Más abajo fragmento de la nota de divulgación publicada en el número de agosto de la revista Caras y Caretas sobre Vino para robar de Ariel Winograd.
Ariel Winograd - director de Cara de Queso, Mi primera boda y pasante en el rodaje de la película El Plan Perfecto de Spike Lee- afirma que VINO PARA ROBAR es “una comedia que se centra en dos estafadores que tienen que
trabajar juntos, no quieren hacerlo, en el medio se enamoran y tienen que robar
un banco. Es también una película de
acción y policial. Es una auténtica caper
movie”. En este tipo de películas las tramas se focalizan en atracos pero
con la particularidad de que puede haber algún que otro giro cómico. El último golpe con Gene Hackman y Danny
De Vito y El Gran Robo con Patrick
Dempsey son dos
ejemplos recientes.
Winograd es uno de los directores
argentinos que desde sus películas dialoga con el cine de Hollywood, sobre
todo, con la comedia norteamericana. “Es la primera vez que me estoy animando a
agregarle algo de género al ya género de la comedia. Cara de Queso, mi primera película, era más íntima, más personal, y
Mi primera boda, que también era
autobiográfica, tenía la intención de
ser una comedia brillante bien al estilo americana. En este caso el guión no es
mío y el desafío fue ponerle a ese guión alguna impronta personal.” Aunque,
aclara, en este caso “no hay ningún
judío en aprietos”.
El antecedente del género de robos en Estados Unidos
data de los inicios del cine mismo. Gran
Asalto y robo al tren de Edwin S. Porter de 1902 es un ejemplo. En la
Argentina, la trama con robos tiene también antecedentes. Por dar algunos
ejemplos, Fabián Bielinsky, en la perfecta y alucinatoria El Aura, imaginó el paso a paso de la concreción de un asalto a un
blindado; Marcelo Piñeyro le dio cuerpo y voz a los personajes de la novela Plata
Quemada de Ricardo Piglia (donde una banda de malvivientes se hace de un motín
de un banco en San Fernando) en el film homónimo; y en los años ’60 Kurt Land
dirigió El Asalto, con Alberto de
Mendoza y Luis Tasca, una película que trata, también, del robo a un banco.
Winograd afirma que para darle
verosimilitud a la película y a los hechos que ocurren: “No solo investigamos y
nos asesoramos con un experto de Policía Científica a propósito de cómo se roba
un banco. También tuvimos asesoramiento de sommeliers y enólogos. Yo no quería
que la gente dijera que los personajes, por ejemplo, no saben agarrar la copa.”
Parte de la película fue rodada en Mendoza que está en la trama, desde ya, por el vino. La
ficción cuenta que un Malbec muy apreciado por Napoléon III – que en la vida
real fue fanático del vino- habría sido escondido en lo que hoy es territorio
cuyano. En Vino para robar aparecen
íconos reconocibles de la provincia - como la popular Fiesta de la Vendimia (totalmente
recreada)- y también escenarios transformados. Así, una reconocida bodega mutó
en la casa del villano interpretado por Juan Leyrado quien (vale el dato) en
medio del rodaje se quedó sin cabello. “En un momento el set parecía una
peluquería, pelamos a unos cuantos.”, recuerda Winograd.
Sobre Valeria
Bertuccelli y Daniel Hendler.
“Ellos nunca habían trabajado
juntos pero lograron un timing increíble.
Valeria es una de las mejores actrices argentinas. Cuando la vi en Silvia
Prieto me dije: ‘¿de dónde salió esta mujer?’. Y con Dani es muy lindo trabajar
porque se crea un clima de familiaridad muy grande dado que está desde mi
primera película.”
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