jueves, 10 de noviembre de 2011

La crítica en foco/La crítica es subjetiva, no sirve para nada, excepto para...

La crítica en foco,
Panel 26 Festival de Cine de Mar del Plata de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.

(Vaccaro, Satarain, Quispe Medina, L.C; Spiner)

Lo de más abajo es un apunte, una parte de lo que dije en el panel de referencia. Espero poder corregir el resto en los días subsiguientes para agregarlo. Lo que me motiva a postear este fragmento, estas ideas un poco sueltas, es la ílusión de que ciertos temas se sigan discutiendo, y se instalen en lo social. Termino la reflexión refiriéndome a This is not a film, del cineasta iraní Jafar Panahi.

“La crítica nos enseñó a que nos gustaran a la vez Rouch y Eisenstein. A ella le debemos no excluir determinado aspecto del cine en nombre de otro aspecto distinto. (…) Nosotros, por nuestra parte, somos los primeros cineastas que sabemos que Griffith existió.”  Jean Luc Godard.

Quisiera referirme hoy al tema de la subjetividad de la crítica. Pues a medida que el espacio para la crítica cinematográfica va desapareciendo de los diarios, emerge (en las revistas, los libros, los blog) una nueva forma de escribir que, en algunos casos, se acerca a la poesía y no reniega (como los papers académicos, o los textos de los diarios) usar el pronombre personal “yo”.

El "yo" es una convención que indica que hay alguien detrás de esas palabras, alguien que se hace responsable, una mente que responde a un momento y un lugar particular: ni un dogma, ni una interpretación atemporal o absoluta y que el “yo” tampoco puede controlar del todo. Esto es su propia neurosis, sus deseos y pulsiones, sus represiones. Sumados estos aspectos, de manera involuntaria la mayoría de las veces, se diseminarán a lo largo del escrito. Con el correr de los años el crítico finalmente descubre que, en mayor o menor medida, al escribir o hablar de determinadas películas está escribiendo su propia historia: conciente e inconciente.

Ahora bien, si no se puede considerar un texto en un diario como crítico (la lógica del mercado está haciendo que los críticos se alejen de ese formato), si la crítica es subjetiva, ¿para qué sirve la crítica? Mucho se ha hablado con respecto a la nulidad, la inutilidad de la crítica de cine, pero generalmente desde un sesgo negativo. Sin embargo, a mi criterio, es esa característica la que la hace interesante: Preguntar para qué sirve una crítica es como cuestionar por qué existe la ópera, para qué leer una novela, para qué asistir a una obra de teatro o mirar una película. Preguntar para qué sirve la crítica es buscarle un sesgo utilitario.

La crítica no sirve para nada, excepto para algunas cosas: hacernos comprender un poco más el cine, su estética y su historia, transformar de una u otra manera nuestra mirada, descubrirnos películas que sería difícil conocer a través de la ley de oferta y demanda. Además están las actividades que le competen o que hace suyas con entusiasmo como la programación, la organización de eventos, la asistencia a festivales, la difusión de materiales a los que no se les presta demasiada atención, la restauración y la enseñanza

Además, si la crítica es subjetiva, está más cerca del arte. Y como dijo el novelista y ensayista inglés John Berger: “El arte no puede resolver nada, ni cambiar nada, pero sí puede cambiar algo. Un recuerdo, un sentimiento, un legado, una manera de entender las cosas.” A propósito de esto pienso, por ejemplo, en el cine iraní y en unas palabras que me dijo el crítico norteamericano Jonathan Rosenbaum una vez en Buenos Aires y que volvimos a conversar cuando estuvo por unos pocos días en Mar del Plata hace unos años:

Creo que la principal lección que le ha dado el cine iraní al mundo es ética. Es el cine más ético y también nos enseña cómo hacer films a partir de una simplicidad de medios. No son películas caras, muy pocas de ellas fueron hechas en estudio, no usan actores profesionales, etc. Y hay algo más, algo de lo que los críticos no hablan mucho pero que creo muy importante: tenemos muy pocas oportunidades de saber sobre Irán como país fuera del cine. Esto solo, convierte al cine iraní en algo muy importante, y aun si la gente no lo considerara arte, tendrían algo que enseñarnos”

Pienso en la película iraní This is not a film (Esto no es una película) de Jafar Panahí, el testimonio en primera persona del mismo Panahi que se concentra en los momentos preliminares a que le den el veredicto de su condena (una condena absurda, como todas las acusaciones de este tipo). Más absurda es la pena que le impusieron a posteriori: 6 años de prisión, y 20 años sin filmar.

Entonces, ¿la película no sirvió para nada? ¿Panahi no tendría que haber dado su testimonio en primera persona? Yo creo fervientemente que sí, que lo mejor que pudo hacer es realizar esa película. Eso es, como dijo Susan Sontag, hacer uso de la "estética de la resistencia". Y la crítica, ,como ciertas películas, son a a veces textos de resistencia: al mercado, a la injusticia, a la violencia. Aún cuando solo existan en internet, o sean realizados con una cámara digital.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mar del Plata V/L' Apollonide

Ayer vi dos películas (Faust y L'Apollonide) junto con participar del segundo, y último día del encuentro, organizado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina: El foco de la crítica, y la crítica en foco del que haré un post aparte en los días venideros. A la primera, de Alexander Sokurov, tendría que seguir pensándola como para no caer en la compulsión de decir algo porque hay que decir algo, pero a propósito de la de Bertrand Bonello me siento en condiciones de escribir sobre ella.
L' Apollonide, basada en Vida cotidiana de los burdeles de París 1830-1930- retrata la vida en burdel parisino, a fines del S.XIX y principios del S.XX cuando comienza a transitar su ocaso. Allí conviven un grupo de mujeres entregadas a la tarea de "atender" a hombres en busca de "placer". Los hombres son todos un poco perversos y otro tanto fetichistas, y uno lastima a una de ellas de una forma muy cruel, marcándola para toda la vida. A favor de la película hay que decir que todo lo que refiere a la puesta en escena en su faceta sensorial (en la que incluyo al vestuario y sus texturas, la iluminación, la casa, las actuaciones) está muy bien logrado y las actrices interactúan con todos esos elementos de una manera muy acompasada, como buscando un ritmo de la época.
El tema es que es solo eso. Un entramado puramente sensorial, collage posmoderno lo llaman algunos, con alguna que otra cita de aquí y de allá (hay referencias tanto al impresionismo francés como a Batman, el caballero de la noche) y una carga importante de morbo. ¿O acaso la narración no crea cierto suspense, y marca una delación, para mostrar como fue la escena en la cual una de las señoritas es desfigurada? En el plano final la película intenta salirse del manierismo descripto y delinea un puente con el presente: vemos, desde un registro más realista, a las prostitutas actuales en la calle, bajando de autos.
El contraste estético es tal (la extraña  belleza del burdel frente a la crudeza de la calle) que no pude más que concluir con que para este director el pasado de las prostitutas fue mejor, o, peor, que las prostitutas de antes eran más elegantes. Conclusiones un tanto simplicistas,  o provocativas sin sentido, a la luz de la mirada que tenemos sobre el tema en el S.XXI. De todas maneras, no es no compartir su premisa lo que me hace no conectar con la película sino el hecho de que - en términos de su estética - me pareció homologable a lo que hace Hollywood cuando reconstruye una época histórica por el hecho de reconstruirla. Al igual que cuando en un parque de diversiones nos invitan a vivenciar tiempos pasados por mero entretenimiento.

martes, 8 de noviembre de 2011

Mar del Plata (IV) Melancolía

En la Argentina, tenemos una frase "no hay mal que por bien no venga". La usamos cuando algo sale mal, pero por un giro del destino termina capitalizándose en algo positivo. Eso me pasó ayer cuando fui a ver la primera proyección de Melanconlía - la última película del polémico Lars Von Trier: recordemos que en el pasado Cannes fue expulsado por sus comentarios poco afortunados a propósito del nazismo - porque alguien se confundió y proyectó las latas de la película en otro orden lo que hizo que vuelva a verla a la noche.

