De frente, y adentro
¿Es posible decir que en la
película de Cuarón por momentos sentimos que estamos en el espacio? Sí, es
posible. En el reino de las películas de inmersión donde importa más estar
adentro de la pantalla que frente a ella, esto es posible. Y por supuesto, el
3D es el mejor aliado para lograr este efecto. Ahora bien, la película de
Cuarón, y de ahí su virtud, no puede ser medida, o interpretada solo desde ese
punto de vista: de que es una película sensorial. De hecho, tiene dos partes
bien marcadas que apelan a modos de relación con la pantalla bien distintos.
Al primero lo denominaré
provisoriamente modelo contemplativo, y al segundo modelo inversivo. El modelo
contemplativo se condice con el comienzo de la película. Aunque los personajes
están trabajando, contemplan la Tierra: sus pliegues, sus océanos, y grietas.
Efectivamente, Cuarón construye imágenes de una hipnótica belleza acordes con
la sensibilidad de su era. Ryan y Matt contemplan el cosmos mientras hacen su
tarea dirigidos por distintos controladores en la tierra. Podríamos decir que
Ryan y Matt son una suerte de continuación, 60 y pico años después, del
personaje de Jeffries en La Ventana
Indiscreta de Hitchcock: para los tres el mundo tangible, la realidad, está
fuera de alcance.
Incluso la torpeza motriz a la
que están expuestos los personajes por estar en el espacio, es similar a la que
experimenta Jeffries desde su silla de ruedas. Pero mientras Jeffries mira, y
saca conjeturas sobre el comportamiento humano, y los potenciales peligros de
la intimidad de un cuarto (que no solo tienen que ver con el asesinato sino
también con los “peligros” de la vida en pareja); Ryan y Matt miran – acorde
con el acceso a las tomas satelitales propias de la era google- la Tierra desde
lejos. Eso sí, y como sus antecesores, no se privan de coquetear. Hasta ahí
llega la primera parte de la película donde el mundo cercano de La Ventana Indiscreta, y la complejidad
humana que puede desatarse en un cuarto matrimonial para bien y para mal, es reemplazada
por imágenes de una Tierra que se ve demasiado hermosa.
Pero en un momento todo cambia, y
no solo cambia a nivel de la trama – la diégesis, simple pero historia al fin -
sino también a nivel de las competencias espectatoriales que se nos “exigen”.
Cuando llega la tormenta de residuos espaciales, y los personajes quedan
enteramente aislados, se produce un giro en el relato. Este giro se observa,
por ejemplos, en el tipo de planos que empiezan a ser más cerrados. De hecho, casi
toda la última parte (de la inmersión) transcurre en el interior de una nave
espacial descuajeringada. Así, ni nuestra protagonista, que se ha quedado sola,
ni nosotros con ella podemos abstraernos de la situación de estar,
paradójicamente, encerrados en el espacio.
(Sandra Bullock, Ryan)
Hay una escena (vertiginosa si se
mira la película en 3 D) en la cual Ryan queda dando vueltas, y vueltas, y más
vueltas, a la deriva… Esa deriva exterior se condecirá en el transcurso de esta
segunda parte con una orfandad interior; Ryan ha perdido todas las coordenadas.
No hay espacio, no hay tiempo, se percibe como una vacío. Esa podría ser una de las exigencias que le
pide la película al espectador en esta segunda parte: que acepte ese vacío, esa
deriva, que se corra del lugar de estar mirando de frente, con la cabeza
erguida como un voyeur. Cuarón logra
como pocos, y ayudado por las nuevas tecnologías, una atmósfera extraña para el
cine de entretenimiento que generalmente usa el 3 d para el lucimiento del
efecto especial.
Por esto creo, sin querer ser
exagerada o describir a Gravedad como
un hito del cine, insistir con que Cuarón hace un uso paradójico de la inmersión
y el 3 D. ¿En qué sentido? En el sentido que esta tecnología se usa
generalmente para generar algún tipo de disfrute visual. Y no se ha utilizado
tanto como escenario para un drama de sesgo existencial. Recordemos sino El Gran Gatsby, la película de Luhrmann estrenada
este año, en la que el 3D tenía sentido solo con relación a los movimientos de
las telas o la intensidad de las luces. Aquí, si bien es cierto que estamos
dentro de la pantalla, estamos allí desde un lugar distinto con Ryan, sus
alucinaciones, recuerdos e imperfecta
humanidad.
Eso es lo que hace a Gravedad
extraña e interesante. El hecho de que parece una cosa- incluso por momentos se
podría especular con que es una especie de western espacial, pero finalmente aquí
los personajes no quieren conquistar nada- y termina siendo otra. Una película
distinta y atípica con respecto a otras producciones que también transcurren en
el espacio exterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario