lunes, 29 de diciembre de 2014

Películas argentinas 2014: Esto no es un TOP 5

Películas argentinas 2014, cortos, largos.

Debo decir, sin ánimo de provocación, que entre las películas argentinas que vi algunas de las que más me impactaron fueron cortometrajes. No me mueven las ganas de generar polémica al sostener esto, simplemente el hecho de ser consecuente y honesta con mis impulsos más primarios como espectadora. Los cortometrajes que elegí tienen dos de las virtudes que últimamente más me atraen en las películas (tengan estas la duración que tengan): dosis iguales de experimentación y esquematismo, de ser al mismo tiempo clásicas y de vanguardia. En este sentido Padre, de Santiago Bou Grasso y La Fuga, de Primavera, Lavizzari, Medina (animadores casi recién graduados) me sorprendieron no solo por su capacidad narrativa sino también por el manejo de cierta cadencia narrativa poco común, y una metatextualidad que no se agota en la cita obvia.

Bou Grasso, que ya había demostrado su enorme talento en el magistral El Empleo - una metáfora sobre las relaciones de trabajo, una crítica al capitalismo deshumanizado contada entre el drama y la mueca grotesca quizás inspirada en Chaplin y su Tiempos Modernos-, vuelve en Padre con un trabajo impactante que en tono de metáfora alude a la historia más cruenta de la Argentina y sus desaparecidos, y también espera su lugar en la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood: Padre  ha sido preseleccionado para representar a la Argentina en los Premios Oscar en la categoría cortometraje. Utilizando la técnica del stop motion y creando un clima agobiante y opresivo que en el desenlace termina de alcanzar su pleno sentido, Padre conmueve desde un lugar visceral, aún cuando sea una animación en stop motion.

La Fuga, otra animación en stop motion, es en principio un pequeño film carcelario con presos y guardia cárceles pero los realizadores se las ingenian para dar una vuelta de tuerca que termina siendo un homenaje al cine mismo.

De los largometrajes, no elijo “los mejores”, o los que más me gustan en este caso, sino los que representan o delinean en su singularidad ciertas corrientes, tendencias del cine argentino como Relatos Salvajes de Damián Szifrón, Jauja de Lisandro Alonso y El escarabajo de Oro de Alejo Moguillansky. Creo que las tres expresan la diversidad de una filmografía, la argentina, que es imposible de encasillar en un solo estilo (como pretendían algunos a lo largo del año insistiendo en que de ahora en más las películas argentinas deberían ser todas como Relatos…), un único género o una sola forma de producir. A su vez, las tres si bien son locales, expresan distintos aspectos de la localidad, distintas voces.

Szifrón, representa un tipo de narración más ligada a los géneros cinematográficos de Hollywood, a las historias con protagonistas y antagonistas y finales clausurados. De todos los episodios (que podrían haber sido cada uno una película en sí mismo) el que más me interesó. por ser estudiosa de las películas de casamientos, es el último: el de la boda. Es brillante la manera en la cual Szifrón filma los primeros momentos de la celebración, con esa mezcla tan rara de tensión y alegría que suelen tener los eventos del estilo, y como va construyendo el crescendo y transformando al relato de la comedia romántica al thriller psicológico. La mutación del personaje que compone Erica Rivas cuando descubre lo que está pasando en la subtrama de la fiesta es verdaderamente estupenda. Y el después, su gran catarsis, la gran bacanal, la locura dionísiaca, el desenfreno de la mujer despechada es maravilloso. Szifrón en sus anteriores trabajos (El fondo del mar por ejemplo) había trabajado con la premisa de la mujer infiel pero aquí supera su propia tesis y muestra los dos lados, aunque todo visto desde el punto de vista de ella.