Melancolía tiene algunos de los ingredientes que han caracterizado al cine del danés, al menos desde Bailarina en la oscuridad: espectacularidad en la puesta en escena y al mismo tiempo austeridad, diálogo (o intertexto) con géneros asociados a Hollywood (en este caso al cine catástrofe) y actores que el espectador referencia a otros contextos como, aquí, la presencia de Kirsten Dunst y Kiefer Sutherland (Charlotte Gainsbourg ya había trabajado con Trier en Anticristo). A eso hay que sumarle la división de la narración en partes, como si fuera una obra literaria, o una pieza musical

Melancolía tienen dos fragmentos bien marcados. En el primero (Justine) se celebra una boda en el contexto de una familia disfuncional perteneciente a la clase alta. Los guiños a La Celebración aparecen en distintos momentos: en el uso de la cámara en mano, en la elección de que la historia esté centrada en vínculos familiares enturbiados por razones que se dejan entrever, de que todo transcurra en una locación. En el segundo fragmento (Claire) se marca un giro radical. No solo porque se centra en la otra hermana (Justine y Claire, el demonio y el ángel) sino porque la estética (plagada de guiños y citas cinéfilas) y el tema de la película pasa a ser otro complementamente distinto a anterior: el paso, o la coalición, del planeta Melancolía con el planeta Tierra.

Esta segunda parte es la que me resultó más atrapante. Aquí Trier demuestra sus dotes de alquimista y cuenta una historia de ciencia ficción, pero alternando entre un registro realista y otro que por momentos parece un cuento fantástico. Por supuesto, tiene a sus actores que le ayudan a lograr su cometido y le entregan todo y más: Gainsbourg está sencillamente fantástica en el rol de una mujer perfeccionista y un tanto obsesiva asfixiada por la idea de que el mundo se termine. Por supuesto, el suspenso lo logra sin utlizar casi ningún efecto especial, apenas un efecto de post producción, nuevas tecnologías mediante, en el que Melancolía aparece dibujado en el horizonte estelar.

Verdaderamente, no sé si es la mejor o la peor película del danés, vengo insistiendo con que los que escribimos de cine deberíamos evitar caer en ese tipo de retórica, pero es una película que se sostiene muy bien en la pantalla grande y no solo por sus imágenes, también por el sonido. De hecho, logró que en las dos proyecciones del Auditorium de Mar del Plata los espectadores se quedaran atentos hasta el final, y eso que dura más de dos horas..

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mar del Plata (III)

Ayer vi una película argentina (Nosotras sin mamá de Eugenia Sueiro) y otras dos de dos de los directores franceses que más me interesan: Phillippe Garrell (Un éte brulant) y Chantal Akerman (La locura de Almayer). Estas dos últimas, si bien son de cineastas nacidos con apenas dos años de diferencia y asociados al cine francés post-nouvelle vague, son muy diferentes, y al mismo tiempo parecidas, si se me permite el oxímoron.

A ver... la película de Garrell vuelve sobre lo que, podríamos decir, son sus temas recurrentes: los amores intensos, locos, los triángulos amorosos y el suicidio. En toda relación amorosa, real, pareciera decir Garrelll, hay un sustrato no diría dramático, más bien trágico. En este caso vivenciado por un pintor (intepretado por su propio hijo: Louis Garrell) y una actriz (Mónica Belucci). Ella es una mujer un tanto irascible en la convivencia (es sobresaliente la escena en la que se encuentra con un ratón en su armario) y él es un un hombre bastante centrado en sí mismo y sus humores.

Sí, claro la historia puede ser la de cualquier pareja, pero lo que hace Garrell es llevar todo a un extremo por el cual el amor, y el desamor, la indiferencia y la presencia, son vividos con tal intensidad que la película se transforma en una suerte de representación, pero de las emociones. El contrapunto ante tanta exgeración es el de la pareja de amigos que los visitan que son más bien contenidos y no tan metatextuales, o autorreferenciales. Aunque también, por supuesto, tienen sus conflictos.

