"El futuro llegó hace rato"
Algunos fans, algunos críticos,
están disconformes con esta nueva entrega de “Star Wars”. Dicen que no tiene
una trama sólida, que es puro efecto especial, que los personajes no llegan a
emocionar, que todo es esquemático (según fórmulas comerciales). Digamos que
hay algo de verdad en todo eso aunque también surge la pregunta: ¿No fue
siempre “Star Wars” el terreno de la trama débil? ¿No fue siempre “Star Wars”
la película de algunas dicotomías? Desde sus tempranos inicios allá por 1977,
“Star Wars” fue el terreno del efecto especial y de los personajes más bien
planos (según los define Casetti) que luchaban entre dos fuerzas: la luz y la
oscuridad. Mientras Bogdanovich, Coppola, Scorsese buscaban romper ciertos
límites estéticos dentro de Hollywood, sus pares Spielberg y Lucas buscaban
ampliar los géneros haciendo películas de fórmula pero ampliándolas: las persecuciones
intergalácticas en el espacio de “Star Wars” o la caza del Tiburón en el océano
no dejan de repetir aquella práctica del western: la lucha de uno/s contra otro/s
en nombre de la civilización.
No hace falta ser muy ducho en
cine para darse cuenta de que en términos estéticos el modelo que triunfó fue
el de estos últimos. Y no solo, o exclusivamente, por la innovaciones que le
aportaron a las películas mismas (en términos de trucajes por ejemplo) sino por lo
que lograron conquistar a su alrededor: el objeto de culto por un lado (los
muñecos), la experiencia inmersiva en el parque de diversiones por el otro que
les reportó millones extra en la recaudación. En algunos casos, como el de “Star
Wars”, incluso mayores que lo recaudado en boletería (Maltby).
Bye bye Jedi
Esto fue hace más de 30 años
cuando Disney todavía no había expandido sus fronteras, ni había adquirido una
parte importante de las Majors o estudios que actualmente posee. Sin embargo,
el componente comercial ya estaba presente desde la génesis de “Star Wars”. O
sea, enojarse por el asunto comercial es obviar que siempre estuvo allí.
Quizás lo que duela es que en
esta película se termina todo lo anterior. Lo interesante que tenían las anteriores:
las ambigüedades de los personajes (ese ir y venir en algunos casos de la
bondad a la maldad como los cowboys), lo cómico o lo risueño casi que desaparecen.
Aquí todo eso está presente pero patinado con una filosofía new age distinta a la filosofía oriental
bajo la cual, de alguna manera, podrían analizarse las versiones anteriores.
De hecho, el título es concreto: “Los
últimos Jedi”. Aunque (ojo spoileo) los que la vimos sabemos que no es así, que
algunos continúan. Lo que se termina entonces es el linaje de esos jedis. Los
otros jedis, los jedis que amamos. Los jedis filosóficos, los que intentaban
explicar, de alguna manera, la existencia. Esos jedi son lo que no existen más.
En este sentido, funciona la escena que menos me gusta de la película cuando un
ridículo Yoda (porque no tiene el encanto del original) reaparece y quema,
literalmente, la tradición. De alguna manera, esa escena es equiparable a la
muerte de Han Solo en manos de Kylo en la entrega anterior.
Sabiendo esto, y evitando caer en
el gesto nostálgico, la película se disfruta. Y más que con “Star Wars” propiamente
dicha se podría comparar con “Las crónicas de Narnia” (el amor y el respeto por
los animales es un componente contemporáneo) o con “Harry Potter”: el Lider
Supremo es muy parecido a otros malvados del universo del Mago.
Luces de la oscuridad
Dicho esto no resulta extraño que
sea más difícil distinguir entre la luz y sus contradicciones, y la oscuridad
y su padecimiento. Ya no hay luz u
oscuridad en el sentido de las anteriores. Incluso quien representa a la luz
(Rey) y el que representa la oscuridad (Kylo) coquetean románticamente. Incluso
cuando Kylo tiene que completar su “mandato” y matar a su madre, como lo hizo
con su padre, no lo hace.
A lo largo de los años, y dependiendo
de las versiones, esa luz (la fuerza jedi) fue marcada como más o menos ambigua:
Cuando Obi-Wan Kenobi mutila a Anakin ¿no está siendo acaso tan malo como él? “Star
Wars” en general exaltó los valores del héroe, de cierto héroe: del héroe que
no duda en matar llegado el caso. Lo que la diferenciaba respecto de otras películas
cuyos personajes actúan igual es que filosofaba al respecto.
Por eso es que creo que lo que se
termina en esta nueva entrega de Rian Johnson no es tanto la ética de hacer
negocios con el cine. Lo que se termina es cierto tipo de Jedi. Y lo que viene
podrá llamarse igual pero no será lo mismo. O sí será lo mismo: lo mismo o muy parecido a otras películas de Disney.