Debo ser sincera. No tenía
enormes expectativas con Antes del
Anochecer de Richard Linklater
protagonizada por Julie Delpy y Ethan
Hawke. De todas maneras, me adentré en la sala cinematográfica como trato de
hacerlo siempre: sin prejuicios. Pero lamentablemente, la verdad no me siento del todo cómoda teniendo razón, mi primera intuición no
falló y, muy a mi pesar, tengo que decir que esta entrega no me parece tan
lograda como las anteriores. Sobre todo porque en su afán para que estos
filósofos andantes digan frases inteligentes, terminan diciendo, por momentos,
cualquier cosa. Y la saga nunca se
destacó por sus méritos cinematográficos sino por sus diálogos.
En la primera escena Jesse, por
primera vez en rol de padre, le pregunta a su hijo si tiene todo lo necesario para
abordar un avión que lo devolverá al hogar materno. Esta escena me atrapó. Hasta
ese momento no sabemos si la madre es la señorita francesa con la que tuvo un
romance entre Viena y Paris, o su esposa norteamericana. Luego de despedirse
del muchacho los espectadores comprendemos que el niño se reunirá con su mamá
norteamericana porque su actual mujer es Celine con quien tiene, además, dos
hijas. Jesse sube al auto, mientras Celine habla por teléfono y las nenas
duermen. Cuando ella corta no le pregunta cómo fue la despedida.
Cinematográficamente hablando la
escena que sigue a esta del aeropuerto es bastante pobre: la cámara está fuera
del auto, detrás del vidrio, aunque los espectadores escuchamos todo el
diálogo. Insisto, las virtudes formales nunca fueron el aspecto fuerte de la
saga, pero dado los recursos con los que cuenta creo que podría haber estado un
poco mejor filmada. Pero dejémonos llevar por la impresión de realidad y
volvamos a los diálogos. El largo rodeo por una ruta ondulada entre ruinas
ancestrales –están en Grecia- los hace incurrir en frases entre el lugar común
y lo políticamente incorrecto. Por ejemplo, ella en un momento “juega” con que
sus hijas podrían ser cocainómanas en el futuro porque él se comió su manzana.
Efectivamente, todo ha cambiado.
Aún cuando los protagonistas sigan siendo metatextuales y hablen todo el tiempo
sobre sí mismos, tengan un punto de vista bien formado sobre casi todo, la
acción transcurra en un día y estén en otro país, han cambiado. Jesse no es más
el escritor apuesto, formal, contenido, reservado. Más bien parece (aunque es
más culto) un personaje de las películas de Apatow, un tanto grosero, desalineado
e histriónico por demás. Y ella se ha transformado en una mujer controladora
(le pregunta repetidas veces ¿me vas a querer cuando sea así o asá?) y fría. Otra
vez, no repara en que su hombre, no sin sufrimiento, acaba de dejar un hijo
casi adolescente, al que no verá por meses, en un aeropuerto.
Así es como ese hermoso e
idealizado cuento romántico transnacional en el Siglo XXI que era el fuerte de las
entregas anteriores se transforma aquí en otra película sobre la alienación
conyugal y la frustración del hombre y/o la mujer posmoderno dentro de ese
enclave que es la pareja en los, o cerca de, los 40 años.
De todas maneras, y ya lo dijo
Barthes, en la medida que existan escenas conyugales habrá problemas que
plantear al mundo. No es que no sea interesante hablar de la pareja, pero con
la antesala que tenían estos dos personajes ¿no se podía haber planteado el
tema desde un lugar diferente? ¿No podían estos personajes, con la prehistoria
que los unía, tener un modo de relación distinto, sin tanta alienación? Antes del anochecer es más que una
película sobre los encuentros y desencuentros, o el amor y el enamoramiento, o
las mutaciones del amor, un tratado sobre la neurosis extrema, sobre el control
de las palabras sobre las personas y sus acciones.
A Jesse no se lo ve, ni oye, muy
feliz. Y Celine se queja y despotrica contra casi todo. Celine bien podría ser,
no digamos amiga, pero simpatizante de “la tana Ferro”, la protagonista de Un novio para mi mujer. Aunque si esta
última encontraba finalmente el canal de expresión adecuado en la radio, su par
francesa no y descarga todo en su conyugue. La verdad, me cuesta entender por
qué Celine está tan enojada con Jesse. ¿Por qué dejó a su esposa
norteamericana, engendraron dos hijas, y se fue a vivir con ella a su ciudad,
Paris?¿O es que Jesse no elige bien a sus mujeres? La actual es colérica y la
anterior, según refieren, es alcohólica.
Volviendo a la trama de la
película, los personajes están en Grecia porque han sido invitados por otro
escritor a pesar una estadía allí. Es época estival y una pareja anfitriona los
invita con una noche de hotel. La invitación es rara (es incómodo que otros se
metan en la intimidad de una pareja), aún así van. Previo a eso en la mesa del
almuerzo se discute sobre al amor. Excepto porque hablan del futuro del amor, y
el romanticismo en la era tecnológica, la escena podría haber sido parte de Cartas a Julieta, esa película con
intertexto de la obra de Shakespeare filmada en la Toscana.
Camino al hotel, con deambuleo
turístico incluido (sí, la capillita que visitan es muy linda) se empieza a
gestar la tragedia griega que tendrá su catarsis explosiva en la habitación del
hotel. A diferencia de lo que pasaba en las entregas anteriores es en el
interior, en el cuarto, donde tiene lugar la escena más lograda de la película.
Más cerca de Tape, otra película de
Linklater, que de Antes del atardecer
aquí los personajes y actores, aunque para mal, están más conectados. Digo para
mal porque ella le echa en cara, incluso, que él es un aburrido para encarar la
relación sexual. Lo sorprendente del caso es que después eso él insiste en
seducirla.
Antes del anochecer trabaja con la saturación, con el extremo, con
el descontrol, o mejor dicho el control, de las palabras sobre sus personajes
principales. Casi no hay en esta película tonos, matices o momentos
contrastados entre la pareja protagonista. Si los personajes llegan a un
equilibrio este es rápidamente desbarajustado por lo que se dicen. Es verdad, vivimos
en un mundo extraño, convulsionado, y los parámetros de relación están
cambiando. Eso, por supuesto, repercute en el vínculo conyugal. Ahora ¿cuál es exactamente
el problema de estos personajes? ¿Por qué están en una guerra interior sin,
siquiera, causas reales?
¿Estamos frente a un ejemplo de
“guerra de guerrillas contra nosotros mismos”, como sostenía Deleuze? ¿O será algo
más banal y terrenal que el marketing llegó a la conclusión de que ver una película
sobre una pareja feliz no garpa? Formulo otras preguntas ¿qué quiere decir
Celine cuando le dice a Jesse que parece un español? ¿O que quiere decir cuando
dice que la mujer norteamericana hace como si no pasara nada? ¿Acaso se puede generalizar
así? De hecho, la que actúa así en la primera escena es ella cuando niega el
sufrimiento de su esposa por la despedida de su hijo.
En pocas palabras, Antes del anochecer tiene momentos
interesantes pero también tiene momentos bastante forzados. Es que en su afán
de buscar todo el tiempo sorprender con latiguillos de diálogo inteligentes,
estos personajes terminan diciendo cualquier cosa. Al final, el Indio Solar
tiene, otra vez, razón: “pero dos que se quieren se dicen cualquier cosa”.