Los tomo con soda
Lorena Cancela
Confieso ante todo una cosa. No
vi Los Oscar este año, ni el año pasado. En los últimos años, ver o no ver los
Oscar estuvo ligado a cuestiones personales. Con esto que quiero decir que
profesionalmente no tengo “obligación” de ver la Ceremonia. Sí, por supuesto, me interesa a posteriori
conocer quien finalmente obtuvo tal o cual estatuilla para comprobar, una vez
más, que el Oscar no tiene que ver con la calidad artística de las películas.
¿O sí? Desde ya, cuando la estatuilla la pega y la recibe una gran película
todos nos ponemos contentos (y si eso ocurre con una local: más) pero, insisto,
el Oscar no premia la calidad artística.
¿Qué premia el Oscar, cómo? La
verdad, no lo sé exactamente. No soy miembro de la Academia. Pero tampoco soy tan ingenua
como para creer que no hay operaciones de “lobby”. En un maravilloso libro
llamado “El dinero de Hollywood” el francés Augros explica bien cómo se mueven
algunos agentes en Hollywood. Para aquellos que estén interesados en correr el
velo, les recomiendo el libro. A
aquellos que quieran seguir creyendo en la “magia” no lo lean. Es que allí
explica con cifras contundentes las operaciones económicas que existen detrás de cada
película.
Dicho esto ¿significa que estoy
en contra de los Oscar? Y me lo pregunto sinceramente. No, para nada. No estoy en contra de esos Premios. En algún
punto me produce admiración que un país haya podido montar y sostener un evento,
que se lo muestre al mundo y que este (o una parte significativa de el) lo siga
con expectativas y, como en el caso de la Argentina, sacrifique horas de sueño
para poder mirar el final. Lamentablemente, perdí hace un tiempo ese entusiasmo.
Quizás en la televisión desvencijada de Ituzaingó, de niña, llegaba hasta casi
el final, pero tampoco estoy segura. Creo que siempre me quedaba dormida.
Pero ¿la cinefilia depende de
mirar un Oscar? No. Yo me imagino un día a la misma hora, mientras se entregan
los Premios, mirando algunas de las películas que los Oscar no consideraron.
¡Qué buen programa sería! E.T (una de las mejores películas de Spielberg sino
la mejor), Buenos Muchachos, Apocalipse Now, Ciudadano Kane podrían estar, por
nombrar de las más conocidas. Eso no cambiaría la Historia de los Premios, pero
sería un acto de reivindicación de la Memoria. De la memoria de los excluidos
aunque, claro, no es lo mismo ser un director excluido de los Oscar, que un
director excluido del mapa del cine. ¿Acaso en África no hay gente talentosa
que está filmando? ¿Imaginando, quizás, una maravillosa película que nunca va a
poder realizar?
Por eso, a los Premios Oscar los
tomo con soda. El cine no se define en ellos. Desde ya, y a partir de ellos, se
puedan ver algunas tendencias de la Gran Industria como que el 3 D y las
películas de puro efecto, sensoriales, visuales van a seguir (eso explica el
premio a Ang Lee por The Life of Pi)
y que para los dramas es preferible las películas protagonizadas por personas
con problemas (o sea como todos) al estilo El
lado luminoso de la vida. Esta película, por decirlo en pocas palabras, me
pareció llevadera… Lo que no me gustó es esa especie de disciplinación, típica de
película de Hollywood, “si no tomás la pastilla, mirá lo que te puede pasar”
Ahora quiero dar una recomendación, a los que les gustó esta película, no dejen
de acercarse entonces a las películas llamadas mumblecore, o las películas que hace años se realizan por fuera del
sistema de estudios que cuentan historias como esa e, incluso, más
interesantes.
Otra tendencia: el cine de
personaje histórico ya fue. Lincoln
no pega excepto por la actuación. Ben Affleck entendió esto y por eso hizo una
película que no habla del héroe nacional con nombre y apellido que pareciera
que lleva adelante solo los destinos de una Nación sino de un tipo más anónimo,
más “común” que se mueve en las sombras. Por un lado, Affleck demuestra con
esta película sus dotes como director y en alguna medida marca un cambio en la
forma de contar un suceso histórico: mostrando el punto de vista de los
implicados, más desde el piso - la tierra- y sin tanta toma grúa. Por el otro,
no cambia la mirada que, en general, el cine de Hollywood tiene sobre el resto
del mundo: que somos unos brutos. ¿O me
van a decir que los iraníes son representados como gente inteligente?
Dejo la inquietud. El resto, ya
lo he dicho, “hay tantas películas como personas que las miran”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario