miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mar del Plata V/L' Apollonide

Ayer vi dos películas (Faust y L'Apollonide) junto con participar del segundo, y último día del encuentro, organizado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina: El foco de la crítica, y la crítica en foco del que haré un post aparte en los días venideros. A la primera, de Alexander Sokurov, tendría que seguir pensándola como para no caer en la compulsión de decir algo porque hay que decir algo, pero a propósito de la de Bertrand Bonello me siento en condiciones de escribir sobre ella.
L' Apollonide, basada en Vida cotidiana de los burdeles de París 1830-1930- retrata la vida en burdel parisino, a fines del S.XIX y principios del S.XX cuando comienza a transitar su ocaso. Allí conviven un grupo de mujeres entregadas a la tarea de "atender" a hombres en busca de "placer". Los hombres son todos un poco perversos y otro tanto fetichistas, y uno lastima a una de ellas de una forma muy cruel, marcándola para toda la vida. A favor de la película hay que decir que todo lo que refiere a la puesta en escena en su faceta sensorial (en la que incluyo al vestuario y sus texturas, la iluminación, la casa, las actuaciones) está muy bien logrado y las actrices interactúan con todos esos elementos de una manera muy acompasada, como buscando un ritmo de la época.
El tema es que es solo eso. Un entramado puramente sensorial, collage posmoderno lo llaman algunos, con alguna que otra cita de aquí y de allá (hay referencias tanto al impresionismo francés como a Batman, el caballero de la noche) y una carga importante de morbo. ¿O acaso la narración no crea cierto suspense, y marca una delación, para mostrar como fue la escena en la cual una de las señoritas es desfigurada? En el plano final la película intenta salirse del manierismo descripto y delinea un puente con el presente: vemos, desde un registro más realista, a las prostitutas actuales en la calle, bajando de autos.
El contraste estético es tal (la extraña  belleza del burdel frente a la crudeza de la calle) que no pude más que concluir con que para este director el pasado de las prostitutas fue mejor, o, peor, que las prostitutas de antes eran más elegantes. Conclusiones un tanto simplicistas,  o provocativas sin sentido, a la luz de la mirada que tenemos sobre el tema en el S.XXI. De todas maneras, no es no compartir su premisa lo que me hace no conectar con la película sino el hecho de que - en términos de su estética - me pareció homologable a lo que hace Hollywood cuando reconstruye una época histórica por el hecho de reconstruirla. Al igual que cuando en un parque de diversiones nos invitan a vivenciar tiempos pasados por mero entretenimiento.

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