No sé si Jauja es la película de las más logradas de Lisandro Alonso pero no deja de ser una propuesta interesante, aún con sus “defectos” (leí en un diario que las actuaciones son desparejas y estoy de acuerdo: por momentos lo son). Y sin embargo, es una película que cautiva, que atrapa, de una extraña belleza y donde los perímetros entre realidad y sueño se bifurcan, se cruzan proponiéndole al espectador un viaje paralelo al que emprende el mismo protagonista: el “ingeniero” danés interpretado por Viggo Mortensen. En muchos aspectos Jauja es una película ruizeaña (léase asociada al cine del chileno Raúl Ruiz) por su recurrencia al sueño, la inexactitud temporal e histórica, la mezcla de lo local y lo foráneo (el gaucho y el danés), la proliferación de referencias tomadas de distintos géneros: poesía, canciones. Auténtico ejemplo de cine-arte.

El escarabajo de Oro es a mi criterio, la más local de los tres ejemplos: representa una forma de hacer cine y una estética que en principio no se puede relacionar con nada que sea de afuera. Justamente, uno de los conflictos de la película es ese: hasta dónde dar lugar, y hasta donde hacer caso omiso, de los mandatos de la co-producción. En sus diálogos, puede ser una película irreverente para algunos, pero no deja de ser una interesante vuelta de tuerca de ese género que es el “cine dentro del cine”.


Se producen muchas películas en la Argentina y con estas menciones no pretendo erigirme gurú. Me quedan muchas películas afuera de esta selección, películas más experimentales (que circulan por canales específicos), me quedan afuera otras películas interesantes que se han visto en festivales como Reimon de Rodrigo Moreno (una reflexión sobre el tiempo  reglado, el tiempo subjetivo, el trabajo y el montaje), Los Dueños Ezequiel Radusky y Agustín Toscano (una suerte de Las Criadas pero que toma su propio tono a medida que avanza el relato y sorprende por la madurez con la que baraja a tantos personajes  tratándose de una ópera prima), Favula de Perrone. En fin, insisto, esto no es una lista de las mejores películas argentinas del 2014 es un registro de un recorrido de la mirada. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

Mi Top Ten de películas 2014

Siempre viene bien recordar que toda lista cinéfila es un recorte parcial, arbitrario, en algunos casos una demostración de cuán cerca, o lejos, estuvo el crítico de ver todo “lo bueno” que se exhibió en el mundo en distintas circunstancia: festivales, retrospectivas, eventos caseros (por todo lo que venimos hablando en este blog de los nuevos cánones y las formas de construirlos últimamente estos aparecen con frecuencia). Las listas son también a veces la manera que tiene el crítico de demostrar su ego, su “poder” de etiquetar, de legitimar, o no, ciertas obras por sobre otras, de hacer gala de su narcisismo con frases del tipo “una obra maestra poco difundida, o maldita” cuyo curriculum oculto es “yo la pude ver y vos b… no”.

Pero hacer una lista tiene también algo interesante que está ligado con la memoria, con la posibilidad de hacer memoria, con la necesidad de recordar qué fue aquello que nos movilizó desde la pantalla (a esta altura da pudor decir grande). En esta posibilidad de hacer memoria se escribe un recorrido, una pequeñísima historia de la mirada, y al mismo tiempo una suerte de exposición del ser así que, como otros años, aquí esbozo algunas elegidas mías y sus por qués separándolas por circunstancias de exhibición. Elegí solo diez porque quería decir algo sobre cada una.

Películas estrenadas en el 2014 la Argentina en salas comerciales sin orden de importancia, en orden de relación:

1)      El lobo de Wall Street de Martin Scorsese: Un gran estreno. Las razones: maestría al contar una historia y graduar la información entre narrador y personajes, escenas donde la música, los sonidos, la imagen y el movimiento son más que un video-clip, contenido y actuaciones fuera de norma. En síntesis, todos los ingredientes del cine del italo-norteamericano en su mejor expresión. Por otro lado, el personaje que se pasa gran parte de su vida fuera de la ley, comprometiendo indirectamente a mucha gente, y termina redimiéndose es a tal punto scorsesiano que uno no termina de comprender si Jordan Belfort existió en la vida real porque antes existió el cine de Marty, o al revés. La ligazón entre hacer plata y una pulsión primitiva, como fuera de lo simbólico, Scorsese la escenifica a través de un canto gutural. Por otro lado, el cineasta vuelve a hacer uso de su visión cínica sobre el sistema (tal como la había esbozado en Taxi Driver) a partir del antagonista: el agente irlandés del FBI que persigue a Belfort. Leonardo di Caprio realmente debería haberse llevado unos cuantos Oscar por su trabajo en el cual también fue productor.

2)    Welcome to New York de Abel Ferrara: Esta bien podría ser la sucursal chiquita de la anterior. Gérard Depardieu compone a un Strauss Kahn en el epílogo de su depravación y lo hace magistralmente, de manera bestial. Leí hace poco por ahí que el tipo, Gérard, es realmente una bestia, que se jactó de matar unos leones y comérselos. En síntesis, la distancia entre actor y personaje aquí se achica, como lo quería Strasberg, y nos muestra un hombre que se supone está en la cima de la civilización y sin embargo solo responde a sus instintos más primarios. Los sonidos guturales que salen de su boca realmente son la expresión de un no-lenguaje, de un estadio pre-simbólico fuera de todo. Podría haber sido un film desdeñable porque está contado desde el lado del victimario y sin embargo Ferrara no toma partido por este, compone una visión de unas supuestas últimas 24 horas antes de la detención de Kahn en Estados Unidos. Welcome to New York que remite desde su título a algo alegre (un musical  por qué no) termina siendo la puerta de acceso a un infierno: el interior, del personaje, y el exterior, del sistema. La habilidad de Ferrara para ir por los géneros (el policial, el carcelario, el de terror) es algo sabido y aquí vuelve a mostrar esa destreza. No es mi película preferida de Ferrara pero ciertamente fue una película interesante de ver.

3)   Adiós al lenguaje de Jean Luc Godard: Godard vuelve sobre el 3 D (algo que ya había probado en un trabajo colectivo) pero utilizando distintos tipos de soportes lo cual hace de esta una película estéticamente extrema de ver, sobre todo, en su primera parte. Es que claro, el uso que hace Jean Luc de las tres dimensiones es violento (quizás tanto como cuando cortaba el flujo narrativo con carteles que atravesaban la pantalla de un lado al otro del campo años atrás) y por tanto los objetos en un primer plano cercano obturan y dificultan la visión. Si alguien tenía alguna sospecha de que el 3 D atentaba contra la profundidad de campo acá tiene la oportunidad de revalidar su tesis. Sillas que dificultan la visión en medio de citas de distintos pensadores (Godard en estado puro), sonidos surround de materia fecal cayendo en un inodoro (querían sonido envolvente ahí lo tienen pareciera decir) y una trama débil entre unos amantes en conflicto son el prólogo para una película que es en realidad una carta de amor a una mascota: Roxy. Detrás, muchas ideas (algunas brillantes otras no tanto): el cine como decorado, la igualdad humana como una cuestión fisiológica y dada de antemano, la ligazón del cine con la pintura y el pensamiento antes que con la literatura y el teatro. En fin, increíble que un film así se estrene y sin embargo, ahí está. (hay que agradecerle al distribuidor)

4)    Force Majeure de Ruben Ostlund: Esta es ciertamente una película muy bien hecha. Es una mezcla entre cuento de hadas y dramón familiar maravillosamente filmado en un entorno alucinógeno como es la nieve. Una familia “tipo” (esposo, esposa, nena y nene) está pasando sus vacaciones en algún lugar de los Alpes europeos hasta que un hecho fortuito les cambia la perspectiva de la vacación y de las cosas, los roles se alteran y nadie volverá igual después del “descanso”. Es interesante como la película muestra la trampa del mandato de pasarla bien a toda costa en una vacación en familia, la contradicción entre un exterior perfecto y la interioridad de los personajes. Frente a la ausencia real y concreta de una catástrofe natural grave (aquí esta solo es insinuada como posibilidad en el comienzo) se desata una avalancha de emociones y sentimientos humanos tan intensos como los que puede expresar la naturaleza.

5)      La grande bellezza de Paolo Sorrentino. El tiempo que se toma Sorrentino para describir la decadencia en el medio de una fiesta es maravilloso. Lo que se supone debería ser una expresión de auténtica alegría termina siendo el circo romano en su peor manifestación. Cuerpos, sudor, vestidos, texturas (inhalables, táctiles) todas se dan cita para presentar a Jep Gambardella: un escritor cínico que mira y juzga a su entorno desde el lugar del desencanto. En medio de todo eso la ciudad de Roma con sus monumentos milenarios, sus estatuas, su Historia como contemplando a los personajes que la circundan, como mirándolos con piedad.  Jep está en el linaje de Guido de 8 y medio de Fellini pero Toni Servillo se las ingenia para hacer de Jep un personaje con sus propias características y trascender igual que Mastroianni.

6)      El Gran Hotel Budapest de Wes Anderson: Oda a Wes y sus personajes caricaturescos, sensibles, estetas, elegantes que no pierden sus simpáticas manías aún en momentos dramáticos y oscuros. ¡Cuánto más llevadero sería el mundo si hubieran muchos personajes como los de Wes en la vida real! Desde ya, la película sobre la ciudad de Budapest no dice nada (eso es un poco fiel al espíritu hollywoodense, hay que decirlo), ni tampoco precisa demasiado sobre el momento histórico aunque podemos deducirlo. No es una película histórica, ni sobre personajes históricos y es cierto que es muy estilizada y sin embargo… me encantó El Gran Hotel Budapest.

7)     This is not a film de Jafar Panahi… Excelente alegato, película, ensayo de Panahí sobre estar encerrado con arresto domiciliario e imposibilitado de filmar. Un documental en primera persona que ya se había exhibido en Bafici y Mar del Plata, que muestra el día a día de un hombre entre un juicio, una condena, una familia y una singular mascota. Si quedaban de lo que representan para el mundo algunos cineastas iraníes como Panahí (asistente de varias películas de Mr. Abbas Kiarostami como Bajo los Olivos) basta con ver esta película fuera de norma, imposible de entender.

Películas vistas en el Bafici 2014:

8)    20 000 días en la tierra de Iain Forsyth. Es una película sobre un músico pero trasciende su nombre y termina transformándose en una película sobre la creación. Nick Cave, el mítico maldito cantautor australiano que era casi un desconocido en el auge y la popularidad global de Michael Hutchence e INXS (en la época de las bandas), cuenta su vida, sus fuentes de inspiración y desnuda su día a día metido en un estudio componiendo. Quizás, por momentos, se torna un poco grupi el film pero la obra de Nick se lo merecía. Por suerte este no es el típico film que tiene la “buena intención” de conocer al hombre detrás del músico, es simplemente una muestra de cómo ese hombre se lleva con su día a día como creador de las letras más hermosas que ha dada la música en los últimos años.


9)      Fifi howls from Happiness de  Mitra Farahani, un documental sorprendente desde todo punto de vista: por la persona que descubre, por lo que pasa con esa persona en el transcurso de la filmación, porque al descubrir a esa persona descubre no solo una parte de la pintura del Siglo XX sino de su Historia. Mitra encuentra al artista plástico iraní Bahman Mohassess en el ocaso de su vida en una pieza en Roma. La referencia solapada a Lightning over the water de Win Wenders es ineludible al igual que a la obra literaria La obra maestra desconocida de Balzac.

Una película vista en la pantalla chica.

10)  Conspiración de Silencio (1955) de John Sturges. Tenía que preparar una clase sobre western crepuscular y pensé en Más corazón que odio (1956, The Searchers) de John Ford. Si bien esta tiene la cualidad de mostrar al indio con voz y voto (a diferencia de lo que pasa en La Diligencia donde son simplemente una especie de manada sin nombre), no cambia en su tesitura de que en el fondo los indios son unos “salvajes”. Ethan es casi capaz de sacrificar a su sobrina cuando esta le confiesa su ligazón con los indios que la raptaron pero como – de acuerdo a la traducción local tiene - “más corazón que odio” no lo hace. Conspiración del Silencio me resultó igual de interesante porque dice lo mismo sin necesidad de ir a la fórmula blanco contra el indio aún cuando el paisaje, el entorno, sea el mismo. En este caso, el odio hacia lo distinto se aglutina en un japonés. De todas maneras, si en eso son parecidas en el detrás son películas bien distintas. Ford termina haciendo una película existencial, de un hombre que no logra afincarse nunca en ningún lugar (y no me refiero solo al espacio físico) y no tanto un film sobre la colonización del desierto. Ethan es un buscador, un errante y Monument Valley es el espacio que tiene para dar rienda suelta a su eterna búsqueda. Por el contrario, Sturges hace un film más político, que da cuenta de la mentira, de la corrupción que anida como base en la conformación y el nacimiento del Sur de de los Estados Unidos. Los dos grandes filmes enfocados en cosas distintas.

@Copyleft Lorena Cancela





martes, 16 de diciembre de 2014

Presentación Calendario 2015 del Museo del Cine

Brindis presentación Calendario 2015...



El Museo del Cine “Pablo C. Ducrós Hicken”, dependiente de la Dirección General de Museos de la Subsecretaría de Cultura, realizó la presentación del "Calendario 2015", titulado ¡Localidades Agotadas! que desde la tapa celebra el gran éxito de taquilla 2014 de la película argentina Relatos Salvajes que le quitó el podio del récord de espectadores al film Nazareno Cruz y el lobo de Leonardo Favio. El Museo del Cine dedica así su tradicional Almanaque a las películas que desde comienzos del cine sonoro en la Argentina en 1933 fueron suceso. La presentación y brindis de fin de año tuvo lugar en Cinecolor Argentina.  El público ya puede adquirir en la sede del Museo del Cine (Caffarena 51) dicho calendario. De paso, el que se acerque conocerá las instalaciones de la Usina del Arte parte del mismo Complejo en el mítico barrio porteño de La Boca.

Algunas de las películas que ilustran los meses del año son Buenas noches, Buenos Aires (1964, Hugo del Carril), Plata Dulce (1982, Fernando Ayala), El Hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001), entre otros títulos clásicos y recientes de la cinematografía local.

Aquí dejo testimonio de mi paso por el evento junto al periodista de Ámbito Financiero, historiador y parte del plantel del Museo del Cine: Paraná Sendrós. Fiel a los tiempos neobarrocos que corren va la foto de la foto.





lunes, 1 de diciembre de 2014

29 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:Le Meraviglie/Schrader/Jauja

En principio, uno de los puntos más altos del 29 Festival de Cine de Mar del Plata fue el corto institucional de Esteban Sapir, una auténtica gema, un trabajo intertextual que conjuga escenas de películas memorables (Jules et Jim, Un verano con Mónica por citar dos)  y las inserta de tal manera que las trae al presente. De alguna manera, el corto cumple el presupuesto deleuziano de la imagen cristal, una imagen al mismo tiempo presente y pasado que es lo que sintetizó esta edición en su conjunción de retrospectivas (Christensen en etapa brasilera, Tinayre, Aleksei German) y cineastas nóveles. En la presentación en el ENERC, en diálogo con su director artístico Fernando Spiner, este comentaba que lo que definía a este encuentro era el diálogo entre lo clásico y lo novedoso: el corto de Sapir era la entrada perfecta a este concepto. Le agradecí internamente a Sapir  que tuviera en cuenta la memoria del cine y del mismo festival. Más abajo el link:

                               https://www.youtube.com/watch?v=M61-KLL_cY0

De las películas ganadoras Le Meraviglie de Alice Rohrwacher fue la que obtuvo más reconocimiento si se tienen en cuenta los premios oficiales y paralelos (no me toca a mí analizar si la cantidad de premios extraoficiales es algo positivo o negativo para un festival pero hay que señalar que en esta ocasión fueron muchísimos). Le Meraviglie cuenta la historia de una familia de productores de miel que viven en el entorno de una Italia rural. La directora se las ingenia para quebrar, o resemantizar, el concepto de los brutti sporchi e cattivi afín a cierto preconcepto construido en torno a la Italianidad, y los trabajadores, y crea una película de personajes intensos, con una sensibilidad a flor de piel que es amenazada por los “avances” del mundo actual. Le Meraviglie no precisa exactamente un tiempo, ni tampoco declama una u otra idea: sigue a sus personajes en el día a día, en su esfuerzo por cosechar la miel y sobrevivir, en el riesgo que implica dedicarse a esta actividad para algunos en extinción (ciertos informes sostienen que el uso de pesticidas está haciendo desaparecer a las abejas).

A propósito de una escena de la película, donde padre e hija deben recolectar un enjambre asentado en un árbol, me vino al recuerdo un texto de Serge Daney, donde revisita a Bazin, y sostiene que filmar implica un riesgo: el de poner en el mismo plano elementos heterogéneos, como en este caso, el hombre y las abejas.

Cito la frase y agrego los sustantivos: “Porque la coexistencia, frente a la cámara, del cocodrilo y de la garza (…) no carece de problemas sobre todo (suplanto) para la muchacha y las abejas, y porque hablar de elementos heterogéneos es un eufemismo allí donde se trata de una incompatibilidad violenta (…).”

Le Meraviglie también construye lazos de amor parental y fraternal que trascienden los estereotipos: Wolfgang, el padre, es machista con su hija Gelsomina pero al mismo tiempo le delega el mando de la producción. La madre es al mismo tiempo protectora y displicente, los hermanas se quieren, pero también se celan. Cuando llega “el extraño” Martin - en lo que quizás sea una solapada referencia al film Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini – algunas cosas cambian pero no tanto como para romper los vínculos entre ellos.

Gelsomina es uno de los personajes femeninos más hermosos que ha dado la pantalla grande en los últimos años. Y es el personaje central de esta película, el que todo lo une, y lo resuelve, alrededor del cual suceden las cosas buenas y no tanto. María Alexandra Lungu se carga al hombro la película, y una parte de la memoria del cine italiano: Gelsomina es también la protagonista de La Strada (1954) de Fellini.

Le Meraviglie (que venía de obtener uno de los premios más importantes en Cannes) obtuvo el Astor de Plata al Mejor guión por un Jurado presidido por Paul Schrader, junto a Gerardo Herrero, Valeria Sarmiento, Carlos Vermut. Soledad Villamil y Manuel Yañez Murillo. El astro de Oro fue para el film turco Come to my voice de Huseyin Karabey. Hay que decir que el premio fue cuestionado y mal recibido en general por una parte de la crítica que sugiere que Schrader (solo lo nombran a él) debería haber premiado a Lisandro Alonso, o Pedro Costa. Incluso leí por ahí que a Schrader lo describen como “mala onda”, en el mejor de los casos.

A ver…por un lado, mejor o peor película es algo relativo. Supongamos que creemos fervientemente que hay mejores o peores películas, y no películas que responden a cánones o estilos, ¿es Schrader el único responsable de una votación injusta? En el catálogo figuran 6 miembros del Jurado (los mencionados). Si a un hombre que hizo grandes aportes al cine (por su guión de Taxi Driver desde ya pero también como ensayista) lo dejamos en el lugar del déspota porque elige una película que no nos parece, en realidad los que actuamos como déspotas ¿ no somos nosotros?. Por otro lado, ¿por qué tendría que ser Paul “buena onda”?

Si tengo que pensar en términos estéticos (la verdad no tengo otra manera de referenciar que no sea esa) no me extraña que Schrader no haya premiado Jauja. Si el hombre es, o no, un “mala onda” es su problema, o de sus familiares y amigos. Schrader es un profesional de guión férreo y que tiene siempre muy presente la historia del cine, y Alonso no es un cineasta precisamente de guión duro y tampoco se muestra muy interesado en la Historia del Cine y/o sus directores canónicos. Al menos así lo manifestó en la presentación de Jauja la semana pasada en Buenos Aires cuando le pregunté si junto a Fabián Casas habían tenido presente Más corazón que odio (The Searchers, 1956) cuando escribieron el guión y me respondió que no había visto la película.

Con esto no quiero decir que Schrader o Alonso sean uno mejor que el otro, o que uno tenga una ventaja sobre el otro, simplemente señalo que ambos encarnan concepciones sobre el cine muy divergentes y las dos necesarias. Desde ya, hubiera sido interesante que Schrader le diera el galardón a Alonso, pero si eso no ocurrió tampoco es para crucificar a un profesional que fue el guionista de muchas de las películas más importantes del Siglo XX; y siempre fue bien critico con ciertos aspectos de la sociedad norteamericana donde nació y desarrolló su carrera.

En tal caso, Alonso tenía más posibilidades de llevarse un galardón si Valeria Sarmiento, la esposa de Raúl Ruiz, hubiera presidido el jurado. En muchos aspectos Jauja es una película ruizeaña: por su recurrencia al sueño, la inexactitud temporal e histórica, la mezcla de lo local y lo foráneo (el gaucho y el danés), la proliferación de referencias tomadas de distintos géneros: poesía, canciones. Recomiendo Jauja, la valoro y me parece una película bella (si cabe el adjetivo). También valoro a su director y su filmografía y en este caso además a su actor Viggo Mortensen que demostró un compromiso muy fuerte con el proceso creativo del trabajo. Pero no estoy enojada con Paul y el enojo circundante me parece un poco incomprensible. 

Un “ganador” del festival fue Mathieu Amalric que se llevó el Premio al Mejor Director. Le chambre bleue, The blue room, es una transposición de la novela homónina de George Simenon y una fusión entre el género de amour fou francés y las películas de juicio norteamericanas, con tintes chabrolianos. Me sorprende que Amalric pueda lograr al mismo tiempo una mirada exterior, de conjunto, sobre la historia y al mismo tiempo interior, desde su personaje. The blue room, es una película de guión preciso, contada de adelante hacia atrás, y donde la atención está puesta tanto en develar quién es el asesino, cosa que se sugiere pero no se resuelve, como en la manera en la cual se le van brindado al espectador datos para que saque sus conclusiones.  

Peter Strickland no se llevó ningún premio aunque El duke de Burgundy es una película interesante y original por su relectura de los vínculos del amo y el esclavo, puestos en juego a través del vínculo amoroso entre dos mujeres aficionadas al estudio de las mariposas. Strickland es un director manierista e inteligente y a tener bien presente: ya con Barberian Sound Studio, que obtuvo un premio en el Bafici del 2013, se había presentado en Buenos Aires como un cineasta original.

Fuera de competencia Hal Hartley con Ned Rifle nuevamente demostró que se puede hacer una película chica, con poco presupuesto, entretenida, sin que eso signifique superficial, o tonta. Al contrario, Ned Rifle es una crítica a una sociedad que engendra monstruos de distintos tipo. Hartley se las ingenia para escribir una comedia que termina en tragedia sin juzgar taxativamente a sus personajes y continuar diez años después lo que empezó con Henry Fool. Las películas de Hartley son críticas con la sociedad que las origina y también impensables sin sus actores, tanto Liam Aiken como Aubrey Plaza logran momentos maravillosos: cine de autor-actor.

Se fue una edición más del Festival de Cine de Mar del Plata que el año que viene cumplirá 30 ediciones aún cuando este año celebraba 60 años desde su nacimiento. Felizmente, desde su reinserción en el año 1996 ha logrado su continuidad.