jueves, 20 de junio de 2013

Bárbara de Christian Petzold

Amaneciendo en un día feriado para la Argentina me topo espontáneamete con unos conductores de un programa de televisión de un canal de aire que repasan los estrenos de la semana. Uno de ellos es, por supuesto, la película Bárbara de Christian Petzold. Los que están en el piso no vieron la película pero de alguna manera la descartan “por dura”. Uno de ellos dice algo así como que “hay que tener ganas de ver algo así”.  Bárbara, efectivamente, trata de una mujer que intenta hacer su vida cortina de hierro mediante.

La elegida unánimemente por los que están en el piso es: Monster University, una nueva entrega del fenómeno Monster Inc que se ha convertido en saga. Desde ya, no se pueden negar las virtudes de esta genial película animada “para chicos y grandes” (al que le interese más este tema lo invito a que se acerque al primer capítulo de ESTADO TRANSITORIO), ni el impacto que seguramente tendrá en la taquilla en el preámbulo del receso invernal. No son los méritos de la película los que están en discusión. Lo que sí tendría que estar en discusión es que los comunicadores descarten una película, como Bárbara, sin haberla visto.

En general, el canon, o mejor dicho el gusto de la televisión, es pochoclero. Obviamente, eso no está mal (todos hemos tenido, o tenemos, algún tipo de filiación con el cine de Hollywood), pero tener un interés por un tipo de cine, no tendría que generar que se descarte otro tipo de cine. Más aún cuando se trata de una película interesante, de un realizador alemán talentoso que ha realizado varios films ya y que ha obtenido el Oso de Plata a la Mejor Dirección en el Festival de Berlín por esta película. ¿O solo cuentan los premios cuando los ganan las películas argentinas?


Bárbara está interpretada por Nina Hoss, la misma actriz de otra genial película de Petzold llamada Yella. Yella es la historia de una mujer que busca escapar de un cuadro de violencia de género.  Es cierto, Petzold toca temas “duros” pero los aborda respetando las convenciones de la ficción: creando personajes atractivos, y en muchos aspectos misteriosos, construyendo una trama abierta y al mismo tiempo con buenas dosis de suspenso. También crea historias cuyos personajes centrales son femeninos: mujeres de “armas” tomar, fuertes aún en sus debilidades que sobrellevan cargas pesadas pero no se quedan aferradas a estas.

Este es uno de los aspectos que más llama la atención de Bárbara dentro del conjunto de películas que han abordado la escisión de las dos Alemanias después de la segunda Guerra: el personaje femenino y su dimensión existencial. Bárbara de Petzold no es solo una película sobre contrastes y la “lógica” de una sociedad represiva es también una reflexión sobre la intimidad de una mujer en un contexto particular. Una intimidad que, por otro lado, será expuesta hasta donde el personaje de Bárbara lo permita: Sí, Petzold respeta como creador a su creación, y la describe sin golpes bajos, en su orfandad y soledad, con sensibilidad.

Por supuesto, en Bárbara hay escenas que responden al género de thriller ambientado en la posguerra, pero magistralmente Petzold se instala  en la cotidianeidad de Bárbara, en su esquiva interioridad. Una escena de la película es clave para explicar este exilio interior. Me refiero a la escena donde conduce su bicicleta al costado de un campo. Bárbara conduce, el viento la rodea y como espectadores sentimos, o intuímos, el cúmulo de sus emociones aunque ella no diga directa o explícitamente, nada. Respetar los silencios de Bárbara es uno de los aciertos de esta película que, como cualquier otra, merece ser vista, y comentada. 

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