martes, 29 de marzo de 2011

Conversaciòn con Luis Alarcón

(Lorena Cancela, Luis Alarcón)

Don Luis Alarcón es, a decir de muchos, "el" actor chileno. Para compartir un momento con él, en Chile, hay que estar preparado a las interrupciones: la gente lo saluda con respeto, y admiración, y él les responde caballerosamente. Luis es, también, una pieza clave dentro de la obra temprana del cineasta chileno Raúl Ruiz. Abajo, un fragmento de la conversación entre quien firma y el Sr. Alarcón que tuvo lugar en el verano del 2011 en Puerto Natales, Chile.

                            http://fundacionmuestradecineenlapatagonia.com/videos.html

L.: Luis, usted fue, y es, amigo de Raúl Ruiz…

L.A: Yo a Ruiz lo conocí a eso de los 18 años, en Concepción, porque él estaba en un taller literario allí, y yo estaba trabajando como actor. En ese entonces se hacían todo tipo de talleres artísticos, la ciudad era un polo cultural muy importante pues la Universidad tenía un rector muy culto, al que le interesaba la cultura y hacía cosas por ella. A los talleres literarios invitaba a gente de todos lados. Por ejemplo, recuerdo que vinieron escritores de San Francisco, así conocí a mucha gente que no hubiera podido conocer en otras circunstancias. Allì empezamos con Ruiz el juego de inventar cualquier cosa

L: … eran medios surrealistas…

L.A: Sí, inventábamos una historia, y el otro la seguía, o inventaba otra. Siempre estábamos bastante “regados”, con buen vino, sin droga, y eso nos soltaba la lengua, así fueron nuestros primeros contactos.

L. Ustedes tienen orígenes chilotes (de la Isla de Chiloé). Su mamá es de Chiloé, y en el caso de Ruiz, su padre. ¿Si? ¿Cómo se reconocieron?

L.A: De repente nos dimos cuenta de la “chilotancia” de su padre, y yo le dije: “Bueno, mi mamá es chilota así que yo soy más chilote que tú” (en la isla la sucesión es por la vía materna). Igual, no hicimos mucha cuestión de eso sino que en la imaginería de él, y en la mía, hicimos contacto. De repente, nos dimos cuenta, o no nos dimos cuenta de eso, y así nos empezamos a entender. Y eso llega hasta hoy: seguimos en la misma onda, hablando el mismo idioma. Es algo bastante especial.


L.: ¿Cuándo surgió La cofradía de los Caballeros Antiguos?

L.A: Los Caballeros Antiguos fue una idea que se le ocurrió a Raúl espontáneamente. Él quería fundar una sociedad, e invitó a amigos a conformarla. Estaba integrada por poetas, literatos, pintores y nos unía, sobre todo, el sentido del humor, el hecho de reírse un poco de la vida, de ser un poco irónico. El conocimiento idiomático y creativo se palpaba en cualquier reunión. Nunca peleábamos, discutíamos pero con imaginación. Y así surgía la asociación libre. También teníamos el gusto de comer, y beber cosas ricas, sin llegar al extremo de emborracharse, solo por el placer de degustar. Nos reuníamos en cualquier bar, o en alguna casa. Los miembros eran de toda clase, incluso había miembros que no sabían que eran miembros, pero lo eran como el poeta Molina. Un poeta que nunca escribió, ni publicó nada…

Copyleft Lorena Cancela

martes, 22 de marzo de 2011

5 p'al peso, en Checo

Nota publicada en revista Caras y Caretas, marzo 2011

Hay alfombras de todos los colores
Por Lorena Cancela

Desde la Antigüedad Clásica hasta nuestros días los hombres nos hemos juntado para celebrar el arte en las competencias griegas para elegir la mejor tragedia o comedia, en los espectáculos ambulantes de la Edad Media o en los conciertos de rock. El cine no se ha quedado afuera de estos festejos, e inventó los festivales: eventos donde, entre otras cosas, se premian películas. Estas son elegidas por un jurado integrado por profesionales del cine: actores, directores, críticos, escritores y/o periodistas. Lo de que premian a la mejor película es relativo, pero legítimo: películas que pasan desapercibidas en un festival son las estrellas en otro. A ningún arte como al cine le queda tan bien la frase "cada maestrito con su librito".
Desde una perspectiva histórica los premios son también el testimonio de una época: en la primera Muestra de Cine, realizada en Venecia en el año 1932, galardonaron a la cineasta nazi Leni Riefenstahl. En el año ’34 el Mejor Film Extranjero ya se llevaba a su casa la Copa Mussolini. Dicen que estos hechos fueron el puntapié para que un grupo de críticos franceses le pida a su gobierno realizar un festival más imparcial y así, unos años más tarde, surgió Cannes. Los franceses suenan orgullosos al comentar que la única vez que no se celebró fue en 1968. Pero éste también tiene sus entretelones: a Francois Truffaut, un año antes de que fuera premiado por Los cuatrocientos golpes, le negaron la acreditación como crítico por sus comentarios en contra de la cinematografía de su país.
Cannes, Berlín, Venecia son los festivales europeos más importantes y, en alguna medida - el eurocentrismo todavía sigue vigente en el mundo del cine-, los que marcan la agenda internacional. Las malas lenguas dicen que por estar en algunas de las secciones de Cannes hubo algún cineasta argentino que cambió un plano de su película por sugerencia de los curadores. También es cierto que son estos mismos festivales los que promueven a directores de países emergentes, o directamente carentes de políticas cinematografías, como Tailandia, Filipinas, o Irán. Y que fuera de los festivales (se hagan aquí, o allá) es cada vez más dificultoso, por la hegemonía de Hollywood, conocer qué está pasando en el mapa cinematográfico.

viernes, 18 de marzo de 2011

Texto publicado en Revista Lindes, en diciembre del 2010


Lo nuevo y lo nuevo
Por Lorena Cancela

"Nosotros, por nuestra parte, somos los primeros cineastas que sabemos que Griffith existió.” (Jean Luc Godard).

En los últimos años distintos críticos, teóricos y profesionales del cine, han homologado los nuevos cines de fines de los ’50, con los nuevos cines de la década del ’90. Inclusive los han llamado de igual manera. En este artículo, más allá de la conocida polémica por la nomenclatura, nos proponemos reflexionar sobre qué aspectos son comparables entre ambos momentos, y cuáles no, para demostrar que habría que reflexionar sobre los paradigmas que utilizamos en pos de comprender algo del tan heterogéneo cine contemporáneo.

El cine en sus inicios eligió como tema de representación, y a diferencia de la fotografía (2), al “momento cualquiera” (las tomas de vista de los Lumière). Sobre éste, a contramano de lo que había ocurrido con la pintura, construyó sus teorías, y explicaciones del mundo. Para los estudiantes de cine seguramente sea el nombre del teórico André Bazin el más conocido dentro de la corriente que, allá por los años ’50, creía que la imagen develaba algo de la ‘ambigüedad de la realidad’.
En la misma época, se hizo fuerte el concepto de cinefilia. Ésta, a mediados de los años cincuenta se relaciona fundamentalmente con Francia (3). Allí, André Bazin fundó la revista Cahiers du cinéma, sistematizó la profesión del cinéfilo y promovió tanto al neorrealismo como a determinados realizadores norteamericanos. Así surgió la nouvelle vague. Con el tiempo, esta última inspiró e impulsó (con su modo de producción alternativo y original estética) a que otros realizadores, en distintas partes del mundo, se sientan interesados por la realización.
En la Argentina, por ejemplo, la llamada Generación del ’60 dialogó con aquella. Uno de sus representantes, Manuel Antín, afirma: “Por entonces creo que ya había visto Los cuatrocientos golpes o alguna otra película de Chabrol. Godard. Chabrol, Truffaut, Bergman eran los directores que nos interesaban, y eran como nosotros: Vivían en otros países, pero llegaban al cine no por el camino de la educación sino por el de la literatura, la pintura. Una de las características importantes de esta generación es que fue una reunión espontánea de nombres que hicieron determinadas películas y compartían el rótulo de cine hecho en la calle junto con nuevos actores y, en algunos casos, técnicos.” (4)
Por supuesto, esto debe entenderse también dentro de un contexto donde las industrias cinematográficas nacionales transitaban su ocaso. Aunque ese es tema para otro artículo. La influencia de la nouvelle vague se hizo sentir también en otros países. En Irán, por la misma época (los ’60) nació el nuevo cine iraní, y en la Argentina la Generación del ’60 (también llamada cine callejero). Estos tenían como referencia a los nuevos cines europeos. Así, si en Sin Aliento de Godard la cita es sobre el rostro de Humphrey Bogart, en las películas de Antín las referencias son a las películas francesas.
Sin embargo, esos nuevos cines de los ’60, ’70 (y en pocas palabras: los procesos históricos y sociales son más complejos e intrincados), se vieron sofocados, a principios de los ’80, por los contextos políticos, y la creciente (aunque constante desde los ’20) hegemonía de Hollywood en lo que atañe a la distribución, y exhibición de películas. Hubo que esperar hasta mediados de los años ’90 para volver a hablar de nuevos cines.
A diferencia de lo que pasó en nuestro país, estos nuevos cines fueron denominados por distintos autores como segundos nuevos cines. Dentro de éstos, podemos nombrar al segundo nuevo cine taiwanés, y el segundo nuevo cine iraní (5), y a sus directores Hou Hsiao hsien, Tsai Ming liang, y Abbas Kiarostami…
Ahora bien, ¿no será también el indicio de  un estado de cosas que estemos refiriéndonos a directores asiáticos? Si se armara un libro de ruta de la cinefilia de los últimos 60 años, se visualizaría un camino  que, a grandes rasgos, podría describirse así: Los cinéfilos franceses admiraban el llamado cine de autor de Hollywood, luego los cinéfilos de los países emergentes del S.XX (ej: Argentina, Taiwán, Irán) admiraron a los franceses, y en la actualidad, como devolviéndonos el gesto, cierta cinefilia francesa (se puede observar la programación de la Quincena de Realizadores, o Un certain regard en el festival de Cannes de los últimos años) tienen como objeto de su afecto a películas de realizadores asiáticos, o argentinos.
Pero no nos vayamos de tema. A los nuevos cines de los ´60 y los ’90 los une, entonces, la cinefilia (6). Podríamos agregar que también los aúna el hecho de querer a filmar a cualquier costo, fuera de estudios, con actores no profesionales, o desconocidos por el gran público. Mas ¿el estado del cine mundial es igual que al de los años ’50, ’60?