Fading de Olivier Zabat me pareció interesante desde un punto de vista, digamos, pedagógico. Los primeros minutos me hicieron acordar al cine de Alain Cavalier (pionero en el uso de las cámaras digitales y de las posibilidades que brindan éstas para rodar en la oscuridad, entre otras cosas), pero hacia la mitad me di cuenta que el film no tenía nada que ver con el del documentalista, aún cuando ambos son franceses. La larga escena donde dos jóvenes miran un pasillo oscuro, asustados porque aparentemente hay algo al final, me recordó a Alien. El futuro llegó hace rato…
Bangkok, mon amour
Años atrás, no recuerdo con exactitud en qué otra edición del Bafici, un crítico de cine me regaló Breve Historia del Erotismo de Georges Bataille. Leí el libro y llegué a la imagen final. Al menos en mi edición hay una foto de un ritual al que llaman Suplicio Chino. No les voy a hacer pasar a ustedes, queridos lectores, lo que yo pasé cuando entendí de qué se trataba esa imagen, pero para que se den una idea era una suerte de “rito” en el que a un hombre, aparentemente culpable de un delito, lo sometían a torturas, mientras le daban opio a la vista de un grupo de gente.
The Terrorist (2011, Thunska Pansittivorakul), por momentos, me remitió a aquel relato, más abajo develaré por qué. La película traza un paralelo entre los hechos monstruosos cometidos en Tailandia en los años ’70 contra estudiantes, y los eventos ocurridos en la masacre en el mismo país, en el 2010. En muchos pasajes este ensayo cinematográfico parece un homenaje al hoy reconocido cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul: comienza en una suerte de jungla, en las imágenes se superponen intertítulos y leyendas, y la organización de la historia es fragmentaria. Le suma imágenes documentales de los ‘70, y actuales. Pero el contenido (el qué) es diferente porque alude explícitamente a Tailandia y su historia político-social. Por supuesto, de una manera original y, por introducir el contraejemplo, en las antípodas de lo que hace Michael Moore.
Hay una escena que seguramente recuerden aquellos que vieron la película. Me refiero a aquella silente en la que mientras un muchacho se masturba el subtitulado cuenta como asesinaron, y las vejaciones a las que sometieron a los estudiantes en los ‘70. En los largos minutos que dura este contrapunto me pregunté: ¿Por qué el realizador forzó la imagen hasta ese lugar? ¿Será porque cree que el reverso exacto de lo tanático es lo erótico? ¿Por un lado la muerte más terrible, y por el otro el placer más absoluto? El tema que en esta escena erotismo y sadismo están juntos en el mismo plano.
La descripción del asesinato de los estudiantes, y la superposición con la imagen del muchacho gozoso, me hizo acordar al final del libro citado más arriba porque éste, en su final, sugiere que el placer y el dolor se parecen. Personalmente no creo eso, como tampoco creo que lo que pasó en Tailandia en los ’70 pueda explicarse solamente a través de las fuerzas contrapuestas de Eros y Tanathos. Intuyo que el realizador tampoco piensa eso, pero eso es lo que parece desde el montaje A mí me hubiera enriquecido preguntarle a éste por qué eligió contar un hecho así de traumático de esa manera. Aún así, y aunque no termino de comprender algunas elecciones, le doy la bienvenida a los films políticos tailandeses, y a propuestas jugadas y comprometidas con el mundo como esta.
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