jueves, 20 de diciembre de 2012

Lista de películas preferidas


Este año me pidieron que confeccione, en respuesta a la encuesta de Sight and sound, una lista de 50 películas preferidas. Me quedaron estas. La verdad, no sé si son las “mejores” de sus directores, y algunas de ellas no son obras maestras de la historia del cine como El Exorcista. Lo que sí se es que todas, por uno u otro motivo, tienen que ver con mi vida como cinéfila y también con mi vida personal.

De cada una de estas películas atesoro en mi mente una o más escenas, algún que otro sonido, música o canción. En honor entonces al impacto que han ejercido en mi memoria es que las he elegido. Las agrupé cronológicamente aunque, obviamente, no las vi en ese orden. Hay muchas grandes películas hechas 50 años atrás que, como Umberto D,  lamentablemente tienen actualidad.

Soy conciente de que hay saltos que pueden  parecer ser al vacío (que en ella convivan ET de Spielberg y Primer Plano de Kiarostami por ejemplo), pero ese es el aspecto lúdico que también tiene confeccionar una lista de la que, como en mi caso, no pretendo nada: ni convencer a alguien, ni discutir,  ni ser la descubridora de nada.

La consiga era confeccionar una lista que sea una respuesta a la de Sight and Sound entonces como argentina y cinéfila tengo que decir que Más allá del olvido, del argentino Hugo del Carril, cuenta la misma historia que Vértigo de Hitchcock, pero fue realizada 2 años antes.
       
1) One week (1920) Buster Keaton
2)      Luces de la Ciudad (1931) Charles Chaplin
3)      I was born but (1932) Yasujiro Ozu
4)      Une partie de Campagna (1936) Jean Renoir
5)      La fiera de mi niña (1938) Howard Hawks
6)      The Cat people/La marca de la Pantera (1942) Jacques Tourner
7)      Umberto D (1952) Vittorio De Sica
8)      La Ventana Indiscreta (1954) Alfred Hitchcock
9)      Il viaggio in Italia (1954) Roberto Rosselini
10)   Más allá del  olvido (1956) Hugo del Carril
11)   Tiré Die (1958) Fernando Birri.
12)   Sin Aliento (1959) Jean Luc Godard
13)   Cleo de 5 a 7 (1962) de Agnés Varda
14)   Los paraguas de Cherburgo (1964) Jacques Demy
15)   Repulsion (1965) Roman Polanski
16)   Au Hasard Baltazar (1966) Robert Bresson
17)   El Dependiente (1969) Leonardo Favio
18)   El Pasajero (1972) Michelangelo Antonioni
19)   Los traidores (1973) Raymundo  Gleyzer.
20)   Palomita Blanca (1973) Raúl Ruiz
21)   El exorcista (1973) William Friedkin
22)   Una mujer bajo influencia (1974) John Cassavettes
23)   The killing of a Chinese Bookie (1976) John Cassavettes
24)   Suspiria (1977) Darío Argento
25)   El resplandor (1980) Stanley Kubrick
26)   E.T El Extraterrestre (1982) Steven Spielberg
27)   Y la nave va… (1983) Federico Fellini
28)   Doble de Cuerpo (1984) Brian de Palma.
29)   Rue Fontaine (1984) Philippe Garrell.
30)   Primer Plano (1990) Abbas Kiarostami
31)   La Edad de la Inocencia (1993) Martin Scorsese.
32)   Bajo los Olivos (1994) Abbas Kiarostami
33)   Chungking Express (1994) Wong Kar Wai
34)   Ángeles Caídos (1995) Wong Kar-wai
35)   Calendar (1993) Atom Egoyan
36)   La Adicción (1995) Abel Ferrara
37)   La princesa Mononoke (1997) Hayao Miyasaki
38)   Beau Travail (1999) Claire Denis
39)   Bailarina en la oscuridad (2000) Lars Von Trier
40)   Elogio del amor (2001) Jean Luc Godard
41)   La libertad (2001) Lisandro Alonso
42)   Perdidos en Tokio (2003) Sofía Coppola
43)   Good Bye, Dragon Inn (2003) de Tsai Ming Liang
44)   Café Lumière (2004) Hou Hsiao Hsien
45)   Tropical Malady (2004) de Apichatpong Weerasethakul
46)   Belle Toujours (2006) Manoel de Oliveira
47)   Luz Silenciosa (2007) Carlos Reygadas
48)   La mujer sin cabeza (2008) Lucrecia Martel
49)   El Puerto (2011) Aki Kaurismaki
50)   Tabú (2012) Miguel Gómes

martes, 11 de diciembre de 2012

Calendario 2013, Museo del Cine



La semana que viene saldrá a la luz el ya clásico Calendario 2013 del Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken. Este año se homenajea desde la tapa a Leonardo Favio con una imagen de la película Fuiste mía un verano de Eduardo Calcagno. Hay que destacar que el título general del almanaque es Ritmo, amor y picardía.

Charky García, Palito Ortega, Amelita Vargas, Diego Capusotto, Diego Torres, John Mc Inerny (de El último Elvis), son algunas de las figuras que aparecen en los diversos meses del año.

Por séptimo año consecutivo, la Dirección General de Museos y el Museo del Cine eligieron a Cinecolor Argentina, por su compromiso con el cuidado del patrimonio cultural y cinematográfico, para realizar la presentación de su calendario 2013.



En los sucesivos meses se presentan las siguientes películas:

ENERO: Alma de Bohemio (Dir. Julio Saraceni, 1949), con Alberto Castillo
FEBRERO: Ayúdame a vivir (Dir. José A. Ferreyra, 1936), con Libertad Lamarque
MARZO: Adiós Sui Generis (Dir. Bebe Kamin, 1975), con Charly García
ABRIL: El astro del tango (Dir. Luís Bayón Herrera, 1939-40), con Hugo del Carril
MAYO: El último Elvis (Dir. Armando Bo, 2012), con John Mc Inerny
JUNIO: Fiebre de primavera (Dir. Enrique Carreras, 1964-65), con Palito Ortega
JULIO: La secta del trébol (Dir. Mario Soffici, 1947), con Amelita Vargas
AGOSTO: Luca (Dir. Rodrigo Espina, 1999-2007), con Luca Prodan
SEPTIEMBRE: La edad del amor (Dir. Julio Saraceni, 1954), con Lolita Torres
OCTUBRE: Pájaros volando (Dir. Néstor Montalbano, 2011), con Diego Capusotto
NOVIEMBRE: ¡Viva la vida! (Dir. Enrique Carreras, 1969), con Los cinco latinos
DICIEMBRE: Extraños en la noche (Dir. Alejandro Montiel, 2011), con Diego Torres
Calendario 2014: Sandro, en una fotografía publicitaria de Olga Massa, circa 196
Tapa: Fuiste mía un verano (Dir. Eduardo Calcagno, 1969), con Leonardo Favio
Contratapa: Ceniza al viento (Dir. Luis Saslavsky, 1942), con Tita Merello

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mar del Plata 2012 (II): Las premiadas


Dentro de la Competencia internacional el premio más importantes recayó en la rumana Beyond the hills, de Cristian Mungiu, un relato sorprendente y humanista sobre un grupo de religiosas ortodoxas comandadas por un pastor que en pleno siglo XXI intentan rescatar a una joven posesiva y violenta que llega a la comunidad en busca de su amiga de infancia. Los fallidos intentos por recuperarla, hospitalización mediante, les lleva a concluir a los religiosos que se trata de una posesión demoníaca y practican lo que ellos consideran un servicio, más conocido como exorcismo. A partir de allí, y como en otras películas de ese país, quedará al descubierto la burocracia policial y la ineficiencia del sistema de salud, temas característicos del cine rumano, y que hace unos años tuvo en La noche del Señor Lazarescu de Cristi Puiu, uno de sus grandes ejemplos.

La solvencia del montaje y de la puesta en cuadro es tal que la película termina siendo una sucesión de planos casi pictóricos. Hay una sola secuencia que me pareció que escapa un poco a esta armonía y es cuando Voichita va a buscar al hermano de Alina para preguntarle si está de acuerdo con que le practiquen el servicio a su hermana. En esta secuencia vemos que Voichita se acerca al cuarto, lo despierta y luego van a encontrarse con Padre. No suma a la historia, ni a la estética de la película. El resto es impecable y así lo confirmo el silencio que reinó en la sala durante las más de dos horas y medio de proyección.

En la Competencia argentina se premió a Celestino Campusano como Mejor director por Fango, y a Hermanos de Sangre de Daniel de la Vega como Mejor película. Si algo une a estos directores es el hecho de que ambos se han mantenido leales a su estilo y modo de producción. En el caso del primero, haciendo un cine visceral que se mete en los lugares pocos visitados del conurbano bonaerense: donde las motos, las armas, el alcohol y el sexo desenfrenado son moneda corriente; y en el otro caso, manteniéndose fiel a las coordenadas de los géneros de terror y del suspenso. Además los hermana el modo de producir sus películas: mucha creatividad con poco presupuesto.

De la Vega está en el cine hace muchos años y sus primeros cortos son una muestra de su habilidad para crear mundos fantásticos con pocos recursos. Sueño profundo, uno de sus cortos de graduación, es un ejemplo. Daniel es también una referencia ineludible de eso que un tiempo atrás se definía como HorrAr, películas argentinas que trabajaban con el género, raramente se estrenaban en el país pero se comercializaban en el exterior. Campusano tiene muchas virtudes como narrador y lo ha venido demostrando a lo largo de su filmografía. Los reconocimientos para ambos son más que merecidos.

Este año hay que felicitar también al público que, además de mostrarse respetuoso e interesado, votó como Mejor Película al maravilloso documental del ítalo- argentino Daniele Incalcaterra: El Impenetrable. Narrado en primera persona El Impenetrable es la lucha del mismo Daniele por recuperar unas tierras que su padre, con el que no se llevaba bien, compró en el Chaco paraguayo. A partir de allí se encontrará con registros de propiedad que no coinciden, un Al Capone de la región, y un Estado que, a pesar de sus buenas intenciones, poco y nada hace, o puede hacer, frente al desmonte y la pérdida de biodiversidad, entre otras cosas. La triste historia, sin embargo, no deja de tener sus momentos cómicos, encarnados sobre todo en Incalcaterra quien frente a las vicisitudes que atraviesa termina pareciéndose a un anti- héroe woodylleanesco

No queremos develar muchos detalles de la trama, ni el desenlace que como espectadores descubrimos al mismo tiempo que el protagonista de la película, pero sí contar que el rodaje duró más de un año y que en el medio Incalcaterra fue padre junto a su pareja, también productora del film, Fausta Quattrini. Consecuentemente el legado material y simbólico es uno de los temas principales de la película. La buena noticia para los lectores es que El impenetrable se exhibirá a partir de este jueves en el Gaumont:

Otra película que obtuvo distintos premios, incluidos los no oficiales como el de ACCA, es de Martes a martes de Gustavo Fernández Triviño. La película tiene una potencia narrativa y una puesta en escena arrolladoras - en parte es uno de los ejemplos en los que pensaba el Presidente del festival cuando sostuvo que el cine argentino está recuperando su capacidad de contar historias-,pero si la analizamos a la luz de las acciones de su personaje principal (un fisicoculturista que tiene múltiples trabajos para mantener a su familia) es más difícil elogiarla. Es que el personaje tiene dos tipos de comportamientos bien marcadas; el primero en el que parece “bueno” (y todos se aprovechan de él), el segundo en el que se transforma en malo. Este punto de giro se produce cuando el susodicho, abyectamente, mira detenidamente como un hombre viola a una mujer. A partir de allí  nuestro protagonista hará un giro drástico y con tal de conseguir su objetivo hará uso de la frase “el fin justifica los medios”.

El desenlace de la película es inquietante. Por un lado, parece un final de película bizarra, inusual, del estilo de películas de cárcel de los años ’70. Por otro lado, si tomamos este final y lo que allí pasa como muestra de una ideología mayor, como sociedad estamos en problemas.
Me hubiese gustado preguntarle al director qué punto de vista tiene sobre su personaje (actuado maravillosamente por Pablo Pinto un actor hasta el momento desconocido que está cosechando varios premios) mas no lo crucé. Ojalá cuando se estrené la película se inicie una reflexión que vaya más allá de las virtudes cinematográficas que indudablemente tiene de Martes a martes

martes, 27 de noviembre de 2012

Mar del Plata 2012 (I) La Sirga/El Limpiador


Se desarrolló en la ciudad de Mar del Plata, el 27 festival Internacional de Cine. Presidido por José Martínez Suárez, este año en especial el evento contó con una programación de calidad, y pareja. Esto en parte explica que las salas hayan estado colmadas y se produzcan pocos éxodos. Además, el festival programó actividades especiales entre las que se contó la muestra de afiches del cine suizo curada por el periodista y crítico Pablo De Vita.



También hubo presentaciones de los libros: Imitación de la vida – Crónicas de cine, compilación de críticas publicadas entre 1980 y 1995 del reconocido crítico de cine peruano Isaac león Frías (más conocido como Chacho), el último tomo de las crónicas de Alsina Thevenet y Estado Transitorio. Cinefilia en el Siglo XXI de quien firma. Para la ocasión proyecté el corto Artaud doble Bill del cineasta armenio-canadiense Atom Egoyan, corto integrante de la película To each his own cinema (2007). Estuvo muy bueno, todas las presentaciones son diferentes y aportan algo nuevo, en este caso me reencontré con seres queridos y  personas de Córdoba y El Bolsón, entre otros.


Además el festival ofreció  clases, focos como el del cine sur-coreano, retrospectivas como la de la francesa Sandrine Bonnaire, charlas  y etc. Y por supuesto, anécdotas: graciosas, penosas, patéticas. Una de ellas protagonizada por esta cronista que nuevamente fue confundida con la actriz Valeria Bertuccelli en este caso por un director de cine independiente argentino. Que ciertos directores de cine argentino se creen que son genios iluminados, superiores en alguna medida al resto de los mortales no es una novedad. Pero en esta situación este rumor quedó particularmente en evidencia. Quien suscribe estaba desayunando, mirando la nada, cuerpos sin forma en el ángulo de visión. El director  se acerca, me saluda y me dice: ¡Hola Vale! Frente a lo cual respondo “me parece que te estás confundiendo.” “¿Cómo. No sos Valeria?. No, respondo. A lo cual el tipo agrega: “¿Y por qué me mirabas con cara de Valeria como diciéndome salúdame?”. A lo cual le respondo: “Perdoname, pero a vos no te miraba”.

Cada uno con sus gustos desde ya, pero no miraría a este señor con otros ojos que no sean como cineasta de buenas películas. Es decir, lo miraría con todo el respecto que como artista se merece, y no a él sino a su obra. Lo significativo de la situación no es que me haya confundido  (me ha pasado varias veces y me he divertido mucho al respeto) sino que me haya acusado de que se confundió porque yo lo miraba. En fin… Por suerte, había otro colega que,  si lo pienso bien, es como una especie de caballero que me viene a rescatar de ciertas situaciones extrañas en los festivales de cine que puso paño frío a la situación, así que a él mis agradecimientos. Ciertamente, aparte depara ver  películas, un festival de cine es un momento de convivencia y, de alguna manera,  una muestra de conductas sociales. Y de limitaciones propias, y ajenas.

Yendo a las películas, empiezo por las latinoamericanas. En primer lugar, por la coproducción colombiana- mexicana- francesa La Sirga de William Vega. La película está en ese confuso horizonte entre el documental y la ficción. Emplazada en un paraje del interior de Colombia los protagonistas de la película (una mujercita y su tío)  lidian con el día a día de un lugar en el cual, para sobrevivir, deben autoabastecerse. Están además a la espera de unos turistas, y por eso están refaccionando el lugar (La Sirga). Debo decir que la película me recordó por momentos a La teta asustada (no solo por el plano donde un hombre grande espía a una mujer menor desvestirse) sino por la mirada sobre el lugar entre distante y comprensiva. Está muy bien filmada, excelentemente filmada, aunque un poco  me dejó la sensación de que es  una película pensada para el ojo de los programadores de los festivales de cine europeo.



El limpiador es, por el contrario, una película de guión y enteramente de ficción. En su ópera prima Adrián Saba, de apenas 23 años, eligió controlar el entorno y a los personajes (que se cuentan con las manos) y hacer una película un poco a contramano, en el mejor sentido, de lo que cine latinoamericano debe ser: refiriendo sutilmente al género de la ciencia ficción, retratando los lugares de una manera abstracta (es decir lejos del pintoresquismo) y contando una historia, un encuentro entre dos seres: un hombre y un niño. En este sentido,  si hubiera que emparentar a la película con alguna otra ésta estaría más cerca de ciertos directores norteamericanos (tal Sofía Coppola) que de otros compatriotas.



Eso no significa que  Saba no aproveche Lima y sus alrededores (de hecho ha dicho que quiso filmar en una época determinada porque la niebla tiene una densidad particular en ese momento)  pero los utiliza resignificándolos, dotándolos de un sentido que no tenían. Es prometedor el debut de Saba y ojalá que la buena recepción que está teniendo la película en distintos festivales, lo ayude a hacer otra. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Eugenio Zanetti, homenajeado en Tandil Cortos 2012


Eugenio Zanetti es cordobés. En los ’60 emprendió un viaje que hoy lo hace residir entre la Argentina y Los Ángeles. Su primer trabajo en el cine fue de la mano del director e intelectual italiano Pier Paolo Pasolini. Nunca se imaginó ganador de un Oscar, pero en Hollywood se ganó uno. A propósito de esta carrera sorprendente, el maestro fue homenajeado el fin de semana pasado en Tandil Cortos. El clásico evento de la ciudad homónima (con la dirección general de Luciano Majolo y la dirección artística de Pablo De Vita) que este año celebró su 9 edición y proyectó 49 cortos entre las distintas categorías: Ficción, Animación, Documental, Videominuto, etc. 

El film que se llevó el Ojo de Piedra al Mejor Cortometraje fue "Crónica de la muerte de Paco Uribe" de Santiago Canel quien también se quedó con el Ojo de Piedra al mejor director. Abajo un fragmento de una entrevista con Zanetti publicada en el número de marzo de esta año de la revista Caras y Caretas.

(Teatro del Fuerte, domingo 11/11. Foto: Cesar Tynik)

- Su primer trabajo en cine ¿fue en Afganistán?
E.Z: A los 19 años fui a Europa, y a los 20 fui por tierra con unos amigos a Pakistán, Irán... A mí me interesaba el sufismo, esa filosofía no religiosa con origen en Asia Central. Eran los años ’60, y si bien no fui a buscar un gurú como Los Beatles, fui como todo joven a por una búsqueda. Llegué a Afganistán y por distintas razones tuve la suerte de acercarme a Pasolini y sugerirle como locación para su Medea Turquía Central. Eso me valió mi primera experiencia en cine y trabajar con él en el departamento de arte.

-¿En qué se basa para crear, o recrear, mundos imaginarios o reales?
E.Z: Yo tengo la impresión de que todos los espacios en el universo son imaginarios. En Oriente dicen que la realidad es una ilusión, pero que la verdad siempre es mostrada. Por ejemplo, el lugar donde estamos ahora refleja mi idea de Buenos Aires, de cómo era mi infancia, etc. Lo que yo hago, en el teatro o el cine, es seleccionar algunas imágenes de esa ilusión y darle una forma que ilustre el conflicto dramático, las fuerzas que se oponen en el texto.

- ¿Cómo es trabajar en Hollywood?
E.Z: Yo creo en la adaptabilidad, ser adaptable es la base de la supervivencia. Siendo argentino, y con mi formación europea, fui a trabajar allá no para aportar sobre lo técnico sino sobre otras cosas, como mis conocimientos en Historia del Arte. Pero al hablar de estas cosas allá hay que ser flexible, ellos no son intelectuales como nosotros.

- Ganar un Oscar ¿en qué le redundó?
E.Z. El Oscar a mí no me cambió la vida, pero creo que me cambiará la muerte. Es que seguro que lo primero que dicen es Ganador de un Oscar (Risas). Es un punto, son marcas en el espacio y en el tiempo que ocurren en la vida de todas las personas. Estoy contento, aunque no significa nada muy especial.

- Me ha dicho que el segundo acto de su vida fue en Los Ángeles, y el tercer acto es entre Los Ángeles y Argentina. ¿Se siente cómodo aquí?
E.Z: Hoy siento que a la Argentina tengo cosas que devolverle. He vivido muchas argentinas, y la Argentina de hoy, a pesar de sus contradicciones, me gusta, me encanta, es mucho mejor que muchas argentinas que vivimos antes en medio de conflictos tremendos y tiranías militares. Pero no le pido nada al país: todo lo que no pude hacer acá, lo hice afuera.


martes, 6 de noviembre de 2012

Leonardo Favio/Aniceto

Este texto lo escribí cuando se estrenó Aniceto en el 2008, la última película de Leonardo Favio. Le agrego una foto que es de Leonardo en pleno rodaje, mirando por el objetivo. Quiero recordarlo así. Es que de acuerdo con distintas entrevistas que se estuvieron difundiendo en las últimas horas, él, como realizador, prestaba particular atención al encuadre, y a mirar por el objetivo. En una de esas charlas también dijo que su obra se acababa cuando se acababa su vida, y en eso me voy a tomar el atrevimiento de disentir...


Aniceto

Leonardo Favio es, sino el más, uno de los cineastas más importantes de la Argentina. Tiene, a diferencia de otros grandes directores como Manuel Antín, David José Kohon, Hugo Santiago y otros tantos, la particularidad de interesar a dos sectores de la cinematografía que en el país están, muchas veces, simbólicamente enfrentados: el público y la crítica o estudiosos. Leonardo es nuestro Hitchcock, si bien su cine poco se relaciona con el del maestro inglés. Su figura como cantautor fuera de la pantalla es, además, objeto de adoración: A veces en tanto sincero reconocimiento, otras como gesto simplemente kitsch o snob, sus canciones son citadas, o referidas, en la obra de varios colegas y coetáneos.


Los avatares de su vida y su lucha son también objetos de reflexión. Y a sus ’70 años las declaraciones hechas estos últimos días a propósito del estreno de Aniceto en el país, lo muestran como un hombre ameno, dulce, que da sus respuestas acerca de fuertes interrogantes como la muerte, el lugar del cine en la vida, las influencias, lo que significa ser de un lugar y terminar en otro y cómo se sobrelleva ese desgarro.

El estreno local de Aniceto tiene una importancia que excede lo meramente cinematográfico para transformarse en un hecho cultural de envergadura. Hace años que Favio no presenta una nueva película. En su caso el tiempo entre uno y otro film enaltece su producción dándole variaciones. Es que él, como siempre dice, no vive del séptimo arte: Sus necesidades para filmar son meramente artísticas y no económicas liberándolo de condicionamientos de todo tipo.

En cuanto a su estilo, éste transitó por distintas formas narrativas: Del neorrealismo/nouvelle vaguista propio de los años ’60 en Crónica de un niño solo a un ascetismo formal no exento de ecos bressonianos en El dependiente; de la exageración y las posibilidades técnicas con el 35 mm y el color en Nazareno Cruz y el lobo a la experimentación digital en Aniceto, sin dejar de mencionar sus reflexiones sobre le peronismo y su lugar en la sociedad en Gatica, el mono o Perón, sinfonía del sentimiento, Así, su filmografía toda podría ser estudiada como un muestrario de los movimientos artísticos y sociales de una parte del S.XX y principios del S.XXI en el país.

Al igual que sus contemporáneos más jóvenes, en Aniceto gracias a la tecnología digital, el cineasta amplificó las posibilidades plásticas de la imagen. Hay planos que por su artificiosidad remiten a las pinturas de Magritte, tanto como a la abstracción. Otro tanto podemos afirmar del sonido, muy presente a través del canto de unos grillos y la partitura musical. Pero también incorporó otras expresiones como la literatura y la danza, haciéndose eco de la frase del filósofo Alain Badiou: “El cine es todas las artes más una”.

La historia de la película está basada en el cuento de Zuhair Jury (su hermano) llamado El cenizo, el mismo que tiempo atrás le sirvió de inspiración para Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza... y unas pocas cosas más. Apenas comenzada la película, la suave voz del mismo Leonardo nos indica que ésta lo visitaba en sus desvelos y por eso decidió retomarla. La misma cuenta las vicisitudes de Aniceto (Hernán Piquín) entre dos amores: Francisca (Natalia Pelayo) que responde al estereotipo de la mujer de su casa del interior del país y Lucía (Julieta Baldoni), una variante de femme fatale. En el medio, y quizás en tanto verdadero objeto del amor del hombre, se encuentra un gallo el cual, es sabido, desencadena la tragedia final.

Dicho esto valga una aclaración: es cierto que la polarización entre estas dos mujeres podría parecer un tanto vetusta para ciertos parámetros de representación actuales, pero también lo es que ir a ver Aniceto no es ir a ver un melodrama. Finalmente, el desenlace ya lo conocemos.

Ir a ver Aniceto es como ir a ver una obra de teatro Noh japonés: Los espectadores conocen el final, pero igual van a disfrutar las habilidades para la representación de sus intérpretes y, en este caso, el prodigio para filmar de su demiurgo. Ir a ver Aniceto es conectarse con el placer que puede brindar el arte, eso que alguna vez alguien definió como opuesto al mundo, sin condicionamientos de cánones de ningún tipo.

De todas maneras, la película no se consume en su interioridad. Pues si lo que prima en la pantalla, chica sobre todo, es un naturalismo extremo el cual nos lleva a mirar como se practican en un quirófano operaciones de todo tipo que el cine nos proponga cada tanto conectarnos con otros aspectos de la realidad, la danza por ejemplo, es un acto de resistencia. 

Cierta vez, el cineasta iraní Abbas Kiarostami escuchó que su amigo Milan Kundera le contaba que su padre, al final de la vida, solo decía “¡Es extraño! ¡Es extraño!”. Abbas interpretó esa frase no como que el hombre no tuviera más que decir sino como resumen de su existencia, y a propósito del estreno de una de sus películas dijo: “Si me preguntaran qué hice yo como director de Ten, diría, nada. Sin embargo, si yo no existiera esta película no existiría… Estas son mis dos palabras, sintetizan casi todo.”
Aniceto, quizás sea las dos palabras de Leonardo Favio. Esperamos que el destino nos brinde su próximo film. 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Entrevista de Oscar Razani sobre Estado Transitorio, en Página 12


“El cine tiene un vínculo desacralizado”

La autora hace un análisis exhaustivo del profundo cambio que experimentó en los últimos años la relación del espectador con lo que sucede en pantalla. En ello juega un rol central la explosión tecnológica, que desarrolló una multitud de foros virtuales de debate.

 Por Oscar Ranzani
La irrupción de las nuevas tecnologías ha provocado cambios sustanciales en la mayoría de las disciplinas artísticas, y el cine no es la excepción. La investigadora Lorena Cancela se vale de herramientas como la filosofía y la semiótica para dar cuenta de ellas en el libro Estado transitorio: Cinefilia en el siglo XXI (Editorial Djaen), para analizar cómo se modificó el comportamiento de los espectadores en los últimos tiempos. La inclusión del 3D, el cambio de los escenarios públicos a los privados, el surgimiento de los denominados “cinéfilos mutantes”, el estado de la crítica, la relación entre el cine y el consumo son algunos de los ejes temáticos que llevaron a Cancela a reflexionar sobre ese “estado transitorio” que, según describe, en la actualidad “es preferible decir que el cine está siendo tal o cual cosa a decir que el cine es tal o cual cosa”. Cancela señala que, a lo largo de su historia, el Séptimo Arte siempre se preocupó por tratar de definirse y de buscar su esencia. “Por supuesto que, a lo largo de los años, la pregunta tan maravillosa ‘¿Qué es el cine?’ fue respondida de diferentes maneras. Y hoy es transitorio porque no podemos llegar a dar una respuesta unívoca de qué es el cine. No hay una idea generalizada a propósito de esto. En todo caso, hay muchas ideas sobre lo que es el cine hoy.” Bajo ese marco conceptual, la investigadora analiza la recepción y las nuevas formas que el espectador tiene de relacionarse con las películas a través de nuevos hábitos de conducta.
–¿Cómo analiza al nuevo espectador con un rol más activo?
–Pasan dos cosas. El espectador tiene nuevas maneras de acceder al material y nuevas maneras de involucrarse con ese material. Antes, uno para tener la película que le gustaba inevitablemente tenía que ir al cine. La única manera de ver las películas y comentarlas era yendo al cine. Ni siquiera en los ’60 existía el VHS. El VHS fue modificando esto, pero las nuevas tecnologías lo tiraron por la borda. Hay un tema: uno no podía pasar el VHS como un archivo a alguien que está en Tailandia. Y hoy esto es posible. De hecho, se arman grupos colectivos de cinéfilos que intercambian información de esa manera. Y esto se ve en la cantidad de publicaciones que proliferan. Hay como una cuestión global y colectiva de gente que se junta porque comparte ciertos gustos o intereses por películas que no necesariamente fueron exhibidas en sus países de origen.
–¿El cambio en la recepción del cine se debe solamente a estos avances tecnológicos o también tiene que ver con cuestiones sociales y culturales?
–Obviamente tiene que ver también con cuestiones sociales y culturales. Yo lo pienso desde el lado del cine, pero hay gente especialista y experta en ver cómo las nuevas tecnologías modifican la manera en que las personas se relacionan: desde conocer a alguien por Internet (un gran cambio social) al hecho de que la tecnología sea la “memoria” de la gente. Para bien y para mal, las nuevas tecnologías están condicionando la forma en la cual se relaciona la gente y hay un montón de embrollos que se generan por esto. Y también hay muchas películas que hablan de esto.
(foto Raúl Iturrieta, San Juan8)
–¿Por qué señala en su libro que, a diferencia de otras artes, “cualquiera puede hablar de cine”?
–Todos podemos hablar de cine porque éste es mucho más desacralizado que la pintura o el teatro, por ejemplo. Es un medio de expresión mucho más cercano a la gente y genera que todos opinen. En la televisión pasa todo el tiempo: uno ve la TV y, en algún momento, aunque no sea un programa de cine, siempre sale una película que uno recuerda. Genera un vínculo mucho más desacralizado con el espectador que otras artes.

–La “interacción moral” que comenta en su libro que se producía entre el espectador y los personajes, ¿se modificó en la actualidad?
–Depende qué película uno mire, porque hay films con los cuales uno entabla una relación mucho más estrecha con los personajes o que se involucra mucho más moralmente. Digo “moralmente” estando a favor o en contra. Lo que pasa es que este involucramiento está ligado al cine de Hollywood, que es un poco el que nos enseñó que tenemos que identificarnos con los personajes y aceptarlos o rechazarlos en sus acciones. Hay otro cine que no nos pide eso, porque también nos muestra más los matices de los personajes: no son enteramente buenos, sino que, también, como todas las personas, tienen sus cosas. Insisto en que depende la película, es la relación que el espectador entabla con ésta.
–¿Cree que se intensificaron las relaciones entre el espectador y la imagen a partir del 3D?
–Sí, totalmente. El 3D intensifica esta idea de que uno está dentro de ese mundo. Avatar fue el ejemplo más claro. La película misma te está proponiendo eso. ¿Qué te propone? Que hay un hombre al que lo enchufan a algo y que se mete en un mundo que, en realidad, no existe. Pero todo el film es estar dentro de ese mundo irreal. Entonces, desde ese lugar creo que es como una relación “más carnal”.
–¿Por eso señala que esa interacción que antes era cognitiva y emocional ahora también es sensorial?
–Sí. Uno está metido con su cuerpo adentro.
–¿Pero eso no sucedía antes?
–Creo que antes era más ver la pantalla y uno trabajar con el intelecto, no tanto con el físico. De hecho, en muchos casos a las historias había que seguirlas intelectualmente. En cambio hoy, es una cuestión sensorial que se ve intensificada por el sonido envolvente, la butaca súper confortable y otra serie de cuestiones técnicas que coadyuvan a esta sensación. Seguramente también antes existían otras películas, pero no era tanto esa búsqueda ni era ésa su propuesta narrativa.

domingo, 28 de octubre de 2012

Los Salvajes y Moonrise Kingdom


Dos películas muy distintas (Los Salvajes de Alejandro Fadel, y Moonrise Kingdom de Wes Anderson) se unen al ser, de alguna manera, reescrituras contemporáneas del cuento de Hansel y Gretel.


Ambientada en las sierras cordobesas (un lugar que el realizador eligió por sentirse menos familiarizado que con las montañas de su Mendoza natal) la primera cuenta la “historia” de un grupo de chicos que se escapan de un “reformatorio” y comienzan a deambular por el monte. Los Salvajes, si bien tiene un tono sombrío y serio (acentuando por la música ambiental), no elude (quizás sin proponérselo) cierta comicidad (como cuando uno de los personajes aparece vestido con la piel de un jabalí).

En la línea del cine que inauguró el argentino Lisandro Alonso (de escasos y secos diálogos, silencios en medio de una naturaleza como expectante, sacrificios a animales) Fadel da una vuelta de tuerca. Porque si Alonso, con total coherencia., quería mostrar la vida de un hachero en medio de la Pampa, Fadel se entusiasma mucho más con el estilo (demostrando que se puede filmar en un entorno incómodo, por ejemplo), y no contento con eso construye una tesis sobre el mundo y el ser humano.