La película de Akerman es diametralmente distinta. Aquí los personajes no son intelectuales autoconcientes sino, por el contrario, son seres cuya fragilidad pasa por las condiciones en las que viven. Almayer es un europeo que armó una familia en una jungla en algún lugar de Asia. Las condiciones de vida son paupérrimas, pero Almayer no pierde su, digamos, "orgullo" europeo. Este es el sentimiento que le quiere incular a su hija, aunque ella no se siente para nada blanca. La película está basada en la novela homónima de Joseph Conrad, pero lamentablemente no la leí.

Me hubiera gustado leerla para ver qué tipo de trasposición hizo Akerman. Sin embargo, aún sin tener ese correlato, puedo decir que la película elige la discontinuidad antes que la linealidad, lo implícito antes que lo explícito (es difícil entrever qué piensan Nina y Zahira, la hija y esposa de Almayer), la imagen antes que la palabra. Si Garrell hace hablar a sus personajes y los contiene en el cuadro (los escucha y los recorta) Akerman parece tener que bucarlos todo el tiempo porque se les escapan. De hecho, la fuga es casi casi uno de los tópicos centrales de la película.

Mientras miraba la película no paraba de pensar en cómo habrá sido la filmación, el rodaje mismo. Así, mientras Garrell elige ir sobre problemas amorosos y filmar en lugares apacibles (la película transcurre en Roma y Paris), Akerman se mete de lleno en la selva de algún recóndito lugar. Igual, creo que a pesar de sus diferencias hay un sustrato común entre ambas pues ambas reflexionan sobre cómo vivir, y vivenciar el amor en las condiciones dadas. Si tuviera que elegir con cuál quedarme, al día de hoy, no sé cuál elegiría.

domingo, 6 de noviembre de 2011

No voy en micro, voy en tren

¿Qué mejor manera de llegar a Mar del Plata que no sea en tren? El cine, sabemos, estuvo estrechamente ligado a los inicios del cinematógrafo - no solo porque hay historiadores que sostienen que el hecho de ver imágenes que se movían a cierta velocidad a través de la ventana fue uno de los disparadores para su creación- sino también porque fue un tema recurrente en los cortos del período. Allí está la conocídísima La llegada del tren a la Estación de la Ciotat para probarlo, y también su réplica: la versión local La llegada del tren a la estación de Saladillo, un verdadero testimonio de época.
 
El tren no solo es un buen medio de comunicación entre los pueblos sino que también tiene un impacto ecológico menor que el resto de los medios de transporte. Es un hecho a celebrar que el tendido ferroviario del país se active - Sofse espera ampliarse y recuperar destinos a Pinamar y Mendoza . pues no solo facilitará la comunicación entre las ciudades, o poblados, también recuperará el patrimonio cultural arquitectónico: las estaciones de tren, empezando por la de Constitución, son arquitectónicamente muy lindas.
(La Ciotat)

Este año, el festival, junto con Sofse Operadora Ferroviaria, la Provincia y la Nación, incorporó un viaje especial para que algunos de los invitados nos traslademos a la ciudad balnearia en el. El servicio - que es el mismo que se ofrece en los viajes que actualmente se realizan entre la estación Constitución de la ciudad de Buenos Aires y Mar del Plata, y puede consultarse en la página web (www.sofse.gob.ar) -, es realmente impecable.

Empezando con el festival, la ceremonia de apertura fue, como todos los años, el la sala Astor Pïazzolla del Auditorium y contó con la presencia de autoridades de la Provincia de Buenos Aires como el gobernador Daniel Scioli, el intendente de la ciudad, Gustavo Pulti y la Presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Liliana Mazure. Con la poca afección a dar dsicursos que lo caracteriza, el Presidente del Festival, José Martínez Suárez, dijo "Ojalá tengamos suerte" y selló el comienzo del encuentro.

La película elegida para inaugurar la muestra fue ¡Qué vivan las Antípodas! de Victor Kossakovsky. La misma fue filmada en ciudades, lugares, que están exactamente una abajo de la otra en el planeta Tierra. A tener en cuenta, estos lugares son de las menos: al estar la Tierra cubierta de agua no siempre ocurre esto. Así, un lugar en Entre Ríos, Argentina, es el revés de un lugar en China, y un pueblito español, es la otra cara de un lugar en Nueva Zelanda. Cámara fija para retratar los lugares, y eventualmente las personas, la película remite a ese momento inicial del cine, de descubrimiento del mundo, y por momentos a películas del estilo Powaqqatsi.

Su realizador, presente en la ciudad, comentó que uno de los motores que lo incentivó a venir a filmar aquí fue que se enamoró de nuestro país cuando lo visitó 10 años atrás. La película tuvo un tiempo de realización de varios años.

martes, 1 de noviembre de 2011

26 Festival de Cine de Mar del Plata


El sábado comienza la 26 Edición del Festival de Cine de Mar del Plata. Su presidente, José Martínez Suárez, presentó ayer en Tecnópolis la programación. La misma ya se encuentra en la página del festivaL, junto con la grilla, y los puntos de venta de las entradas anticipadas. El valor es de entre 8 y 6 $ (solo para jubilados y/o estudiantes). En los puntos de venta autorizados, varios de ellos en la ciudad de Buenos Aires y algún que otro shopping suburbano, se cobrará un recargo de 3 pesos por la transacción.

El festival contará como todos los años con interesantes visitas, las más renombradas hasta el momento habían sido las de Joe Dante, creador de la fantástica Gremlins, y Alex Cox, el director de Syd and Nancy, esa extraña mezcla de biopic, docuficción, y fantasía sobre la vida del cantante de los Sex Pistols, Sid Vicious, y su novia: Nancy. El festival proyectará varios de los títulos de sus filmografías a partir de los cuales se podrá vislumbrar, y comparar, maneras de hacer y sentir el cine. Ambos cineastas, en lo que ya es un clásico de este festival, darán respectivas charlas. A estas visitas se sumó ayer al anuncio de la presencia de Williem Dafoe, actor norteamericano ciertamente dúctil y adaptable: ha filmado blockbusters, como El hombre araña, y con cineastas malditos como Abel Ferrara.


(Joe Dante)

Si de actividades especiales se trata, destacamos desde aquí las Jornadas organizadas por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. Bajo el título El foco de la crítica, y la crítica en foco distintos cronistas, teóricos, profesores, críticos (también se convocará a un realizador) disertarán el primer día (lunes 7 de noviembre a las 18 y 30 ) sobre algunaa de las películas y las retrospectivas que proyecta el festival, y el segundo día (martes 8 a la misma hora) sobre el estado actual de la crítica nuevas tecnologías mediante. Quien suscribe disertará sobre la utilidad de la crítica: ¿Sirve la crítica?

De las películas en competencia, esta cronista ha tenido acceso, por ahora, a dos. La primera, In darkness, de la polaca Agnieszka Holland, sobre un hecho verídico durante la ocupación nazi en Polonia en la que un grupo de judíos sobrevivieron bajo las alcantarillas. Contundente, fuerte, la polaca sigue mostrando su mano bien afinada para narrar de forma ficcional hechos horrorosos de la Segunda Guerra Mundial. Y Fausto del ruso Sokurov, versión libre del relato homónimo, un tanto efectista en algunos paisajes, pero que seguramente será una de las atracciones del festival.

Pero hay que destacar dentro de esta sección la proyección de la película This is not a film, de Jafar Panahi reciente, e injustamente condenado por el gobierno de la República Islámica de Irán a 6 años de cárcel, y la imposibilidad de filmar por 20 años. Recordemos que Panahi se formó en los sets de Abbas Kiarostami como asistente - en Bajo Los Olivos (1994), incluso se lo llama - y que luego realizó títulos como El globo blanco (1995) y El Espejo (1997).