Escribo estas palabras en medio
de la triste noticia de que partió Prince. En un momento de mi vida el álbum Rave Un2 the Joy Fantastic era como una
suerte de compilación de mantras para mí porque lo escuchaba una y otra vez. La
canción The Greatest Romance ever sold tenía sobre mí un efecto fascinante, mi interpretación
entonces era que hablaba de un romance falso, inventado, pero que terminaba
haciéndose real como pasa en algunas películas de Hitchcock.
A propósito de Hitchcock este
Bafici programó la película Hitchcock/Truffaut del crítico y director de cine
Kent Jones. La película se sustenta en las grabaciones de las entrevistas que
el por entonces crítico de cine francés Truffaut tuvo con el maestro inglés y después dieron origen a un libro mítico entre
los cinéfilos: El cine según Hitchcock. No es la primera vez que Jones nos
introduce e hipnotiza con películas sobre maestros del suspenso. Años atrás
también nos deslumbró con Un hombre en
las sombras, el documental sobre Val Lewton que indagaba en la figura de
quien fuera el mentor de las películas llamadas CINE B que dieron lo mejor que
ha dado Hollywood en su período clásico como el film La marca de la Pantera de Jacques Tourner.
Otra película reflexiva
proyectada en este 18 Bafici, y también de un crítico de cine, es Viviré en tu recuerdo de Sergio Wolf. No
es una continuación de la maravillosa Yo
no sé qué me han hecho tus ojos (si por continuación se entiende una extensión
de la trama) sino más bien un bonus track
o una suerte de detrás de escena del rodaje de aquella pero en un tono a
contramano de las películas del estilo que difunden los canales que son
extensiones de las Majors como E! Entertaiment. Pues aún cuando tenga ese aire
detectivesco que imprimen algunos films del estilo, la revelación de Wolf de un
accidente en el rodaje de Yo no sé… lo lleva a una pregunta teórica por la relación
entre la banda de imagen y de sonido. El film es chiquito pero disfrutable.
Once day since yesterday de Bill Teck es un relato solvente sobre la vida y obra de Peter Bogdanovich centrada en el rodaje y edición de Nuestros amores tramposos (They All Laughed,1981). Un hecho traumático (el asesinato de Dorothy Stratten) afecta la película y la vida de su director para siempre y a partir de allí Teck reconstruye no solo la relación de Bogdanovich con la audiencia norteamericana sino también el siempre tenso y dificultoso vínculo entre los directores que quieren imprimir en sus películas sus visiones personales y las Grandes productoras. El documental, tan pasional como la misma vida de su protagonista, cuenta con testimonios relevantes como el del crítico de cine Andrew Sarris y Ben Gazzara (fundamental también en la filmografía de John Cassavetes) en la que quizás sea una de sus últimas apariciones en cámara. Cassavetes aparece en el film pero como el alma bondadosa que ayuda a su Peter a salir de sn duelo y no como el pionero en distribuir sus propias películas, como lo fue. Una empresa titánica en un país gobernado por las Majors como deja claro el film.
Once day since yesterday de Bill Teck es un relato solvente sobre la vida y obra de Peter Bogdanovich centrada en el rodaje y edición de Nuestros amores tramposos (They All Laughed,1981). Un hecho traumático (el asesinato de Dorothy Stratten) afecta la película y la vida de su director para siempre y a partir de allí Teck reconstruye no solo la relación de Bogdanovich con la audiencia norteamericana sino también el siempre tenso y dificultoso vínculo entre los directores que quieren imprimir en sus películas sus visiones personales y las Grandes productoras. El documental, tan pasional como la misma vida de su protagonista, cuenta con testimonios relevantes como el del crítico de cine Andrew Sarris y Ben Gazzara (fundamental también en la filmografía de John Cassavetes) en la que quizás sea una de sus últimas apariciones en cámara. Cassavetes aparece en el film pero como el alma bondadosa que ayuda a su Peter a salir de sn duelo y no como el pionero en distribuir sus propias películas, como lo fue. Una empresa titánica en un país gobernado por las Majors como deja claro el film.
Hablando del mundo del
entretenimiento no puedo dejar de referirme a la película Entertaiment y su director:
el norteamericano Rick Alverson. Apenas aterrizó en el Bafici con una
proyección casi íntima de New Jerusalem
en la que estábamos unos pocos espectadores y acreditados intuí que este tipo se las traía. New Jerusalem es un relato estructurado casi exclusivamente entre dos
actores que discurre en la vida de un recién llegado de la guerra de Afganistán
a una localidad de Estados Unidos que en la gomería donde trabaja se encuentra
con un devoto cristiano que trata de ayudarlo en su nihilismo con sus
creencias. Verdaderamente hacía mucho no veía una película realizada con tan
pocos recursos (el equipo de rodaje fueron 5 personas) pero con tanto
contenido. Tomándose su tiempo, sin apurar los diálogos ni las situaciones,
Alverson indaga profundo en las grietas de una sociedad y también en sus lazos ofreciendo
momentos de íntima belleza.
Con Entertaiment va un poco más lejos Por empezar es una película con
más presupuesto y más “dura” desde lo formal lo que acentúa la atmósfera densa
y le da como una suerte de tridimensionalidad a la percepción. Hay
digamos dos tramas interrelacionadas en la película: la historia de un
contador de chistes (interpretado por el comediante Gregg Turkington) que viaja
de pueblo en pueblo para supuestamente entretener pero en realidad aprovecha
la situación para desparramar amargura, desprecio e ira a los asistentes a su
show. Y por otro lado está la trama metatextual donde Alverson explora el
género de la road movie, y también del western,
y los combina en un relato que tiene además tintes de Lynch sobre todo por el
uso que hace del sonido y también por imágenes que remiten a Terciopelo Azul. La apuesta es
arriesgada y muy impactante desde lo visual (de hecho muchos pasajes están
filmados en formato panorámico) y se entra en ese mundo, o no. Es más, creería
que Alverson no quiere que entremos en ese mundo a partir de los juicios
primarios (identificación con el personaje principal o la continuidad de la
trama por ejemplo) sino que busca sumergirnos en otra cosa con imágenes
fuertes, quizás para algunos un tanto abyectas, como la de un recién nacido que
no respira y nadie lo ayuda a que lo haga.
En muchos sentidos, la película
es un revés de todo lo que el modelo de representación institucional indica que
hay que hacer: la no frontalidad del personaje a cámara, la continuidad de las
acciones, la alta comunicabilidad (la supuesta hija con la que se comunica el
personaje nunca aparece en campo) y como consecuencia es también el revés de
los “valores” (el final feliz, la clausura narrativa) que ese modelo expande
una y otra vez en las miles de pantallas del mundo.
Otro representante de la cultura norteamericana
que se dio una vuelta por esta edición del 18 Bafici fue Bob Byngton. Las
comparaciones pueden ser odiosas pero en términos cinematográficos queda muy
lejos de su compatriota. Al menos, Somebody
up there likes me es una película con algunas imperfecciones (lo que no es
en primera instancia despreciable desde ya) y la sentí un poco impostada en el
retrato de sus personajes medio tontos y exitosos que buscan hacerse un lugar
en la cultura del capital. De todas maneras, siempre es interesante ver como
Norteamérica se piensa a sí misma desde un lugar en las afueras de Hollywood.
Y para terminar este post, que
sin proponérselo terminó siendo en gran medida sobre los representantes de la
otra cultura norteamericana presentes en este festival, no quiero dejar de
referirme al inteligente, sorprendente, brillante, serio, y cómico al mismo
tiempo, trabajo de Penny Lane. Según el mismo Porta Fouz, actual director
artístico de este Bafici, el hallazgo se le debe al director anterior, Panozzo.
Our Nixon es un trabajo de edición
inteligente, sensible, notable en el que utilizando como materia prima las
filmaciones en Super 8 que los mismos
asesores de Nixon hicieron durante su período de trabajo en conjunto (y que
luego fueron confiscadas como prueba del Watergate) Lanne logra un otro relato
fascinante que arroja luz sobre los entramados, a veces, absurdos, del poder
impune.
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