Porque ¿a qué salvajes alude el título? ¿A los chicos que se escaparon del reformatorio y matan porque sí? Sin ningún tipo de motivación, como si una bala, o un tajo fuera igual a un erupto que se les escapó del estómago. Sino tengamos en cuenta la reflexión que hace uno de ellos de que es “un hijo de puta porque es hijo de puta”. A ver, es cierto que a lo largo de la historia de la filosofía la tesis de que el hombre es un “asesino por naturaleza” ha tenido más o menos vigencia. Pero en los albores del Siglo XXi ¿estamos en condiciones de sostener esa misma hipótesis?

En el universo de Los Salvajes parecería que sí. De todas maneras, no es la parte moral de la fábula lo que quiero discutir sino pensar a esta con relación al cuento de referencia. En el cuento dos niños comienzan a vagabundear por un bosque y llegan a un lugar que parece mágico pero termina siendo peor del que salieron. Este lugar está controlado por una bruja. ¿Cuál es la moraleja entonces? Que los niños deben permanecer en el hogar (y esto vale tanto del adulto como de los niños). Lo sintomático en Los Salvajes es que el lugar al que llegan no es peor del que se fueron, es igual. 

En la película de Wes Anderson, por el contrario, el lugar al que llegan los niños perdidos es radicalmente diferente. ¿Por qué? Porque está gobernado por el amor. Su lugar, un auténtico no lugar que los dos niños crean con poco y nada, es el lugar utópico, el lugar ideal que, por supuesto, los adultos serán los encargados de destruir.

El mundo “salvaje” de Fadel, por el contrario, no tiene revés. No tiene un no lugar al que llegar y es exactamente igual al mundo de todos los días: de los asesinatos, de los animales faenados, del desamor, del individualismo (recordemos que una a uno los chicos se van separando). El mundo de Anderson es, por el contrario, el mundo que no es. El mundo solidario, loco de amor, a conquistar, con códigos de amistad, de tareas comunitarias. El mundo como es y el mundo como debería ser, dos tesis que se debaten en el seno del cine contemporáneo.

domingo, 21 de octubre de 2012

Festival 4 + 1


Este año se repite el Festival 4 + 1 que se desarrolla simultáneamente en distintas ciudades, y va rotando su sede. Hace unos años la base fue Buenos Aires y en este marco visitó el país el director tailandés Apichatpong Weerasethakul. El conversatorio fue interesante: el director se mostró sincero, romántico y mostró un cortometraje de su autoría: I’m Still Breathingmade  de la banda de rock tailandesa Modern Rock. Recuerdo que el corto exploraba el cuerpo masculino a través de una mirada amorosa, y una cámara como deseosa de esos físicos jóvenes.

En esta oportunidad, su tercera edición, la sede central del festival será Río de Janeiro y allí se dará cita Werner Herzog: el año pasado Ciudad de México fue la sede central e invitaron a la realizadora japonesa Noemí Kawase. En Buenos Aires, las películas se proyectarán en la Lugones. Gran acierto de esta edición volver a una sala popular que se caracteriza por fomentar la cinefilia desde hace muchos años. Algunos de los directores que forman parte de la programación son  el citado Herzog, Johnnie To, Abel Ferrara y Chantal Akerman.

(Werner Herzog)

De esta última se exhibirá su trasposición de la novela La Folye Almayer de Joseph Conrad que se exhibió también en el pasado Mar del Plata. La película, cuyos cautivantes escenarios no hacen caer a la cineasta en el exotismo, cuenta las vicisitudes de una mujer en medio de una sociedad patriarcal donde el coloniasmo ha dejado su huella.

La atmósfera de la película es densa porque denso es el entramado de referencias culturales que se dan cita en la misma Nina (de padre blanco, y mamá asiática). Akerman explora el espacio de una manera animal, casi felina, y de allí surgen sorprendentes movimientos y emplazamientos de cámara muchos de los cuales, imagino, fueron captados con botas de goma. El final es epifánico, una barca se aleja por un río hacia algún lado, hacia una conquista más chica pero igual importante que la de un continente: la conquista de uno mismo.

También en este marco podrá verse Bellflower de Evan Glodell.  Cuando la vi, el tratamiento de la imagen me recordó a los créditos de True Blood (la serie de vampiros de HBO) porque había cierta desprolijidad/prolija en la película. ¿Qué significa este oxímoron? Me explico: es una película de amores trash, con sangre y fuego de por medio, pero  todo está mostrado de una manera  cool. ¿Me expliqué? No sé, pueden ver la película de todas maneras.

El resto de la programación es muy atrapante (se puede chequear en su página web). Personalmente espero poder ver la película de Abel Ferrara: 4. 44 El último día en la Tierra.
                                                               www.festival4mas1.com

lunes, 15 de octubre de 2012

El auge del documental en América del Sur

Si un género se destaca en el actual escenario del cine de la región es, sin dudas, el documental. Y el Primer Festival de Cine de la UNASUR/SAN JUAN comprobó una vez más la vitalidad de un género que año a año crece en número, calidad y diversidad. Así no sorprende que el Jurado en esta categoría (Jaguaribe, Jacobsen Camus, Domènech) haya otorgado un premio compartido a Nacer del colombiano  Jorge Caballero y Con mi corazón en Yambo de la ecuatoriana María Fernanda Restrepo Arismendi.

Dos películas igual de sorprendentes aunque diferentes en sus estrategias narrativas. Nacer cuenta la historia de un grupo mujeres que llegan a dar a luz a los hospitales públicos de Bogotá. En cada testimonio se pueden escuchar sus dudas, o certezas, pero el contraste más fuerte se da entre la manera de enfrentar el tema por parte de los médicos y por parte de las futuras mamás. “La película muestra la ausencia de comunicación que hay entre lo humano y lo mecánico, entre la familia, las madres y todo el personal sanitario. Son dos maneras de entender el nacimiento, son dos maneras de entender la vida”, dijo en una ocasión Caballero.

Con mi corazón en Yambo elige el relato en primera persona que utiliza como materia prima el archivo y también la investigación personal. Es que la realizadora, Restrepo (con la producción de su amiga Randi Krarup), es una de las víctimas del desgarrador hecho que narra el documental: En 1988, en plena democracia ecuatoriana, sus dos hermanos desaparecen. María Fernanda tenía 10 años, sus padres colombianos estaban de vacaciones, y ella esperaba en la casa de una amiga a que Santi y el Nene la pasen a buscan: nunca llegaron. A partir de allí comienza una búsqueda desesperada por parte de sus padres quienes, sin suerte, se enfrentan a un sistema policial perverso y corrupto que oculta lo que la familia, y un testigo de la propia policía, sostiene: que los hermanos fueron detenidos, torturados y arrojados al Yambo (una laguna de las afueras de Quito) por un grupo policial de “elite”. 

(María Fernanda)

Inspirados por las Abuelas de Plaza de Mayo, los Restrepo llevaron adelante su lucha solos en la Plaza del Centro Histórico de Quito durante décadas. En las más de dos horas que dura el documental (casi nada comparado con la lucha de esta familia) vemos a la realizadora increpar a los sucesivos presidentes, y a los policías implicados en el caso. Uno de estos comete un “lapsus” horroroso negando lo que su inconciente trae a la luz: que los hermanos fueron detenidos. Es espeluznante ver como María Fernanda increpa cara a cara a cada uno de los policías quienes, cínicamente, le siguen negando su participación. La película fue vista en el Ecuador actual por más de 160 000 espectadores, y el gobierno del presidente Correa puso a disposición de la familia equipos de rastreo para bucear en la laguna los cuales, aún, no han encontrado nada. 

Papá Restrepo y Señora estuvieron en San Juan con la calidez que caracteriza a los ecuatoriamos. Aquí dejo una foto de su paso, y del mío, por la provincia.

(Pedro José y Martha Cecilia Restrepo)

martes, 2 de octubre de 2012

Entrevista en El Telégrafo, Ecuador

Este mes voy a subir dos textos (uno que se publicará en Caras y Caretas, y otro publicado en Desistfilm) pero mientras tanto subo esta entrevista que me hicieron unos colegas ecuatorianos en 2009.




lunes, 24 de septiembre de 2012

El cine y lo que queda de mi/Hernán Musaluppi


Me preguntaron si quería leer y escribir algo al respecto de “El cine y lo que queda de mí”, firmada por Hernán Musaluppi y publicada por Capital Intelectual, y aquí estoy.


A primera vista, me sorprende el uso de la primera persona en el título, y la inclusión en la colección Confesiones, por dos cuestiones: La primera porque se me viene a la memoria la frase que, como al pasar, dice el personaje del productor en La Noche americana (1973) de Truffaut: algo así como que los productores prefieren permanecer en el anonimato. La segunda porque si bien Musaluppi es productor de varias películas argentinas importantes convengamos en que aún, con sus apenas pasados 40 años, no es Val Lewton, ni Selznick, ni Ponti u Olivera. Por otro lado, desconocía su vocación literaria: nunca me crucé con un blog suyo, o un texto de cine de su autoría en otro lado.

Comienzo a leer el libro y, efectivamente, encuentro que la primera persona literaria es contundente en el texto. Encuentro datos de la vida personal de Hernán más allá de su actividad, información sobre sus gustos o disgustos (culinarios y musicales). Sigo leyendo y aparecen testimonios de otros productores, balances del oficio, sus convicciones a propósito de lo que el cine local debería ser.  Y entonces, como lectora, me pierdo.

En las películas es común “perderse” y en algunos casos es, incluso, esperable que esto suceda. Pienso en las obras “incompletas” de Ruiz o Kiarostami donde el espectador tiene que hacer el esfuerzo de “seguir” el relato, o crearse un relato paralelo a aquel. En las películas también es común intercalar registros (Antonioni en El Pasajero, 1975), mezclar texturas (Egoyan),  incorporar testimonios (Naikor de Trapero) y cambios de punto de vista (Scorsese).  El tema que una película no es sinónimo de un libro. Y lo que en una ópera prima podría “festejarse” (como en Quien golpea a mi puerta, 1967, M.S) en un libro no es necesariamente así.

En otras palabras encuentro que “El cine y lo que queda de mí” es una publicación ecléctica, una sumatoria de fragmentos más que un todo, o un objeto en sí mismo. Esto no significa que esos fragmentos no sean interesantes, dramáticos, cómicos, o que estén mal escritos. Todo lo contrario: el autor tiene talento para la escritura y ojalá lo siga desarrollando.  Mas personalmente hubiera elegido escribir un texto de tono autobiográfico, o un libro de divulgación, o un libro de opinión, o un libro de análisis de casos: las cuatro facetas juntas hacen que una parte pierda valor sobre la otra.

La parte, digamos, de tono autobiográfico me gusta. El autor construye un anti héroe fóbico, criticón y contradictorio (se dice vegetariano pero come pescado), una especie de humanista al que el mundo del cine le pasó una factura equivocada. Este tono woodyallenesco que hace Musaluppi de su yo (un yo traumatizado por hechos tristes de la realidad y, por otros momentos, auto traumatizado) bien se bancaría un libro entero de ficción. O - ¿por qué no?- una película. Me imagino que esta podría ser como Vaquero de Juan Minujín, pero del lado del productor.

Es que Musaluppi, catárticamente, “se carga” a todos: a los que él considera críticos  (no voy  a dar aquí mi posición al respecto porque acabo de hacerlo en mi libro ESTADO TRANSITORIO), a productores, a actores, a algunos directores, a estudiantes de la FUC, a tipos de más de 50 años que no entendí bien que particularidad tienen…  Parece un somelier, pero de personas. Y cuando acusa el autor no da datos concretos o expone fuentes.

Después está el otro registro del libro: el de las entrevistas, o las conversaciones que aparecen en cualquier momento con otros productores. Luego están los análisis  o las comparaciones de casos (el cine español y el  nacional, el de Hollywood y el argentino, El Estudiante de Santiago Mitre), y también están sus opiniones sobre lo que el cine argentino debería ser.

Todo es interesante, y necesario discutir en el contexto actual, pero tantas ideas juntas, insisto, se diluyen unas en otras. De todas maneras, y dada las pocas publicaciones de cine editadas en nuestro país firmadas por autores nacionales, celebro desde este pequeño espacio el nacimiento de “El cine y lo que queda de mí” de Hernán Musaluppi. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Unasur Cine, San Juan/El año del Tigre


Estuve unos días en la ciudad de San Juan, capital de la provincia homónima, a propósito del primer Festival de Cine de la UNASUR que se desarrolla del 15 al 22. La inauguración, a la que asistió el gobernador de la provincia Ing. José Luis Gioia junto a embajadores de la Unasur, el Secretario de Cultura de la Nación Sr. Jorge Coscia y la directora del festival Paula de Luque,  tuvo lugar en la playa seca del Centro Cívico. La película de Apertura fue Aballay de Fernando Spiner seguida de un cóctel en el mismo lugar.


(Oscar Ranzani)


(frente Dirección de Turismo)

Uno de los aciertos es que el festival se realiza en una geografía distante de la capital, en medio de unos de los entornos más hermosos del país: la Región de Cuyo. Otro de los aciertos es que el espectador, o el profesional del cine como es mi caso, tiene la posibilidad de entrar en contacto directo y sin muchos rodeos con las películas que se están produciendo en la región a las que, paradójicamente, fuera de los festivales no tenemos prácticamente acceso en los canales tradicionales de exhibición. Festivales así ayudan a entender un poco más el mapa cinematográfico de la región porque las películas se pueden ver una detrás de otra. Es que, a veces, en el contexto de otro festival las películas latinoamericanas no ocupan el centro de la escena. O uno mismo privilegia ver películas de países a los que quizás nunca vaya. Países que quedan lejos simbólica y geográficamente.

La Argentina necesita un festival así: temático y especializado como lo tienen Perú y Cuba y como, en algún momento, intento ser el Festival de Mar del Plata. Sé que algunos no están de acuerdo con esta premisa porque, dado el actual mapa de producción, a veces las películas que se dicen latinoamericanas tienen subvenciones de países europeos, y de alguna manera responden a ese canon, pero si consideramos a la nacionalidad de una película ligada a la autoría de quien, o quienes, la realizan, la cosa cambia. Por otro lado, que festivales así se consoliden quizás también coopere a que se produzcan películas que para mostrarse no estén sujetas o condicionadas por el “gusto” o el canon de los festivales de cine europeos.

Sin contar la apertura, en dos días vi 8 películas. Algunas de ellas, como El año del Tigre de Sebastián Leio, ya se habían exhibido en otros festivales del país, pero otras se exhibieron en calidad de pre estreno. Aquí no voy a hablar de las películas que me impactaron (sobre todo el documental ecuatoriana Mi corazón en el Yambo de María Fernanda Restrepo), o de aquellas que están prontas a proyectarse en Buenos Aires porque las guardo para mi cobertura para la revista Caras y Caretas que oportunamente subiré a este blog, pero si quiero decir algunas palabras de la película chilena citada más arriba.


El año del Tigre es, a mi criterio, una película que va al Chile profundo. El Chile de hazlo tú mismo, el Chile donde el Estado apenas llega, el Chile del Norte, o del Sur, como en este caso, que se hace con, y casi exclusivamente, el esfuerzo,  la inteligencia y la resilencia de la gente en un contexto de orfandad y de una naturaleza amenazante. Por supuesto en El año del Tigre esto está exacerbado porque acaba de pasar el Tsunami del 27 de febrero del 2010. Pero la película, y si bien se concentra en cierta trama (en seguir los pasos de su protagonista que en medio del caos se escapa de una cárcel) no habla solo del después de una catástrofe tan terrible sino, insisto, del sentimiento de estar a la deriva espiritual.

Una deriva que parece carnal bajo la piel de los personajes de El año del Tigre: del preso que se escapa, de la viejecita muerta, del cazador que, de alguna manera, pide que lo liberen de ese sentimiento con su propia muerte.  Un sentimiento tan potente que incluso el hombre prófugo prefiere volver a encerrarse que hacerle frente. La película está, además, atravesada de distintas referencias las cuales, depende quien la mire, pueden pertenecer al mainstream o al llamado cine de arte. Pero más allá de estos guiños (el del comienzo un tanto explícito)  el film logra transformarse en un “objeto” por sí mismo.

Me parece que con esta película Leio demuestra voluntad de filmar y de no repetirse. Pues si con su ópera prima (La Sagrada Familia) se focalizaba en personajes alienados pertenecientes a la clase media alta chilena, aquí se mete con la faceta del Chile menos explorado por la cinematografía chilena contemporánea y que los cineastas de la capital suelen eludir: la de los personajes que hablan bajito, a los que apenas se les entiende, y que tienen que autoabastecerse para subsistir. El modo en que cuenta esto es, en alguna medida, similar a aquella otra película: por momentos cámara en mano, acercamiento al rostro de sus actores, pero la comprensión de su país es distinta y más abarcativa.


jueves, 13 de septiembre de 2012

Estado Transitorio, en Otra Trama por TV Pública

El domingo 9 de septiembre pasado conversé con Osvaldo Quiroga en el programa Otra Trama, emitido por la TV Pública. Osvaldo hace 12 años que conduce este ciclo (antes se llamaba El Refugio de la Cultura) en el que convoca a directores de teatro, actores, ensayistas, escritores, literatos para que muestren y se explayen sobre sus producciones. Verdaderamente, el programa es una gema. Un lugar donde, guiados por los comentarios y/o las preguntas de su conductor, los entrevistados dan rienda suelta a sus visiones del arte, y también del mundo. 

El día que yo asistí, por ejemplo, otros dos escritores presentaban sus libros: Pablo Ramos y Andrés Neuman. Escucharlos fue un verdadero placer por la autoconciencia que cada uno de ellos manifestó a propósito de su obra, y sobre la manera que tienen de crear (sus resortes creativos). Aquí dejo el video para que lo vean.





martes, 11 de septiembre de 2012

Fimfárum/Martín Vandas

                                              


Fimfárum es una saga de películas de animación checas inspiradas en fábulas infantiles centenarias de ese país. La técnica de este país, junto con las de países como Rusia e Inglaterra, se destaca por el uso de la técnica stop motion. Es decir, la animación sobre cada muñeco gesto por gesto que se hizo conocida, o mejor dicho masiva, con el lanzamiento de Pollitos en fuga.

Para tener apenas una idea de lo que significa animar de esta manera tomemos este ejemplo: La sensación de que un brazo sube a una velocidad verosímil para el ojo humano se obtiene a partir de aproximadamente 8 poses del brazo de un muñeco. Esto, traducido a una película entera de una hora y media de duración, significa que para animar 5 segundos  se necesita, de acuerdo a lo que comentó Vandas a propósito del proceso de realización de Fimfárum, un día entero de trabajo.

Como otras fábulas chechas, Fimfárum no está exenta del humor negro, el aspecto sombrío, que caracteriza a algunas de las expresiones culturales nacionales. En ese sentido es que Vandas sostuvo que,  si bien la primera parte de la saga fue una de las películas más vistas en la historia del cine checo, esa comicidad tan particular hace que sea imposible presentársela a un distribuidor norteamericano.


De todas maneras, y a contramano de lo que se espera escuchar de boca de un productor, Vandas sostuvo que esa es la historia que a él le gusta porque lo representa y que no le importa tanto ganar dinero como hacer algo con lo que se sienta a gusto. Y en este sentido también destacó la importancia de hacerse de un grupo de trabajo con el cual tener correspondencia al momento de llevar adelante un proyecto de estas características.


Proyecto que, en su segunda parte, fue realizado no en un estudio sino en cuatro que simultáneamente fueron animando distintos pasajes de las historias. Vale destacar que la saga está compuesta por distintos cuentos. Y que, algunos de ellos, fueron animados por distintos artistas.


A propósito de ser consultado sobre si Tim Burton está de alguna manera influenciado por esa comicidad, y por supuesto por la técnica en películas como A Nightmare before Christmas por ejemplo, afirmó que Burton visitó la República Checa para interiorizarse sobre algunas técnicas de animación.


La película fue estrenada en Francia y en distintos países francoparlantes como Canadá, Bélgica, Luxemburgo. En la Argentina fue exhibida en el marco del Festival Nueva Mirada donde también se presentó un adelanto de la animación Metegol de Juan José Campanella. Lo dicho más arriba fue extraído de una clase especial de Vandas para un grupo de alumnos de la carrera Producción de eventos y espectáculos en la Universidad de Belgrano.



                                       
                                        (izq. Martín Vandas, der: Ondrej Pometlo, Agregado Cultural)