martes, 23 de abril de 2013

15 Bafici/Epílogo I y II


Un par de años atrás llegaba a Rotterdam para asistir al festival de cine que se desarrolla en esa ciudad. Estaba sola, hacía bastante frío, cargaba una valija muy pesada, los brazos se me acalambraban, no había escaleras mecánicas en los subtes (o mejor dicho yo no las encontraba porque no entendía nada de holandés) y se estaba haciendo de noche. La cinefilia me había trasladado a un festival considerado por muchos como el más importante en lo que a proyección de películas de las más diversas estéticas, y lugares, se refiere, pero en ese momento no dejaba de preguntarme “¿quién c… me mandó a estar acá? ¿Qué hago acá?”.

Pero… el habla (no así la lengua) es patrimonio de todos y, por suerte, me pude hacer entender con otro transeúnte. Le conté por qué estaba allí y con mucha amabilidad me explicó cómo llegar a donde tenía que ir, y también me habló del festival. Ahí comprendí que el festival era verdaderamente un asunto ciudadano (en los días subsiguientes me volví a cruzar con esta persona que contenta me contó las películas que había visto) y que había hecho bien en hacer el “sacrificio” de estar allí.

El festival de Buenos Aires es y tiene que ser un tema de la ciudadanía

Este año, en el que Marcelo Panozzo asumió la dirección del Bafici, el festival cambió de sede. Cuando se anunció el cambio (del Abasto al Village Recoleta) muchos se quejaron. “¿Cómo es posible que se vaya a Recoleta?”, según algunos el lugar cajetilla por excelencia. Esa queja desde el lugar común (habría que ver dónde se concentran los porteños más “pudientes” hoy) escondía otra cuestión: que en realidad el Bafici se trasladaba de un complejo… a otro!

Lo que quiero decir, la discusión no tendría que ser sobre qué Multiplex es mejor sino sobre si es posible contar con un edificio público donde pueda desarrollarse un festival de esta magnitud, y qué más se puede hacer para hacer del festival un evento accesible a todos los habitantes de la ciudad. Todos. Incluidos los que viven en los barrios más marginados.

Dada la situación, paradójicamente el Bafici desde su nacimiento se desarrolló en un Multiplex, el cambio del Abasto al Village no me pareció dramático entre otras cosas porque en el Village la entrada es directa al cine y los únicos negocios linderos a esta son el de un café de la M, y una librería. O sea, si bien es un Shopping Mall en la entrada a los cines lo disimula bastante. A diferencia del Abasto donde para llegar a los cines, y sobre todo si se bajaba del subte, en uno u otro momento te cruzabas con las casas de marcas de variados artículos en el Village ese tipo de “encuentro” se puede eludir.

Quizás, la contra más grande del Village es que, a diferencia del Abasto, no tiene una boca de subte tan cercana y eso, es cierto, retrasa. Esto lo compensa el hecho de que al alejarse unos metros del Complejo hay un poco de verde, un espacio abierto sin tanto cemento donde, si pinta, da para sentarse y hacer un pic nic allí. Y un poco de hipismo al Bafici no le vendría nada mal.

Las cifras impactan. Unas 370 mil personas se acercaron a las 11 sedes del Festival donde se proyectaron un total 473 películas (165 fueron cortos, 36 mediometrajes y 272 largometrajes), exhibidas en 1004 funciones comerciales y 77 funciones de prensa, con un 85% de entradas vendidas.

Más películas/The Silent Star

En distintos post me he referido a varias películas. Tengo la sensación de que este año, quizás, algunas películas fundamentales estuvieron ubicadas de manera no tan visible. Es cierto que el Bafici es un festival esencialmente de cine contemporáneo, y esa es su mayor virtud, pero este año se programaron gemas como la serie de películas de la DEFA, realizadas en la Alemania Oriental después de la conformación de las 2 Alemania, que realmente merecían la pena estar en primer plano. Por ejemplo, The Silent Star una exponente de la ciencia ficción del período post Segunda Guerra Mundial sorprendentemente parecida a Star Trek.

Las similitudes aquí van desde el elenco multiétnico hasta la voz en off del capitán de la nave que cuenta lo que va ocurriendo. Sí acá también el capitán, como hace Kirk en Star Trek, lleva un diario de viaje. Dicen que la película de proyectó en Estados Unidos un tiempo antes de la filmación de la serie mundialmente referenciada. Tener la oportunidad de ver en pantalla grande The Silent Star fue para mí unas de las experiencias más enriquecedoras de este festival.

Animals

No se puede reprochar al festival que no haya programado lo que está pasando en el cine contemporáneo. Estuvieron los grandes nombres, los nombres, y los nuevos nombres. No estoy segura de que haya sido un año muy significativo para los nuevos nombres. De todas maneras, mis apreciaciones (como insisto siempre) son parciales, no reflejan de ninguna manera el todo porque obviamente no vi todas las películas, y seguramente muchas también me perdí.

Animals es, un poco como sus protagonistas, una película como de graduación con hermosas intenciones que personalmente agradezco (sobre todo en lo que respecta a su mirada sobre los animales y la naturaleza) pero que, teniendo en cuenta sus compañeras de sección (Mujer Lobo, Arraianos, etc), quizás estaba un poco por debajo del standar. Es que Animals tiene un aire un poco amateur. De todas maneras, los últimos días me crucé con un par de películas prolijas, muy bien hechas, pero muy similares a otras que ya había visto y agradecí que existieran películas como Animals.

Joven y alocada

Dentro de la sección Vanguardia y género me sorprendió gratamente Joven y Alocada de la chilena Marialy Rivas con producción de Pablo Larraín. Esta cuenta la vida de Daniela de 17 años y su blog (homónimo al título del film) donde discurre a propósito de sus deseos y encuentros sexuales en tono soez. Lejos de cualquier tipo de pose, la película se mete de lleno y sin auto censuras en el ecléctico momento del despertar sexual en la adolescencia en medio de un contexto no exactamente contenedor o inspirador. Es que Daniela es hija de una madre, y alumna de una escuela represiva en estos asuntos lo que la lleva a pivotear de un lugar a otro. Aparentemente, la Daniela existe en la vida real y fue autora de este blog tan particular donde se mezclan la fe religiosa con las hormonas en ebullición y los castigos familiares que, como queda claro, no siempre son ejemplares, ni sirven para algo.

Los Posibles

Los posibles, proyectada en la Selección Oficial Fuera de Competencia (junto a las reseñadas El Crítico y El Gran Simulador entre otras), es el último trabajo de Santiago Mitre, el director de El estudiante, quien en este caso codirigió con el coreógrafo Juan Onofrí Barbato. Es muy difícil filmar danza y salir airoso, pero Los Posibles sortea el obstáculo sin caer en la tentación de encuadrar de frente a la coreografía (como lo hacen los musicales tipo Chicago) y reducir así la danza a una cuestión puramente ornamental.

Es que la danza es un arte del espacio y al sumarle como en este caso la imagen- movimiento puede transformarse, también, en un arte del tiempo. La segunda secuencia de la película (donde el movimiento acompaña a la percusión) es ejemplificativa en este sentido. Los Posibles es, además y aún en su abstracción, la prueba de que lo que algunos consideran imposible (que el arte puede salvar al mundo o, para no ser tan grandilocuente, a un grupo de pibes) todavía es posible. Los Posibles, y valga el título, bailan en búsqueda de una identidad alejada del estigma que a veces impone la sociedad. Y Mitre y Onofrí (el autor de la coreografía que se pudo ver en el hermosísimo teatro de La Plata) son también la prueba de que hay muchas facetas para seguir explorando dentro del cine argentino.

Vic y Flo vieron un Oso

Y si de estigmas se trata vale mencionar a Vic y Flo vieron un oso del realizador canadiense Dënis Cóté. A diferencia de Los Posibles, en este película no hay salvación en el horizonte, no hay posibilidad para Vic y Flo (una pareja de mujeres) de integrarse a una sociedad que le pone trabas, metafóricas y literales, en el camino. Quiero ser sincera, la película no me deslumbró. Quizás iba con demasiadas expectativas. Al comienzo me pareció un cuento de hadas alucinante en el que dos mujeres, finalmente y a pesar de todas las heridas, pueden consumar su amor en un entorno bucólico. Pero no, a mediados del film Cöté nos da indicios de que esto no va a ser posible y todo muta en el peor cuento de terror. No digo que la película no sea interesante, digo que me imaginé mucho más. Tampoco es tan grave, claro, y estuvo bueno poder verla. Vic y Flo vieron un oso fue, además, mi última película de este 15 Bafici.

Epílogo II

(Russo, Frías, Oubiña)

Distintos conversatorios existieron en el 15 Bafici pero solo pude asistir a la presentación del libro El nuevo cine latinoamericano de los años sesenta: Entre el mito político y la modernidad fílmica del peruano Isaac León Frías, más conocido como Chacho. Co condujeron la presentación los argentinos David Oubiña y Eduardo Russo. Como siempre estas charlas donde se repasa la cinematografía latinoamericana son interesantes  y enriquecedoras no solo por los conceptos que se ponen en juego sino porque, inevitablemente, surgen anécdotas. Algunas de las cuales integran este libro y fueron contadas por el autor que asistió a la primera edición del  a esta altura mítico Festival de Cine de Viña del Mar en los años ‘60.
Locuaz, interesado, atento a repensar la historia del cine en América Latina, y con la convicción, que personalmente comparto, de que todavía queda mucho por descubrir y revisitar, el conocido crítico peruano dio una lección de cinefilia.

Una cinefilia que, como lo demuestra cada año el Bafici, sigue viva.








No hay comentarios:

Publicar un comentario