Amaneciendo en un día feriado
para la Argentina me topo espontáneamete con unos conductores de un programa de
televisión de un canal de aire que repasan los estrenos de la semana. Uno de
ellos es, por supuesto, la película Bárbara
de Christian Petzold. Los que están en el piso no vieron la película pero
de alguna manera la descartan “por dura”. Uno de ellos dice algo así como que “hay
que tener ganas de ver algo así”.
Bárbara, efectivamente, trata de una mujer que intenta hacer su vida
cortina de hierro mediante.
La elegida unánimemente por los
que están en el piso es: Monster University, una nueva entrega del fenómeno
Monster Inc que se ha convertido en saga. Desde ya, no se pueden negar las
virtudes de esta genial película animada “para chicos y grandes” (al que le
interese más este tema lo invito a que se acerque al primer capítulo de ESTADO
TRANSITORIO), ni el impacto que seguramente tendrá en la taquilla en el
preámbulo del receso invernal. No son los méritos de la película los que están
en discusión. Lo que sí tendría que estar en discusión es que los comunicadores
descarten una película, como Bárbara, sin haberla visto.
En general, el canon, o mejor
dicho el gusto de la televisión, es pochoclero. Obviamente, eso no está mal
(todos hemos tenido, o tenemos, algún tipo de filiación con el cine de
Hollywood), pero tener un interés por un tipo de cine, no tendría que generar que
se descarte otro tipo de cine. Más aún cuando se trata de una película
interesante, de un realizador alemán talentoso que ha realizado varios films ya
y que ha obtenido el Oso de Plata a la Mejor Dirección en el Festival de Berlín
por esta película. ¿O solo cuentan los premios cuando los ganan las películas
argentinas?
Bárbara está interpretada por Nina Hoss, la misma actriz de otra
genial película de Petzold llamada Yella.
Yella es la historia de una mujer que
busca escapar de un cuadro de violencia de género. Es cierto, Petzold toca temas “duros” pero los
aborda respetando las convenciones de la ficción: creando personajes atractivos,
y en muchos aspectos misteriosos, construyendo una trama abierta y al mismo
tiempo con buenas dosis de suspenso. También crea historias cuyos personajes
centrales son femeninos: mujeres de “armas” tomar, fuertes aún en sus
debilidades que sobrellevan cargas pesadas pero no se quedan aferradas a estas.
Este es uno de los aspectos que
más llama la atención de Bárbara dentro del conjunto de películas que han
abordado la escisión de las dos Alemanias después de la segunda Guerra: el
personaje femenino y su dimensión existencial. Bárbara de Petzold no es solo
una película sobre contrastes y la “lógica” de una sociedad represiva es
también una reflexión sobre la intimidad de una mujer en un contexto
particular. Una intimidad que, por otro lado, será expuesta hasta donde el
personaje de Bárbara lo permita: Sí, Petzold respeta como creador a su creación,
y la describe sin golpes bajos, en su orfandad y soledad, con sensibilidad.
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