también las elecciones personales de Bahman y el
por qué de su reclutamiento en un hotel en Roma.
Como si fuese un relato literario, la película
está dividida en tres partes. El nexo con la literatura se acentúa cuando entra
en escena el intertexto con el cuento de Balzac La obra maestra desconocida donde
unos jóvenes artistas visitan a uno consagrado y le encomiendan una obra. Pues
bien, en el segundo capítulo dos mecenas – que viven en Dubai- entran en contacto
con Mitra, y Bahman asiente en pintar para ellos.
Mohassess quemó, cortó y destruyó gran parte de
su trabajo porque creía que no era culpa suya que sus obras estuvieran dispersas
- en algunos casos arruinadas o no catalogadas-, sino del avance de la
ignorancia en el mundo. Por otro lado, al no tener descendencia, no le
importaba trabajar para la posteridad. Algunos de sus trabajos, como el que le
da título a la película (Fifi Howls from Happiness, significativamente su
primero) dialogan con el expresionismo pero la representación que hacía de los
cuerpos lo acercan a Francis Bacon.
De todas maneras, el propósito del documental no
es compararlo, ubicarlo en la historia del arte o exponerlo de manera erudita:
aquí – satisfactoriamente - no hay comentarios de tinte académico, o periodístico,
o crítico que “expliquen” la obra Bahman, excepto los suyos propios. Eso es una
decisión que toma Mitra muy acertada.
Este hombre, por momentos tremendamente ególatra, tenía muchas cosas
para decirle al mundo y Mitra, con delicadeza, en el epílogo de su vida, las
capta.
En señal de gratitud él le da su último cuadro:
la imagen de su muerte que la realizadora discretamente deja en el fuera de
campo. Fifi Howls from Happiness es un film emocionante, sorprendente, una
maravilla dentro de la Competencia Internacional de este 16 Bafici que ojalá
alguno de los muchos jurados tome en cuenta.
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