martes, 31 de marzo de 2015

Ave Fénix, obra magistral de Christian Petzold

Con Ave Fénix Christian Petzold construye un relato intertextual (entre el drama de posguerra y el thriller) con múltiples capas de sentido que tienen al amor y la pareja, como pregunta, en el centro de la escena, para a partir de allí disparar sentido hacia otras zonas. Apelando a una narrativa clásica, con reminiscencias a Fassbinder, el guión que Petzold escribió con Farocki, está lleno de detalles, y de informaciones a tener en cuenta para comprender la profunda reflexión que plantea el film.

(imagen)

Una mujer que sobrevive a un campo de concentración con la cara desfigurada retorna a su lugar donde le practican una cirugía “recreativa”, como le dice su amiga Lena. A Nelly le cuesta adaptarse a este rostro, tiene heridas abiertas (literales y metafóricas) y una crisis de identidad. Su principal anhelo es reencontrarse con su esposo Johnny, a quien finalmente encuentra aunque este no logra reconocerla.

La anécdota remite rápidamente a Vértigo de Hitchcock  y por supuesto a Más allá del olvido de Hugo del Carril. El retorno del ser amado como la continuación de un amor más allá. Sin embargo, el guión magistral que Petzold escribió con Harun Farocki (quien no llegó a ver la película terminada) tiene ribetes, detalles más oscuros, vueltas de tuerca que llevan la historia hacia un lugar menos romántico.

En general, los personajes que retornan lo hacen por un motivo: para aclarar algo,  comprender algo o reencontrarse con alguien. Y el personaje de Nelly (interpretado por Nina Hoss, actriz fetiche de Petzold, sublime en su rol) no es la excepción. Nelly vuelve a encontrarse con su marido, con su verdadero marido: un ser mucho menos ideal que el que ella recordaba cuando estaba detenida. La reflexión sobre la “naturaleza” del amor en Ave Fénix no un tema menor

Ese hombre que no la reconoce, que en su recuerdo le salvó la vida (la memoria es selectiva) le propone un trato, una estafa: que se haga pasar por su esposa muerta para cobrar una herencia que repartirán a porcentaje. ¿Qué ha pasado con él? ¿Se ha vuelto así por la guerra? ¿Es esta la que lo ha llevado a ser un hombre frío y calculador? ¿No era acaso un músico sensible?

Nelly, para recuperar a su esposo, acepta el juego, y mientras lo hace aprende de nuevo a ser ella misma. Y mientras juega, tiene la ilusión de que de un momento a otro su esposo la volverá a recordar. Y nosotros, espectadores, ansiamos que eso ocurra para que Nelly pueda, o tenga la posibilidad, de obtener lo que tanto deseó. Pero el guión nos va brindando pequeñas informaciones que aunque sueltas, son contundentes: Johnny no fue el príncipe azul que Nelly recordaba.

De todas maneras, nunca accedemos a él. Toda la película (tal en otras películas de Petzold como Yella o Bárbara) vemos las situaciones desde el punto de vista de la mujer: es a Nelly a quien observamos sufrir, pensar, amar o actuar. A Johnny, exceptuando la mueca final, cuando es finalmente descubierto, no podemos acceder. Pero ¿es Johnny un malvado?

En todo caso, es un negador. Él está convencido de que su esposa ha fallecido, por eso no puede aceptar su retorno. No puede aceptar a una esposa con heridas. La historia no profundiza, ni corrobora lo que Lena le dice a Nelly: que fue Johnny quien la entregó. Hay  puntos oscuros, sueltos, que lo sugerirían, pero esto no se aclara del todo.

La posguerra, es el escenario donde se articulan estas cuestiones, Petzold acentúa el aire de maqueta de los exteriores, y de los interiores también. Por eso lo que empieza como una película sobre la guerra (aunque esta con su horror acecha) muta en un film de suspenso y después en una profunda y dolorosa reflexión sobre “la naturaleza” del amor.

Había leído tanto que la película hablaba de la identidad que especulé con que me encontraría con una reflexión en este sentido. Por supuesto, hay toda una línea argumental que se explayar sobre y esto y también le permite a Petzold ir sobre un tema social: el día después de la guerra cuando se levantaron las fronteras, volvieron los sobrevivientes, los norteamericanos están por acá y por allá, las familias de los nazis también. O sea, la historia privada, íntima funciona como alegoría de un conflicto mayor que el cine no ha explorado mucho.

Pero también está el otro tema: el de la desgracia del amor. Porque Nelly, como personaje individual, descubre que mientras casi todos la reconocen (la Sra. Elisabeth, la dueña del hospedaje que la ocultó, su amiga Lena, los supuestos amigos) Johnny no logra reconocerla hasta el final, quizás porque antes tampoco la había conocido realmente.

Cuando Nelly termina de aceptar esto (casi le es más fácil comprender que él podría haberla delatado, el diálogo en la bicicleta es paradigmático en este sentido, que el hecho de que él no la reconozca) es cuando resurge con un canto como un Ave Fénix. Resurge de sus propias cenizas y crece (solo por ese desenlace a Hoss deberían darle unos cuantos premios), se eleva.

Quizás, también, en algún punto la historia de Nelly sea la Historia, con mayúsculas, de Alemania: un país que en el final de la guerra se quedó sin identidad, se quemó al ver el horror que ella misma había cometido, y tuvo que “recrear” (no reconstruir) sus ciudades y sus nuevos monumentos.




domingo, 29 de marzo de 2015

Mommy, de Xavier Dolan

Sería cómodo criticar a Mommy de Xavier Dolan por sus “flaquezas” estéticas – que las tiene- o enojarse porque en el pasado Festival de Cine de Cannes compartió el Premio Especial del Jurado con el mismísimo Jean Luc Godard. Y sin embargo, después de haber visto las dos películas (Adios al Lenguaje y Mommy) entiendo e incluso celebro este premio compartido. Sí, yo misma en su momento  cuestioné este decisión – cómo podía ser que le hicieran esto a Godard- pero después de ver el trabajo de Godard y el de Dolan la decisión no me parece desacertada.

En primer lugar, Adiós al lenguaje no es una obra maestra. Es una película más – desde ya inteligente, provocadora- dentro de una extensa filmografía de un cineasta genial y original que a sus 80 años sigue tan rebelde como hace 50 años atrás. Godard es un irreverente y construye desde la rebelión: en los años ’60 contra el raccord y el montaje en el eje, en el Siglo XXI contra el 3 D. Pero sus rebeliones, casi dadaístas, a veces son solo eso: películas perturbadoras, meramente conceptuales, con poca historia o trama y profundamente metatextuales.

Mommy, sin embargo, no me pareció una película rebelde, me pareció brutal, difícil, fresca y sumamente contemporánea. No es rebelde - aunque su protagonista sí lo sea y probablemente su director también: carezco de datos sobre la vida y/o personalidad de Dolan excepto que tiene veinte y tantos- porque Dolan naturaliza lo que en Godard era rebeldía. Por ejemplo, el quiebre del raccord de mirada (la forma de articular el plano  contra plano como lo utiliza casi siempre el cine de Hollywood), o el hecho de cambiar abruptamente de punto de vista (en el comienzo del film esto es muy palpable) son formas, usos cinematográficos que en esta película son totalmente funcionales a la historia, como si el relato (el como) y el qué aquí sean lo mismo.

Es que esta manera cubista de contar, tiene mucho que ver con las emociones y el estado psíquico y emocional de los personajes. Dolan cuenta la historia desde ellos, como si fuera uno más, mantiene muy poca distancia de sus personajes y quizás por eso al comienzo abruma con los gritos, los primeros planos, los primerísimos planos. Pero ¿criticarlo por eso? Dolan es un cineasta de la era selfie y la cercanía del lente con el objeto es para él algo de todos los días – insisto más allá de que se saque o fotos de este tipo, algo que no sé-.

Por eso, creo que este premio ex aequo es bastante sutil: La filmografía de Godard es en muchos aspectos una experimentación, o búsqueda, sobre la forma y algo de lo que encontró, es tomado por Dolan que lo hace suyo y encima cuenta una historia.

¿Le faltaría mucho más? Sí, desde ya. John Cassavetes, que también era muy joven cuando filmaba,  se mantuvo cerca de sus personajes y sus historias disfuncionales y al hacer eso retrató una parte de la vida norteamericana que el cine de Hollywood no mostraba. El caso de Dolan es más acotado (como el formato de pantalla de gran parte de Mommy), centrada en tres personajes y sobre todo centrada en la relación entre una madre y un hijo atravesados por un vínculo violento e insano. Que la maternidad es un tema hermoso y a veces complejo, muy complejo, es algo que aparece en algunas películas cada tanto el asunto que Dolan, fiel a su edad quizás, lo lleva al extremo, a una bacanal de imágenes y sonidos, cambios de puntos de vista, saltos en el eje, y canciones.


Cada espectador juzgará, o no, a estos personajes de acuerdo con sus propias vivencias, cada espectador se enganchará con algunos detalles o ribetes de la trama de acuerdo a sus recuerdos. Cada espectador disfrutará más, o menos, de algunas imágenes o pasajes del film. Lo que seguramente no pase es que se quede impávido. Y eso es ya bastante decir. 

martes, 17 de marzo de 2015

Pantalla Pinamar 2015: Cine escandinavo

Pantalla Pinamar 2015 programó un foco de películas producidas en la Península escandinava. Desde Marie Croyer, el último trabajo del experimentado Bille August (ganador del Oscar por Pelle El Conquistador en el ’87) pasando por la ópera prima sueca Blow Fly Park de Jens Ostberg hasta La señorita Julia, de la noruega Liv Ullmann, fueron parte del convite cinéfilo de este año.

La película danesa Marie Croyer es un relato de época centrado en la vida de Marie quien fuera la esposa del pintor dinamarqués más importante (P.S Koyer) que falleció en medio de cuadros alucinógenos. Estableciendo un diálogo entre la propia pintura de Koyer y los planos de la película, August lleva adelante un relato clásico pero contado desde un punto de vista femenino de alguna manera redimiendo a quien seguramente es un personaje controversial para la Historia del Arte danés: Marie.  

La sueca Blow Fly Park se centra en un joven practicante de hockey sobre hielo al borde de la psicosis que vive sus días de la caza y de la pesca en una comunidad que más que contenerlo lo excluye y juzga. Ostberg, también de profesión coreógrafo y bailarín y de visita en la ciudad balnearia, comentó que su intención era mostrar que en Suecia el hecho de exaltar las supuestas cualidades de la masculinidad (la fuerza por ejemplo) conlleva a crear estructuras psíquicas particulares. Sostuvo además que mientras en el jardín les enseñan a los niños a no pegar, en la secundaria les dicen “pegá” para que se hagan valer lo que crea una crisis de identidad que es lo que quiso mostrar en la película.  


Llama la atención que la reciente Force Majeure (Fuerza Mayor, la traición del instinto, también sueca) de Ruben Ostlund aborde lo mismo: un concepto de masculinidad en crisis representado en el accionar de un hombre que aparentemente decide, en un pequeño accidente, protegerse él antes que a su familia lo que desencadena una sucesión de conflictos en su interior y severos cuestionamientos por parte de su esposa.
Blow Fly Park sigue a su personaje casi como los Dardenne siguen a los suyos. Eso le da al relato una inestabilidad genérica (la película es al mismo tiempo un drama y un thriller pero no encaja del todo en ningún género) y también cognitiva: los espectadores quedamos presos del desequilibrio del personaje y no podemos predecir cómo va a actuar.

De Noruega

Noruega se destacó con películas como La Señorita Julia de Liv Ullmann. La musa del sueco de Ingmar Bergman traspuso al cine la pieza dramática de August Strindberg y la adaptó casi literalmente excepto por una escena: la intimidad entre la Señorita Julia y su empleado no transcurre en la cocina sino en el cuarto. Interpretada por Jessica Chastain, Collin Farrel y Samantha Morton (en los papeles de Julie, John y Katheleen respectivamente) La Señorita Julia de Ullmann respeta lo que estaba en la pieza (que la lucha de clases a fines del S.XIX se colaba en las zonas más íntimas del comportamiento humano como el acto sexual) pero también resalta el machismo y la fragilidad de la mujer aún cuando esta tuviera una posición de “poder” como Julia.

Ullmann, y quizás esa es su lectura de la obra, nuestra como los papeles del “amo” y “el esclavo” son intercambiables, demuestra que John es tanto víctima de la manipulación maquiavélica de Julia como a su vez Julia es víctima de la misoginia y el paternalismo de John hacia ella.  


La Señorita Julia es una apuesta extraña, esquiva al canon actual y por momentos bergmaniana. En este último sentido, cuando John, luego de tener relaciones con Julia, se lava con igual dosis de asco y satisfacción remite directamente a la filmografía de quien fuera el esposo de Liv. La película es quizás para rever, para no juzgar a la ligera y que vuelve sobre un costado medio opaco del cine: su vínculo con las grandes piezas dramáticas.

Por Orden de Desaparición de Hans Petter Molan fue otra de las sorpresas noruegas presentada en Pantalla Pinamar. Ovacionada en la Berlinale cuando se presentó en el 2014, la película es un thriller pero al mismo tiempo una comedia negra, del estilo de Tarantino, que narra la sed de venganza de un hombre (el magnífico Stellan Skarsgard) cuando se entera los pormenores del asesinato de su hijo. El entorno de la película, un pueblo enclavado en la nieve y como está filmado, es alucinante pero el director a medida que avanza el relato en vez de resaltar el costado dramático, prefiere exacerbar lo lúdico, lo cómico, aún cuando el contenido no lo sea. Bruno Ganz, en una participación sorprendente, completa el elenco de este film.

Carta al Rey de Hisham Zaman es una apuesta entre el documento y la ficción que comienza en un centro de refugiados en Noruega que por un día van a pasear a Oslo y sus historias terminan entrelazadas por una carta que un hombre de ochenta y tanto años, Mizhra, le escribe al Rey. A tono con el trabajo previo de este director la película se centra en los deseos y frustraciones de aquellos que dejan su lugar de origen y tienen que adaptarse no solo a otras formas de vida sino climas. Intimista, centrada en los sentimientos y deseos de sus personajes.

Beatles fue la gran satisfacción de este festival. El film de Peter Flinth, basada en el best seller noruego homónimo y producido por Jorgen Storm Rosenberg (ver abajo entrevista), cuenta la vida de unos adolescentes de un suburbio en Oslo fanáticos del grupo inglés que quieren hacer música y en el medio atraviesan amores y desamores propios de la edad. La película que tiene música original - un hito si tenemos en cuenta que ni Ringo Starr, exceptuando las suyas propias, puede tocar canciones del grupo  en sus conciertos-  es además una suerte de fresco de fines de los sesenta en Noruega y su relación con el resto del mundo: no solo con los Beatles sino también con la guerra de Vietnam. 


Auténtica película teen, de iniciación, tierna y áspera, pariente en algunos aspectos de la sueca ¡Somos lo mejor! (We are the best, Lucas Moodysson) con todos los ingredientes del género: terceros en discordia, fiestas en casas, padres permisivos y castradores, padres que se padecen y disfrutan y música: Beatles fue ovacionada en la sala Oasis de Pantalla Pinamar.

Los festivales de cine tienen una función general: programar y mostrar aquellas películas que difícilmente se estrenen (aunque Beatles tendría aquí unos cuantos seguidores en la Argentina) que son producidas en las afueras de la Gran Industria. Pero a veces los festivales solo programan las películas ganadoras, de los realizadores de moda, o del gusto de un determinado grupo de críticos. Por el contrario, Pantalla Pinamar esquivó sabiamente desde sus inicios ese mote y se arriesgó a indagar en películas o cinematografías no de moda, o que no figuran en las listas cinéfilas de fin de año. Podemos decir que este año esa premisa tuvo el mejor resultado en este foco sorprendente sobre cine producido en los países nórdicos.

Copyrigt/Copyleft Lorena Cancela


lunes, 16 de marzo de 2015

Beatles: Entrevista con Jørgen Storm Rosenberg y Louis Williams

La película noruega Beatles dirigida por Peter Flinth  está inspirada en la novela homónima (1984) escrita por Lars Saabye Christensen, un best seller en su país, que transcurre entre los años 60 y 70 en Oslo en medio de un grupo de adolescentes que son fanáticos del grupo inglés, adoptan los nombres de sus miembros e intentan imitarlos mientras atraviesan distintos momentos agridulces propios de la edad.


Fantástica desde todo punto de vista, esta película teen fue una de las gemas exhibidas en la 11 edición de Pantalla Pinamar que, con dirección del Sr. Carlos Morelli, se desarrolló en la ciudad costera entre el 9 y el 15. La película tiene una particularidad: la banda de sonido cuenta con música original de los Beatles, algo muy difícil de lograr. En el proyecto, además, están involucrados Joachim Rønning y Espen Sandberg, los directores de Kon-tiki quienes actualmente filman Piratas del Caribe 5.

Me sentí realmente contenta cuando terminó la proyección, entusiasmada como hacía mucho no me pasaba al salir del cine y quise conversar con los hacedores de este magnífico proyecto que sería genial si se pudiera estrenar en la Argentina en algún momento. Aquí abajo entonces una entrevista con Jørgen Storm Rosenberg y el protagonista de Beatles: Louis Williams , ambos de visita en 11 Pantalla Pinamar.

(Louis y Jorgen)

Lorena Cancela: Comentaste en la presentación de la película en el Oasis que estuviste mucho tiempo buscando autorización para tener canciones originales en la banda de sonido de Beatles.

Jørgen Storm Rosenberg: Sí, fue como escalar una montaña alta. Tuve que conversar con distintas compañías musicales de Moscù, Nueva York, Los Ángeles, mi país (Sony/ATV Music Publishing and EMI Music Nordics). Fue un reto y finalmente conseguí los derechos de poner canciones interpretadas por los mismos Beatles.

L.C: La película esta basada en una novela noruega de mucha trascendencia llamada también Beatles, escrita por Lars Saabye Christensen. ¿Fue dificultoso para vos conseguir los derechos de este libro?

J.S.R: ¡Fue igual de dificultoso que conseguir los derechos de las canciones!

L.C: ¿Cómo hicieron para encontrar a los actores?

J.S.R: Fue un casting realmente largo. Nosotros necesitábamos actores que tuvieran una edad específica, que se parecieran a los Beatles originales y que a su vez hablaran de una manera particular porque la película tiene lugar en un área específica de Oslo. Ya estábamos por firmar con un elenco pero seguíamos teniendo dudas, hicimos otro casting y allí apareció Louis Williams que también tiene un aire a Paul Mc. Cartney.

L.C. Louis ¿cómo fue tu experiencia?

Louis: Muy enriquecedora. Nos ensañaron a cantar, a bailar y también convivimos con el resto de los actores por un tiempo. Fue una experiencia intensa que incluso me dio ganas de dedicarme a la dirección así que cuando termine la secundaria quiero dirigir, tengo el sueño de ser director de cine. Me gustan mucho Tarantino, Guy Ritchie.

L.C: ¿Te gustaban los Beatles como grupo?

L.W: La verdad es que conocía a mucha gente a la que le gustaban Los Beatles pero yo los empecé a escuchar para filmar la película, realmente me encantaron.

L.C: En general, las películas escandinavas tienen un componente oscuro. Sin embargo, Beatles es brillante, luminosa por decirlo de alguna manera.

J.S.R: El libro transcurre en siete años pero nosotros no quisimos fijar una fecha específica, puede ser un año, dos. Y efectivamente quisimos hacer una película luminosa, el mismo autor estuvo de acuerdo con esto aún cuando él haya escrito otras novelas más oscuras.

L.C: La película ¿fue enteramente rodada en Oslo? ¿Cuánto tiempo les llevó?

J.S.R: Los exteriores sí son de Oslo pero otra parte de la película y algunos interiores se filmaron en Budapest, Hungría. Filmamos sin parar durante 7 semanas con un equipo de aproximadamente cien personas.

La conversación va concluyendo, le pregunto a Jorgen si le interesaría trabajar en Hollywood y dice que sí, que al inglés lo entienden más personas que al noruego. Me sorprende el humor y su forma de ser… Noruega transita todas las estaciones pero entre ellas transitan meses de noche polar, o pura noche. Esta característica, comenta el mismo Jorgen, los hace un poco “fríos”, quizás por eso al despedirme no me animo a darles un beso.

Copyleft y Copyright Lorena Cancela