lunes, 30 de julio de 2012

Cine coreano, el otro...


A raíz de un intercambio epistolar vía e-mail con Sebastián Nuñez, y la lectura de Cine coreano contemporáneo: Cultura, identidad y política de Hyangjin Lee editado por Santiago Arcos y traducido por María del Pilar Álvarez y Bárbara Bavoleo (un libro que recomiendo por la cantidad y calidad de información que aporta sobre la cinematografía del título en los últimos 100 años y la valentía de su autora) comparto este texto y entrevista publicada en "Los Adulterios de la Escucha. Entrevista con el otro cine" (La Crujía) 



La penumbra del S.XXI
Una entrevista con Whang Cheol Mean, de Corea del Sur 
(Buenos Aires, 2005)

Digámoslo en pocas palabras... Al igual que existe el ‘latinoamericanismo’  -esa cualidad de complicada definición tan usada por el marketing y junto con él por las películas del ‘maisntream’ al poner en pantalla personajes morochos o con acento español moviéndose en circunstancias “típicamente” latinoamericanas, o al “importar” - como en el caso de Diarios de Motocicleta (2004, Walter Salles)- la figura del Che Guevara para transformarla en otra completamente distinta y aggiornada con relación a su original, también existe el ‘orientalismo’.

Como su compañero el ‘latinoamericanismo’, este último podría definirse como la idea que tiene el llamado primer mundo de los conocidos como ‘países emergentes’, pero en este caso focalizada en Asia.

Hollywood sabe de estas cosas y por eso ha incorporado realizadores y actores asiáticos en su staff. En el caso de los primeros, los ha convocado para que desarrollen muchas de las coreografías visuales más interesantes de los últimos años. Generalmente los segundos han corrido con menos suerte y han sido llamados, sobre todo, para actuar en situaciones ‘típicamente’ asiáticas como la levitación, las artes marciales, las peleas entre mafias y demás.

Sin embargo, con el advenimiento de los ‘otros cines’ esa imagen de Asia se fue transformando a través de miradas más integradoras y un nuevo mundo apareció frente a nuestros ojos. Aunque lamentablemente, como pasa la mayoría de las veces, esa imagen después se haya cristalizado y entonces ‘lo oriental’ se empezó a asociar con la ‘contemplación’ (recordemos sino Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera (2003, Kim ki-duk), con la extrema violencia (valga la parodia al respecto que es Brother de Kitano (2000), o con el juego erótico- sexual de las adolescentes en jumpers, los dominadores y las dominadas, etc. Y como en Latinoamérica existen películas ‘for-export’, en Asia también.

Aunque hay otras aproximaciones... Y una de ellas está representada por la del realizador surcoreano de Spying Cam (2004): Whang Cheol Mean...

Lorena Cancela: ¿Tiene alguna relación con el teatro?

Mean Cheol Whang: Tengo mucho interés por las distintas formas de expresión: puede ser el teatro, puede ser la literatura, puede ser el cine o el video. Yo considero que todos estos medios coexisten en nuestra vida cotidiana, pero lo hacen de una forma desorganizada. Lo que yo busco con mi película es concientizar a la gente de que cada uno de esos elementos conviven entre nosotros, me interesa ubicarlos en ese desorden y hacerlos visibles para todos.

En este sentido es que puede decirse que el cine es una fusión de los diferentes medios artísticos que existe en la sociedad humana, el cine es capaz de heredar todo el legado cultural de la historia de la humanidad. El cine puede unir todos esos medios en un solo canal.

Puede decirse que el eje principal del cine es la unión de los ejes principales de las otras formas de expresión artística.

L.C: ¿Cómo vamos de allí a la política?

M.C.W: Yo creo que el mensaje político no debe ser entendido como una cuestión contemplativa. La gente está muy acostumbrada a entender del cine, a gustar del cine por la película en sí, pero esa etapa ha sido superada. Por ejemplo,  la luna: ya no se puede estar en una posición meramente contemplativa con la luna porque este satélite  ha sido dominado por el hombre, el hombre ha pisado la luna.
Es decir, estamos terminando con una etapa de contemplación y debemos avanzar hacia una etapa de conquista. Lo mismo debe suceder con el cine: debemos terminar con una etapa de contemplación pasiva.

Todo lo que ha producido la humanidad en estos años debe impregnarse en el cine, el cine debe ser capaz de reflejar toda esa cantidad de material de la humanidad.

Debemos superar la etapa precoz, inmadura, en la que uno se ríe de una travesura, ya no podemos quedarnos en ésta .

El cine debe ser capaz de tratar los temas políticos porque la política en sí es un aspecto nato de la cultura humana: existió, existe y va a existir en las sociedades humanas. Es decir, es natural que el cine ahora deba tratar temas tan sensibles, pero tan propios de la humanidad.

L.C: ¿Y lo hace ?

M.C.W: Durante el S.XX el cine ha sido una rama del arte que ha cumplido un rol ornamental. Esto se puede comparar con la estructura de una familia donde, metafóricamente hablando, el rol del jefe de la familia ha sido ocupado por la literatura. Dentro de este grupo, el cine ha cumplido el rol del hijo menor porque como ha sido el hijo único del siglo XX, éste se puede dar el lujo de hacer cualquier cosa, de hacer travesuras a su gusto. Y como el resto de los integrantes de la familia no le han prestado atención por ser el hijo menor, el cine ha sido dominado por meros comerciantes que lo han mercantilizado.

Mirando retrospectivamente, en este momento del inicio del S.XXI, la imprenta ya no cumple más el rol protagónico de ser el hijo mayor. Ahora todos los años hay un premio Nóbel en la literatura, pero: ¿Cuántos realmente leen esas novelas premiadas con ese galardón? Porque la gran mayoría de la humanidad obtiene todas sus experiencias intelectuales y emocionales a través de las imágenes, no ya de los medios gráficos. Pero aún así, el medio visual permanece en ese lugar infantil e inmaduro de ser el hijo menor.

¿Qué va a pasar con esa familia? Metafóricamente hablando esa familia va a entrar en un estado de carencia y de eso se hará una especie de lío. Y ese lío se refleja en la situación de nuestra sociedad.

Si personas como Bush pueden cometer ese acto de vandalismo atacando a un país como Irak por su propia voluntad, eso se debe a que estamos en un momento de debilidad intelectual y cultural. La literatura ha perdido el protagonismo absoluto en esta coyuntura, y el cine lo toma como algo totalmente ajeno a sí mismo, que no le pertenece como obligación. Así hemos metido en un tacho de basura toda la racionalidad cultural de la humanidad.

Si en un festival de cine la gente se junta a aplaudir las travesuras de este hijo menor, estamos frente a una situación completamente absurda.

L.C: Teniendo en cuenta todo esto: ¿Qué opinión tiene con respecto al fenómeno Old Boy (2004, Park Chan-wook) desde que ganó el premio en Cannes en el 2004 y todo lo que aconteció después?

M.C.W: Yo considero que es un fenómeno que se debe a que nosotros todavía permanecemos en la penumbra del S.XX. En este siglo hemos experimentado fuertemente la expansión y al asentamiento casi perpetuo del capitalismo que ha dejado como una de sus herencias el ‘orientalismo’.
Cuando la gente mira este tipo de películas, las mira a través de este lente.
El ‘orientalismo’ es la fantasía que se tiene en Occidente con respecto a lo oriental. La búsqueda de las carencias de Occidente en un imagen como idealizada.
Este prejuicio que se tiene hacia Oriente distorsiona la búsqueda en una película. Particularmente Tarantino, quien premió a Old Boy, tiene una alta carga de orientalismo, de prejuicio hacia Oriente pues se ha nutrido básicamente de películas de Clase B provenientes de Hong Kong, del noir Hong Kong, y refleja eso en sus decisiones.
También de parte del occidental europeo ha habido una inclinación a prestarle particular atención a la violencia que existía en el Oriente. Surgen como arquetipos que nacen en las películas de artes marciales de Hong Kong, o las películas de samuráis de Japón. Y tomando esos elementos Tarantino elabora su película... Como un alter-ego de su película nace una parte opuesta en Asia que es Old Boy.

Por causa del orientalismo, Old Boy fue sobrevalorada. La gente debería tomar distancia de esto, pero hay otros que lo aprovechan y hacen de esto un mercado propio.

L.C: ¿Qué otra película sería representante de este ‘orientalismo’?

M.C.W: Un realizador como Kim ki-duk, especialmente, mercantiliza el tema de la violencia. Muchas veces filma pensando en el espectador occidental y son sólo ellos los que ven sus películas. Kim ki-duk puede ser pensado como una especie de intelectual de la nueva etapa colonial.

Esto es una paradoja porque las películas de Kim ki-duk son producidas por coreanos, hechas por coreanos, pero apuntan a un público extranjero: el espectador coreano se acerca a ese tipo de películas como si fuese una película extranjera.

Una cosa es un producto nacional que se exporte hacia afuera, y otra cosa es un producto hecho en un país para mera exportación. Ahora, si el empresario burgués lleva a cabo ese tipo de actividad es un fenómeno natural, pero si un cineasta tiene ese tipo de actitud o lleva adelante ese tipo de actividad es algo que no debe ser tolerado.

El cine como arte adquiere valor cuando entra en comunicación y diálogo armónico con la generación de esa época.

L.C: ¿Está de acuerdo con la política cultural de su país con respecto a lo cinematográfico?

M.C.W: En un principio, como director de cine doy la bienvenida el apoyo que da públicamente el gobierno a la realización y al desarrollo del cine, pero me opongo a la formación de los malos entendidos, de esas fantasías de las que le hablaba...

Y un poco lo que se está produciendo es como el armado de una vidriera donde se exponen diferentes cosas. Aunque cuando alguien adquiere un producto visto en esa vidriera y ve que realmente lo que ha adquirido no es lo que esperaba, el armado de la vidriera produce un efecto contraproducente.

L.C: Spying Cam tiene un presupuesto bajo: ¿Esto es una decisión ética?

M.C.W: Yo creo que el director de cine es un luchador, cuando sale a la guerra debe tomar las armas, pero dependiendo del arma de que disponga sale a dar batalla de manera diferente. Cuando un combatiente posee un solo rifle, no puede ir a asaltar una base militar, a lo sumo irá a una comisaría.
Si yo tuviera mayores recursos, más ‘armas’, tranquilamente daría combate en Hollywood, pero mis medios son escasos y tengo que adecuarme a situaciones de lucha particulares.

L.C:  Entonces, como creía la vanguardia del período de entreguerras de las mundiales, el arte puede cambiar al mundo...

M.C.W: Yo no estoy a favor de las vanguardias porque creo que son parasitarias de la sociedad...

L.C: ¿La vanguardia del período de entreguerras, o la vanguardia contemporánea ?

M.C.W: Lo que se denomina generalmente la vanguardia: la de hoy o la de antes. Lo que ha hecho la vanguardia fue crear una especie de Panteón de los dioses del arte que provoca confusión en la generación de los jóvenes artistas, que no puede orientar a los jóvenes.

Creo que estamos en una situación crítica como género humano en sí, y el arte es un arma muy importante para poder revertir un poco esta situación. Estábamos hablando de que el arte, incluyendo al cine, debe poder devolver la racionalidad que perdió el género humano.

L.C: ¿Qué hace Ud. como presidente de la Asociación de Cine Independiente de Seúl?

M.C.W: Mi objetivo ideal sería desde el cine independiente poder darle combate al cine de Hollywood, pero reconozco que los límites son agudos y fuertes. En este sentido lo que hoy habría que hacer es buscar una estrategia adecuada para poder combatir.
Esto sería en el plano simbólico porque en la realidad, la asociación misma está en crisis pues los directores que buscaron estos objetivos, ya no buscan canalizar su lucha a través del cine independiente. Básicamente estamos en una etapa de fortalecimiento de las bases... Yo hago lo que puedo, todo lo que está al alcance de mis manos.

Y teniendo en cuenta Spying Cam - una película cercana a la estética de los realizadores del largometraje Manifiesto capitalista : trabajadores del mundo, ¡acumulen ! (2004, Kim Gok, Kim Sun) – que experimenta con la lengua cinematográfica y con un cuarto, una cámara, un libro y cuatro personajes filma una película política de las más interesantes de los últimos años, le creo...







domingo, 22 de julio de 2012

Entrevista Jonathan Rosenbaum


En estos días de intensa cinefilia me acordé mucho de Jonathan Rosenbaum (creo que en estas páginas no necesita presentación), y aquí comparto algunos fragmentos de una entrevista que realicé 10 años atrás. ¡Cómo pasan los años! Ja!

Los inicios

Mi relación con el cine comenzó mucho antes de que mi profesión como crítico porque mi familia, mi abuelo, tenía una pequeña cadena de cines en Alabama donde pasé mi infancia y adolescencia. Mi padre trabajaba para él y entonces crecí pudiendo ver todos esos films gratis. Vi muchas películas, y quería escribir ya desde una edad muy temprana, pero no como crítico de cine, sino más bien poesía, relatos, etc. 


Cuando era adolescente escribí mi primera novela, luego escribí otra y así. Mientras me decidía a abandonar la carrera de literatura había descubierto que no estaba interesado en esa clase de estudio, en esa clase de carrera y alguien me ofreció un trabajo: editar una colección de críticas de cine. Este fue un muy buen trabajo porque yo estaba todavía muy interesado en el cine, había incluso formado una sociedad cinéfila en la universidad. En el curso de esta nueva labor tuve que hablar con muchos críticos de cine y ver muchas películas para poder trabajar correctamente con los artículos de la colección. 



Razones muy complicadas hicieron que la colección nunca se editara pero para la época en que yo había terminado ese trabajo, ya me había mudado de Nueva York a París, donde veía gran cantidad de películas. Entonces, durante uno de mis retornos de visita a Nueva York le propuse a una revista de cine si querían un corresponsal en París y ellos dijeron: Si querés hacerlo: seguro; envianos un artículo de muestra. Y así comencé a escribir para Film Comment en Nueva York y también para Sight and Sound en Londres. Más tarde, después de un período en el que aceptaba cualquier trabajo que pudiera conseguir para mantenerme, surgió la posibilidad de un puesto en Londres: trabajar para el British Film Institute en dos de sus revistas. Así, y gracias al apoyo del editor de Sight and Sound, obtuve una posición oficial: era asistente del editor en el Monthly Film Bulletin y redactor de Sight and Sound. Fue así como alcancé una posición estable en revistas, y luego continuaba trabajando como escritor independiente la mayor parte del tiempo hasta que finalmente encontré algo permanente en Chicago. Hubo también un período en Nueva York en que trabajé de modo independiente pero reseñando libros de ficción. 



La poesía como postura política:


Una vez en Chicago, tuve una discusión con Majmalbaf donde él decía que yo estaba muy interesado en política pero no lo suficiente en poesía; yo le respondí que, especialmente en los EE.UU., estar interesado en poesía es una postura política. Porque allí la poesía es considerada como no comercial. La única política que existe para muchos de los críticos de cine norteamericanos es la política del mercado, que tiene que ver con una ideología muy de derecha y que, según creo, se hace del público una imagen casi insultante. Decir entonces, como crítico, que estás interesado en la poética del cine, implica que a otra gente también le interesa, a lo que la industria responderá: “Eso no le interesa a nadie.” A veces creo que tienen que ser creadas nuevas formas para poder arribar a una nueva clase de contenidos, a expresar una nueva clase de contenidos. A veces, esa nueva clase de contenidos es poesía, por lo tanto, la innovación formal puede ser también una forma científica de obtener información nueva.



El cine como un medio de conocimiento...


Creo que la principal lección que le ha dado el cine iraní al mundo es ética. Es el cine más ético y también nos enseña cómo hacer films a partir de una simplicidad de medios. No son películas caras, muy pocas de ellas fueron hechas en estudio, no usan actores profesionales, etc. Y hay algo más, algo de lo que los críticos no hablan mucho pero que creo muy importante: tenemos muy pocas oportunidades de saber sobre Irán como país fuera del cine. Esto solo, convierte al cine iraní en algo muy importante. Solo por esto, aun si los films iraníes no fueran artísticamente interesantes, y aun si la gente no los considerara arte, aun así tendrían algo que enseñarnos.

Cines locales, cines globales

Las dos tendencias son obviamente muy fuertes y muy marcadas, pero también es obvio que algunos realizadores globales tienen mucho éxito a nivel local. Esta regla se puede aplicar a muchos directores: entonces se transforma en algo subjetivo, no en un modo objetivo de describir tendencias.


El cine


¿Qué es el cine? Vida. Un modo de mirar a la vida. Lo que me gusta de mi libertad como escritor es escribir sobre temas diferentes cada semana. A veces, es porque la película es interesante, a veces porque su tema es interesante, otras, porque el estilo puede ser interesante, no siempre es lo mismo. El cine es muchísimas cosas. Es como si alguien te preguntara qué es la literatura. ¿Cómo se puede responder a eso? En algún sentido, el cine es una manera de registrar algo. En sí mismo es neutro y siempre necesita algo más para convertirse en objeto por propio derecho.

sábado, 21 de julio de 2012

Cinco films argentinos (Editorial Djaen)


Presentación de “Cinco Films Argentinos” (Editorial Djaen) de Faretta/Jacubowicz, Tricario, Regueira, Nuñez.

Ayer se presentó el libro “Cinco films argentinos” de Faretta / Jacubowicz / Tricarico / Regueira / Núñez. Me daba curiosidad escuchar a Faretta, y conocer algo de su pensamiento, o teoría, como él llama. Al llegar al auditorio del Malba me encontré con un gran orador, una persona capaz de convencer al oyente de que lo que dice es cierto. Comprendí entonces por qué personas que hoy considero amigas lo refieran como su maestro. Es que Faretta dice con tanta intensidad lo que dice que puede llegar a convencer. Esta cualidad es fundamental para un crítico de cine, pedagogo, o alguien que tiene que despertar interés en ciertas películas, o cinematografías.

El objetivo del libro es noble: referir, analizar, desmenuzar, relacionar, confrontar a través de la voz de estos autores, cinco películas del cine argentino consideradas, a su vez, la obra capital en la filmografía de cineastas como Saslavsky, Christensen, Soffici, Manuel Romero y Hugo del Carril. A propósito de este último Faretta señaló que la obra que analizó (Más allá del olvido) es también la mejor película de toda la historia del cine nacional. El resto de las películas son Mujeres que trabajan, de Manuel Romero (ensayo de Guillermo Jacubowicz), Historia de una noche, de Luis Saslavsky (ensayo de Alberto Tricarico), Safo, historia de una pasión, de Carlos H. Christensen (ensayo de Fernando A. Regueira), Rosaura a las diez, de Mario Soffici (ensayo de Sebastián Nuñez).

Aparte del interés que despierta un análisis profundo (50 páginas) de cada una de estas películas, vale agregar que la edición, además, tiene mucha calidad: libros cosidos (algo poco común), y con un diseño de excelencia. Por otro lado, que un libro intente ser un puente, una conexión, entre el presente y el pasado de una cinematografía (en este caso la mía) es una causa muy amorosa (en el sentido que se puede amar lo que se conoce).  Y todos los autores enfatizaron el hecho de que ven al libro no como una pieza de museo, sino como el puntapié para redescubrir estas obras.

Obras que a su vez el Malba (vía Fernando M. Peña) programa por estos días. Que la cinematografía argentina es un territorio tan vasto y sorprendente que aún hoy podemos seguir redescubriendo, es cierto. Que las generaciones contemporáneas, incluyo aquellas que se dedican al cine, le restan importancia: también. Bienvenido entonces “Cinco films argentinos”. Y desde aquí felicitaciones no solo a los autores, que traslucieron  mucho amor por su trabajo, sino a Sebastián, Javiera y Pablo: los “detrás de escena” de la editorial.

Dicho esto sobre el libro quiero ahora discurrir amistosamente sobre otra idea referida por uno de los autores. Regueira, otro gran orador, dijo que entre ellos, chistosamente, se burlaban del cine iraní. Según mi entendimiento porque era una cinematografía ajena. Ahora bien, la paradoja se planteó cuando en el transcurso de la presentación el  mismo Regueira atendió y habló por el teléfono celular imitando de alguna manera, y seguramente sin saberlo, el comienzo de la película Copia Certificada de, justamente, el iraní Abbas Kiarostami. Felizmente, las paradojas juegan para un lado y para el otro, y la comedia, también.

miércoles, 4 de julio de 2012

HorrAr, cine de terror argentino

Este texto lo escribí hace un tiempo. Espero lo disfruten.

Terror a bordo
El género en la Argentina

El terror cuenta con una continuada actividad en nuestro país. Desde las ideas y caracterizaciones de Narciso Ibáñez Menta para el cine, la televisión y el teatro, las fusiones entre lo tenebroso, erótico y el policial filmadas por Emilio Vieyra hasta las series televisivas contemporáneas respaldadas por grandes productoras locales como Sangre Fría o remakes tal El hombre que volvió de la muerte, el género se ha mantenido vivo en la cultura. Sin embargo, en los últimos años son esporádicos los momentos donde el horror puede sostenerse en el centro del campo cultural como objeto de estudio. Ya porque no es considerado como una expresión de calidad – en el cine, desde sus inicios, se lo ha asociado a las producciones B, de bajo presupuesto – o eventualmente se estrenan comercialmente películas argentinas de este tipo, el terror, sus hacedores y seguidores tienden a confiscarse en los circuitos de discusión y exhibición más alternativos como festivales ultra independientes o círculos de fanáticos. 

Los realizadores locales miran más hacia el exterior (fundamentalmente Estados Unidos) que al interior para producir, exhibir y/o comercializar sus films. Eso explica en parte los diálogos y los títulos en inglés, las marcaciones de actuación de ciertos personajes, la inclusión de actores angloparlantes en los elencos y la sofisticación de las páginas web. Las nuevas tecnologías, al abaratar costos y permitir experimentar con los efectos especiales, promovieron que determinadas películas se conozcan y compitan en el circuito comercial internacional con obras o directores consagrados. Incluso afuera se habla de HorrAr, en alusión al género hecho en casa y la forma con la que conoce su par Nipón: J – Horror. Uno de los referentes de este ¿género? es Daniel De La Vega. Desde su egreso del ENERC, este militante de lo tenebroso ha filmado distintos cortometrajes y tres largometrajes. Más abajo reflexiones sobre sus cortometrajes.

(Sueño Profundo)

A través de un relato que pareciera apropiarse de la máxima menos es más, con un uso sorprendente del montaje que le ha brindado distintos premios, los cortometrajes de De La Vega son gemas que condensan distintos temores populares. El primero Sueño Profundo data del año ’97 y cuenta la historia de una suerte de Segismundo - el personaje de Calderón de la Barca de “La vida es sueño” - que no puede distinguir qué es sueño de realidad. En La última cena, del año ’99, el realizador arremete con un miedo visceral: el de envejecer súbitamente. En su tercer cortometraje, el único documental hasta el momento, Vega indaga en una leyenda porteña: El Martillo, Crónica de un mito. A una apertura con imágenes del matadero (que remiten tanto a la crueldad con que se faena a las vacas como a otro documental enblemático: La Hora de los Hornos) se suman cuestionarios a distintos actores que indagan quién fue el personaje, si existió y dónde, si lo atraparon o no. La excelente compaginación hace que los testimonios se contradigan o completen entre sí para concluir, entre otras cosas, con que el Loco del Martillo, más allá de su existencia como homicida y recluso, es hoy una leyenda urbana local.