El Gran Simulador de Néstor Frenkel no solo sigue en cartel sino que a un mes de su estreno ha sumado nuevas salas. Compartimos abajo la nota completa publicada en el número de mayo de la revista Caras y Caretas.
Por Lorena Cancela
Un género que algunos consideran
menor, el documental, a veces termina siendo más interesante que muchas
ficciones. Y el estreno este mes de El
Gran Simulador la película de Néstor Frenkel sobre Héctor Lavandera, más
conocido como René Lavand, es una prueba. A tiempo, el genial ilusionista que prefiere
reconocerse como “experto en cartas y artista”, y tuvo una participación
cinematográfica en Un Oso Rojo, tiene
una película que lo honra, lo descubre, lo muestra con el respeto y la
admiración que un hombre como él, mundialmente reconocido, se merece. Como dice
Frenkel: “Lavand es en lo suyo
equivalente a Maradona, (o al Papa!)”
La historia de René Lavand es
conocida entre de sus seguidores: A los 9 años un accidente hizo que perdiera
su mano derecha, pero no su interés por las barajas. Pero El Gran Simulador no es una película sobre el giro trágico de su
vida, es sobre el hombre, el artista que es seguido por miles y miles de
personas a lo largo y ancho del mundo: España, Francia, Estados Unidos, Japón,
y también Colombia, Venezuela, México. “Alguien
que desarrolló un arte para el que aparentemente tenía todas en contra, y pudo
convertir las dificultades en ventajas revela una fuerza, una fe y una
inteligencia poco comunes.”, sostiene Frenkel.
El documental se posa en el
presente de Lavand con su esposa, en su casa de Tandil y su laboratorio, como
le gusta llamarlo, con su paño verde donde todas las mañanas se sienta a practicar
y a crear. “Cuando llegue la inspiración
que me encuentre trabajando” dice Lavand citando a Picasso. Y también
arremete: “La gente cree que soy culto
pero en realidad soy un traficante de frases, aunque algo he aprendido en esta
vida”. Ese aprendizaje tuvo que hacerlo solo (de allí su autodidactismo) porque
en el mundo del ilusionismo no existían libros para zurdos y mucho menos que
les falta una mano. “Aprender a aprender”
es uno los lemas que le trasmite a algunos discípulos, muy pocos, porque Lavand
se rehúsa a ser un “fabricante de artistas”.
La fama transnacional de René es
tal que, incluso, fue invitado al famoso programa norteamericano “Ed Sullivan
Show”. A propósito de cómo consiguió el sorprendente material de archivo de la
película Frenkel nos cuenta: “Estuve
buscando entre coleccionistas varios, además del propio archivo de René. Miré
muchas horas de material y traté de privilegiar lo que me sirviera desde lo
cronológico que no fuera lo más visto o conocido, que lo mostrara a René en
distintas partes del mundo y que no redundara en los juegos que yo mismo había registrado con
mi cámara. Además, tuve la suerte de conseguir un material desconocido, incluso para René: una filmación
casera en 16 milímetros del año 1960 que
aparece en los créditos.”
Dentro de este material de
archivo los espectadores podrán ver una entrevista que un periodista español le
hace a Lavand donde le comenta que existen rumores sobre su persona como por
ejemplo que usa solo una mano para hacerse
el pícaro, o que no la usa porque recibió un disparo pues andaba en asuntos no
lícitos. Pero como dice el ilusionista lo suyo solo son las “nobles trampas”. Lavand demuestra un
humor, y un buen humor, a prueba de todo. Pero cuanto tiene que ponerse serio
no duda en afirmar que necesitó de mucha fuerza y voluntad para sobreponerse
del golpe que le dio la vida.
El documental de Néstor Frenkel –
realizador también de Construcción de una
ciudad y Amateur- describe, se acerca al misterio Lavand y a su sorprendente
universo (con su colección de bastones, su casa de madera con ascensor, su gato
negro, una mano colgada como timbre, buen vino y buena grapa) con interés
genuino: “Filmar la intimidad de su
laboratorio me dio la posibilidad de ver su trabajo despojado de ciertos
ornamentos que usa en sus apariciones públicas, y así conseguir un retrato cercano
y cálido.” cierra Frenkel.
Su mayor acierto como
documentalista es no querer ser más, como realizador, que al gran artista que
retrata e intenta conocer sin preguntas capciosas, con las ganas de compartir
con nosotros, o de tratar de entender, que hay detrás, o delante, de este
hombre excepcional que afirma: "No se trata de que la trampa no se vea,
se trata de que ni siquiera se sospeche" El Gran Simulador se podrá ver este mes en: Malba, Monumental y Cosmos UBA.
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