Con motivo del segundo año del Ciclo
Cuadro x Cuadro Diversidad y el taller realizado en la Escuela de Danzas José
Neglia (de la cual soy egresada) - organizados por la Dirección de Políticas de
Género del Municipio de Morón y de los que tuve el honor de ser parte - escribí
un texto sobre la primera mujer involucrada en el proceso de realización de
películas: Alice Guy.
Hace un tiempo que tengo ganas, y
en alguna medida una deuda, de escribir sobre algunos cortometrajes de la
directora francesa Alice Guy. Alice fue secretaria de León Gaumont pero
rápidamente se transformó en una auténtica cineasta. Alice es (al menos hasta
el día de hoy) la primera mujer relacionada con la práctica de hacer films. Digo
hasta el día de hoy porque la historia del cine es un relato vivo que está en
movimiento. Puede existir un canon de cine universal, pero no existe una
historia del cine universal: lo escrito, las traducciones que se hacen de esos
escritos, el saber oral trasmitido de generación en generación, el lugar de la enunciación
(y la articulación de poder que se pone en juego) escriben una u otra Historia.
En este sentido no deja de ser significativo que aún hoy, en algunos trabajos
de historiadores de cine contemporáneos, el nombre de Alice Guy aparezca a pie
de página.
Alice Guy fue una pionera en los
inicios del cine y está a la altura de Lumière y/o Méliès. Fue realizadora, productora,
directora de estudio. Fue una mujer que utilizó trucajes en sus films, que
vivió entre Francia y Estados Unidos cuando estos países se estaban disputando
el control y el monopolio de la comercialización del cinematógrafo. De todas
maneras, no es el propósito de estas palabras escribir su biografía (dentro de
la que se cuentan verdaderos expertos, ella misma llegó a escribir sus memorias
que fueron publicadas post-morten) sino reflexionar sobre su obra y algunos de
sus trabajos tratando a Alice como lo que es: una mujer cineasta que contribuyó
al desarrollo del cine en sus primeros años de existencia.
Una cineasta que cuando todavía
no existían los estudios de género se comprometió desde su hacer con temas
femeninos como la maternidad (en El Hada de los repollos), el rol de la mujer
en la incipiente sociedad industrial (en Consecuencias del feminismo) y la
violencia de género (Haciendo un ciudadano norteamericano). A diferencia de los
trabajos de los Hnos. Lumière que retrataron el mundo circundante (la llegada
del tren, la salida de los obreros de la fábrica, una recreación estival en el
mar, el zoológico) Alice desde su primer cortometraje El Hada de los repollos muestra una intención ficcional, y un punto
de vista bien articulado, que trasciende el registro observacional.
En este corto de 1896, una mujer
(el hada) recoge bebés de unos repollos del piso. El hada está ubicada en el
centro del cuadro y mira hacia el frente (donde está ubicada la cámara)
mientras avanza hacia adelante. El andar de la actriz (una amiga de Alice) más
que remitir al teatro (como los cortos de Méliès) remiten al ballet: los
movimientos de los brazos del hada son similares al “saludo” de las bailarinas
en el ballet clásico. El hada no deja su expresión de felicidad en ningún
momento, pero algo llama la atención: ella no levanta a un bebé u otro, tal
siguiendo un plan, sino que vacila, se acerca a un repollo y a otro como si el azar se pusiera en juego para que “nazca”
un bebé. El corto es una manera inteligente y fantasiosa de plantear el
misterio de la vida.
En Las consecuencias del feminismo (1906) el entramado cultural como
etiquetador de conductas aparece en escena. En este trabajo los roles están
invertidos y las mujeres realizan “acciones de hombres”, y “los hombres de
mujeres.” Los hombres planchan, cocinan, pasean a los hijos y las mujeres se
van de la casa, encaran a los hombres y van al bar. El cortometraje es, en
muchos sentidos, anticipatorio. En primer lugar porque deja en claro que el
tema de los roles es una cuestión cultural y no natural. Al invertir las tareas
Alice está sugiriendo que lo que hacen los hombres, podría ser perfectamente
hecho por las mujeres, y viceversa. Y si bien en el desenlace se restituye “el
orden” (los hombres echan a las mujeres del Bar) es premonitorio que una mujer
de principios de Siglo XX haya vislumbrado lo que hoy es corriente en la
organización hogareña.
Aún cuando el título “Las
consecuencias de…” pudiera interpretarse como que los cambios no son totalmente
positivos, es interesante que haya reflexionado sobre como la sociedad
interviene en la división de tareas. Por otro lado, el cortometraje es también
un ejemplo de que con muy pocos recursos (apenas un grupo de actores y
actrices: no hay aquí ningún personaje más desarrollado) y unas poquísimas
locaciones se puede hacer algo inteligente.
Making an American Citizen (tentativamente Haciendo un ciudadano
norteamericano) de 1912 refiere sin tapujos a la violencia de género y, de
alguna manera, especula con cómo revertir este proceso. El corto trata de un
hombre, de procedencia rusa, que quiere ingresar a territorio norteamericano.
El problema es que maltrata a su mujer con golpes e insultos (la metáfora de la
animalización de la mujer es elocuente en el comienzo) y en Estados Unidos esa
conducta es inapropiada y así se lo indican apenas ingresa.
Alice vivió entre Francia y
Estados Unidos y si bien la mirada de la realizadora sobre este último país es
idealizada (ya desde el título: para ser ciudadano norteamericano deberá
cambiar sus malos hábitos) no deja de ser admirable como Alice describe, y cuando
la figura del maltratador no tenía una definición clara en lo simbólico, la
manera en que el hombre socava la identidad de su mujer. El corto, además, no solo se centra en la
pareja sino que incluye al vecino que no duda en intervenir cuando escucha, en
la casa contigua, gritos y golpes. Sí, el cortometraje también tiene una intención
didáctica.
A pesar de que se pueda discrepar
con la mirada disonante entre ser Norteamericano y bueno y, como en este caso,
ser ruso y malo (una bipolaridad sobre la que se ha estructurado una parte importante del cine
de Hollywood) no es menos verídico que en
Making an American Citizen la realizadora está describiendo la violencia
doméstica y también sus consecuencias. Rehabilitación mediante en el final el
hombre cambia (no se sabe si por convicción o por temor) pero deja finalmente a
su señora en paz. Lo interesante del corto es también esta idea optimista de
que hay un proceso que se puede revertir…
Alice Guy no realizó solo 3
trabajos: realizó cientos. Algunos sostienen que llegó a los mil. La descomposición
física del material analógico, la no conservación de películas del período
silente, el hecho de que sus trabajos estén dispersos, que ella haya sido
ciudadana y ejercido su profesión en distintos lugares del mundo, que no
aparezca en los créditos de varios de sus films (en muchos casos le adjudicaron
trabajos de su autoría a otros realizadores), hace imposible abarcar la
totalidad de su obra. Pero como no se trata de todo sino de algo, desde aquí le
rendimos homenaje a una mujer con una sensibilidad especial y una mirada
punzante que, en muchísimos aspectos, es extemporánea.
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