lunes, 29 de diciembre de 2014

Películas argentinas 2014: Esto no es un TOP 5

Películas argentinas 2014, cortos, largos.

Debo decir, sin ánimo de provocación, que entre las películas argentinas que vi algunas de las que más me impactaron fueron cortometrajes. No me mueven las ganas de generar polémica al sostener esto, simplemente el hecho de ser consecuente y honesta con mis impulsos más primarios como espectadora. Los cortometrajes que elegí tienen dos de las virtudes que últimamente más me atraen en las películas (tengan estas la duración que tengan): dosis iguales de experimentación y esquematismo, de ser al mismo tiempo clásicas y de vanguardia. En este sentido Padre, de Santiago Bou Grasso y La Fuga, de Primavera, Lavizzari, Medina (animadores casi recién graduados) me sorprendieron no solo por su capacidad narrativa sino también por el manejo de cierta cadencia narrativa poco común, y una metatextualidad que no se agota en la cita obvia.

Bou Grasso, que ya había demostrado su enorme talento en el magistral El Empleo - una metáfora sobre las relaciones de trabajo, una crítica al capitalismo deshumanizado contada entre el drama y la mueca grotesca quizás inspirada en Chaplin y su Tiempos Modernos-, vuelve en Padre con un trabajo impactante que en tono de metáfora alude a la historia más cruenta de la Argentina y sus desaparecidos, y también espera su lugar en la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood: Padre  ha sido preseleccionado para representar a la Argentina en los Premios Oscar en la categoría cortometraje. Utilizando la técnica del stop motion y creando un clima agobiante y opresivo que en el desenlace termina de alcanzar su pleno sentido, Padre conmueve desde un lugar visceral, aún cuando sea una animación en stop motion.

La Fuga, otra animación en stop motion, es en principio un pequeño film carcelario con presos y guardia cárceles pero los realizadores se las ingenian para dar una vuelta de tuerca que termina siendo un homenaje al cine mismo.

De los largometrajes, no elijo “los mejores”, o los que más me gustan en este caso, sino los que representan o delinean en su singularidad ciertas corrientes, tendencias del cine argentino como Relatos Salvajes de Damián Szifrón, Jauja de Lisandro Alonso y El escarabajo de Oro de Alejo Moguillansky. Creo que las tres expresan la diversidad de una filmografía, la argentina, que es imposible de encasillar en un solo estilo (como pretendían algunos a lo largo del año insistiendo en que de ahora en más las películas argentinas deberían ser todas como Relatos…), un único género o una sola forma de producir. A su vez, las tres si bien son locales, expresan distintos aspectos de la localidad, distintas voces.

Szifrón, representa un tipo de narración más ligada a los géneros cinematográficos de Hollywood, a las historias con protagonistas y antagonistas y finales clausurados. De todos los episodios (que podrían haber sido cada uno una película en sí mismo) el que más me interesó. por ser estudiosa de las películas de casamientos, es el último: el de la boda. Es brillante la manera en la cual Szifrón filma los primeros momentos de la celebración, con esa mezcla tan rara de tensión y alegría que suelen tener los eventos del estilo, y como va construyendo el crescendo y transformando al relato de la comedia romántica al thriller psicológico. La mutación del personaje que compone Erica Rivas cuando descubre lo que está pasando en la subtrama de la fiesta es verdaderamente estupenda. Y el después, su gran catarsis, la gran bacanal, la locura dionísiaca, el desenfreno de la mujer despechada es maravilloso. Szifrón en sus anteriores trabajos (El fondo del mar por ejemplo) había trabajado con la premisa de la mujer infiel pero aquí supera su propia tesis y muestra los dos lados, aunque todo visto desde el punto de vista de ella.

No sé si Jauja es la película de las más logradas de Lisandro Alonso pero no deja de ser una propuesta interesante, aún con sus “defectos” (leí en un diario que las actuaciones son desparejas y estoy de acuerdo: por momentos lo son). Y sin embargo, es una película que cautiva, que atrapa, de una extraña belleza y donde los perímetros entre realidad y sueño se bifurcan, se cruzan proponiéndole al espectador un viaje paralelo al que emprende el mismo protagonista: el “ingeniero” danés interpretado por Viggo Mortensen. En muchos aspectos Jauja es una película ruizeaña (léase asociada al cine del chileno Raúl Ruiz) por su recurrencia al sueño, la inexactitud temporal e histórica, la mezcla de lo local y lo foráneo (el gaucho y el danés), la proliferación de referencias tomadas de distintos géneros: poesía, canciones. Auténtico ejemplo de cine-arte.

El escarabajo de Oro es a mi criterio, la más local de los tres ejemplos: representa una forma de hacer cine y una estética que en principio no se puede relacionar con nada que sea de afuera. Justamente, uno de los conflictos de la película es ese: hasta dónde dar lugar, y hasta donde hacer caso omiso, de los mandatos de la co-producción. En sus diálogos, puede ser una película irreverente para algunos, pero no deja de ser una interesante vuelta de tuerca de ese género que es el “cine dentro del cine”.


Se producen muchas películas en la Argentina y con estas menciones no pretendo erigirme gurú. Me quedan muchas películas afuera de esta selección, películas más experimentales (que circulan por canales específicos), me quedan afuera otras películas interesantes que se han visto en festivales como Reimon de Rodrigo Moreno (una reflexión sobre el tiempo  reglado, el tiempo subjetivo, el trabajo y el montaje), Los Dueños Ezequiel Radusky y Agustín Toscano (una suerte de Las Criadas pero que toma su propio tono a medida que avanza el relato y sorprende por la madurez con la que baraja a tantos personajes  tratándose de una ópera prima), Favula de Perrone. En fin, insisto, esto no es una lista de las mejores películas argentinas del 2014 es un registro de un recorrido de la mirada. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario