sábado, 2 de marzo de 2013

Los tomo con soda/Opinión Oscar 2013


Los tomo con soda
Lorena Cancela

Confieso ante todo una cosa. No vi Los Oscar este año, ni el año pasado. En los últimos años, ver o no ver los Oscar estuvo ligado a cuestiones personales. Con esto que quiero decir que profesionalmente no tengo “obligación” de ver la Ceremonia.  Sí, por supuesto, me interesa a posteriori conocer quien finalmente obtuvo tal o cual estatuilla para comprobar, una vez más, que el Oscar no tiene que ver con la calidad artística de las películas. ¿O sí? Desde ya, cuando la estatuilla la pega y la recibe una gran película todos nos ponemos contentos (y si eso ocurre con una local: más) pero, insisto, el Oscar no premia la calidad artística.

¿Qué premia el Oscar, cómo? La verdad, no lo sé exactamente. No soy miembro de la Academia. Pero tampoco soy tan ingenua como para creer que no hay operaciones de “lobby”. En un maravilloso libro llamado “El dinero de Hollywood” el francés Augros explica bien cómo se mueven algunos agentes en Hollywood. Para aquellos que estén interesados en correr el velo, les recomiendo el libro. A aquellos que quieran seguir creyendo en la “magia” no lo lean. Es que allí explica con cifras contundentes las operaciones económicas que existen detrás de cada película.

Dicho esto ¿significa que estoy en contra de los Oscar? Y me lo pregunto sinceramente. No, para nada.  No estoy en contra de esos Premios. En algún punto me produce admiración que un país haya podido montar y sostener un evento, que se lo muestre al mundo y que este (o una parte significativa de el) lo siga con expectativas y, como en el caso de la Argentina, sacrifique horas de sueño para poder mirar el final. Lamentablemente, perdí hace un tiempo ese entusiasmo. Quizás en la televisión desvencijada de Ituzaingó, de niña, llegaba hasta casi el final, pero tampoco estoy segura. Creo que siempre me quedaba dormida.

Pero ¿la cinefilia depende de mirar un Oscar? No. Yo me imagino un día a la misma hora, mientras se entregan los Premios, mirando algunas de las películas que los Oscar no consideraron. ¡Qué buen programa sería! E.T (una de las mejores películas de Spielberg sino la mejor), Buenos Muchachos, Apocalipse Now, Ciudadano Kane podrían estar, por nombrar de las más conocidas. Eso no cambiaría la Historia de los Premios, pero sería un acto de reivindicación de la Memoria. De la memoria de los excluidos aunque, claro, no es lo mismo ser un director excluido de los Oscar, que un director excluido del mapa del cine. ¿Acaso en África no hay gente talentosa que está filmando? ¿Imaginando, quizás, una maravillosa película que nunca va a poder realizar?

Por eso, a los Premios Oscar los tomo con soda. El cine no se define en ellos. Desde ya, y a partir de ellos, se puedan ver algunas tendencias de la Gran Industria como que el 3 D y las películas de puro efecto, sensoriales, visuales van a seguir (eso explica el premio a Ang Lee por The Life of Pi) y que para los dramas es preferible las películas protagonizadas por personas con problemas (o sea como todos) al estilo El lado luminoso de la vida. Esta película, por decirlo en pocas palabras, me pareció llevadera… Lo que no me gustó es esa especie de disciplinación, típica de película de Hollywood, “si no tomás la pastilla, mirá lo que te puede pasar” Ahora quiero dar una recomendación, a los que les gustó esta película, no dejen de acercarse entonces a las películas llamadas mumblecore, o las películas que hace años se realizan por fuera del sistema de estudios que cuentan historias como esa e, incluso, más interesantes.

Otra tendencia: el cine de personaje histórico ya fue. Lincoln no pega excepto por la actuación. Ben Affleck entendió esto y por eso hizo una película que no habla del héroe nacional con nombre y apellido que pareciera que lleva adelante solo los destinos de una Nación sino de un tipo más anónimo, más “común” que se mueve en las sombras. Por un lado, Affleck demuestra con esta película sus dotes como director y en alguna medida marca un cambio en la forma de contar un suceso histórico: mostrando el punto de vista de los implicados, más desde el piso - la tierra- y sin tanta toma grúa. Por el otro, no cambia la mirada que, en general, el cine de Hollywood tiene sobre el resto del mundo: que somos unos brutos.  ¿O me van a decir que los iraníes son representados como gente inteligente?

Dejo la inquietud. El resto, ya lo he dicho, “hay tantas películas como personas que las miran”.

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