Si algo aprendí al momento de analizar, o tratar de
hacer una lectura sobre las películas, es a desconfiar de las primeras
impresiones, los primeros juicios que acuden inevitablemente a la mente después
de mirar un film. En este sentido, si me hubiera dejado llevar por la primera
reacción que tuve al salir de ver American
Sniper este texto sería diferente. Es que lo primero que sentí fue un
rechazo profundo a la película. ¿Cómo era posible que Eastwood realizara una
película como Gran Torino y años
después un film repulsivo como este? Es cierto que Eastwood se definió a sí
mismo como Republicano, pero su posición como cineasta sobre la guerra en Irak ¿es
igual a la del personaje principal de su película?
Debo confesar que hacía mucho que no salía del cine
confundida: no soy adepta a las películas de guerra y esta, sonido surround 7.1 mediante, me dejó un tanto agobiada.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, pensaba y recordaba el film, se me
aparecían detalles que contradecían lo que sentía. Traté de escribir este texto
desde la película y de pequeños pasajes en esta que me llamaron la atención y no podían encajar en mi primer rechazo al film. Al hacerlo tuve en cuenta no solo la
trama, sino también algunos puntos de vista que podrían representar al narrador
que está afuera de la historia.
Es cierto que estos detalles son menos obvios que
la infinidad de minutos que el realizador destina a filmar la guerra desde el
punto de vista de su “héroe”. En este sentido, si American Sniper tiene una pariente lejana es Hereafter donde “el viejo” Clint demostraba sus dotes para rodar
escenas inmersivas con el mismo talento que sus colegas más jóvenes.
La película cuenta la historia de Chris Kyle, un
marino y experto francotirador de la ocupación norteamericana a Irak, conocido como
La Leyenda, por su “eficacia”. Una
eficacia que lo lleva, incluso, a asesinar niños. La matanza del niño aparece
en los primeros minutos del film (se puede ver en el trailer): Un primer plano del rostro nos muestra en posición de
ataque a Chris cubriendo la entrada de un grupo de marines a unos edificios
presumiblemente tomados por una milicia iraquí. Kyle ve a un hombre que habla
por celular en una terraza y a los segundos una madre y un niño salen por la
puerta del inmueble. Kyle identifica que esta tiene algo entre manos, lo
describe como una granada y si bien duda, termina disparando y matando a los
dos.
Eastwood alterna entre el espacio donde se
desarrolla el combate (por momentos filmado casi como un video-juego, con la
misma frialdad que tienen estos) y el espacio cotidiano de Kyle. En este
último, nos va dando información del Navy Seal: creció en Texas, en una familia
humilde, rígida y conservadora, su padre lo formó en el arte de la violencia
reglada y le dio herramientas para que desarrolle las aptitudes - “innatas” le
dice en un momento-que el chico tiene para el tiro. Su vida es como la de
cualquier cowboy hasta que, desilusión
amorosa mediante, siente el llamado de proteger a su patria y se alista. Más
tarde, se enamora, se casa, estalla la guerra en Irak y hacia allí va.
Existe un ir y venir en el relato que se
corresponde con los viajes de Kyle. Y este vaivén introduce algunos cambios de
punto de vista. Si bien la mayor parte de la acción la vemos desde
la mirada de soldado, y/o de cómo sus
colegas militares lo ven a él (como a un héroe, un tipo a prueba de todo,
incluso de hacerse sus necesidades encima con tal de no perder posición) en la
parte del relato que transcurre en territorio norteamericano, Kyle es visto por
los otros y mostrado como un auténtico chiflado (por ejemplo está sentado
frente a un televisor apagado con cara de nada).
Eastwood no es muy obvio en este viraje del punto
de vista– quizás porque la familia Kyle participó del desarrollo del guión-
pero no por eso no les hace decir a los otros personajes lo que tienen que
decir. Por ejemplo, la obstetra de su primogénito lo revisa espontáneamente y
le dice que se tiene que calmar, su esposa insiste una y otra vez con que lo ve
mal y la guerra no tiene sentido (las veces que le habla casi que solo le dice
eso), el psicólogo le sugiere ayudar para ayudarse. En síntesis, todos los que
son ajenos al combate y la milicia, le afirman que él no está bien. Funcionan
como un contrapunto, casi como un coro griego, por eso también sus diálogos
suenan disonantes y poco verosímiles.
La mirada que Kyle y sus compañeros tienen sobre
Irak y sus habitantes responde al estereotipo racista: los nombran salvajes, los ven actuar como
tales. Los “salvajes” matan a niños de una manera igual o más cruel que Kyle. Sin
embargo, una escena no tiene que ver con esta mirada: la que muestra que el
francotirador antagonista de Kyle también tiene, como este, una esposa y un
bebé. Esa imagen, fuera del alcance de la mirada del Seal, humaniza al
contrincante, lo muestra desde otra arista. No es la mirada de Kyle es de quien está
afuera de esta historia.
Esa otra mirada, y lo dicho más arriba, me llevan a
creer que la película no solo está gobernada por el punto de vista del
francotirador. Por otro lado, esta escena sugiere una continuación: teniendo en
cuenta que Eastwood filmó La Conquista
del Honor y Cartas desde Iwo Jima
– dos películas sobre la Segunda Guerra Mundial contadas desde el punto de
vista japonés y norteamericano- ¿no podemos especular con que en este pasaje
está anticipando sus Cartas desde Irak? Sería
éticamente esperable.
En otra escena no solo vemos otro punto de vista,
también vemos cuestionando el punto de vista de Kyle. La misma transcurre en su
casa: En una reunión familiar su hijo juega con la mascota de la familia y el
militar interpreta que lo está lastimando por eso salta de su silla para
aniquilarla. El tema es que el único que interpreta eso como un ataque es Kyle.
Entonces ¿no será acaso que su visión está distorsionada? ¿No será acaso que su
visión falla?
Como Travis en Taxi
Driver, Kyle no puede sacar de su mente los tópicos ópticos y sonoros
horrorosos de una guerra. Para Kyle, el horror de la guerra fue algo tan real
que se transformó en algo irreal, en una pesadilla diurna que todo lo invade. Como
Travis, Kyle ve mal, distorsionado. Esta escena esta ahí y nos dice que Kyle no
está en su sano juicio, ve lo que él cree ver. Eso se lo hizo ¿solo la guerra?
¿O acaso Kyle no caza desde pequeño? ¿No nos está sugiriendo Eastwood que Kyle
es Kyle por como lo criaron?
La secuencia de la tormenta de arena, el último
combate en el que participa Kyle, está filmada como si fuera un sueño: torna al
campo de batalla en un espacio como de otro planeta, indecible: no se ve casi
nada, no se sabe quiénes son los de un bando u otro, quienes sobreviven y quienes
no, las figuras están borroneadas. La
tormenta de arena borra las formas y evidencia lo absurdo del combate. El
punto de vista ya no le pertenece a nadie. Ni siquiera al narrador que está
afuera y tampoco ve nada: lo que no se ve, en el cine tal cual como lo
conocemos, en general no se entiende y esa es la última secuencia de combate de
toda la película. Mirar algo que no se entiende.
American
Sniper es
una película compleja pero que tiene ciertos matices a los que está bueno
prestar atención para no caer en lecturas fanáticas. No creo que sea la película de un progresista - Eastwood no es Linklater- pero tampoco me parece que el
cineasta esté haciendo un panfleto sobre la guerra, o un homenaje a su protagonista.
De hecho, separa el cartel negro con el que clausura la historia de Chris Kyle
de las imágenes documentales del final (queda a libre albedrío del espectador
interpretarlas). Eastwood no es Linklater (que a través de sus personajes de Boyhood cuestiona la guerra, la adjudica solo a intereses económicos) pero tampoco es Spielberg.
El año pasado, por esta misma época The Act of Killing (ver en este blog) generó
polémica. Recordemos que la película era un documental que le daba voz y voto a
unos torturadores indonesios que aún no han sido juzgados por crímenes de lesa
humanidad y se consideran a sí mismos héroes. Me cuesta entender que críticos
que recepcionaron “positivamente” esa película hoy se sienten ofuscados con
esta. Es cierto, American Sniper no
termina como Boyhood -con esa hermosa
canción que dice “I don't wanna be
your hero”- pero tampoco festeja la heroicidad: en tal caso la expone brutalmente
en toda su crudeza y contradicción.