El Estudiante de Santiago Mitre (co director de El amor, primera parte y guionista de Leonera y Carancho) es una de las películas más originales que ha dado el cine argentino independiente de los últimos años. Y en este caso la palabra independiente tiene valor porque la película se realizó gracias a la voluntad de un grupo técnico, dos productoras incipientes (La Unión de los Ríos y Pasto), y actores que, guiados por un director, llevaron adelante un proyecto cuyo tema es la política, sus formas, usos y costumbres.
El entorno donde se reflexiona sobre todo esto es la Universidad de Buenos Aires, concretamente la Facultad de Ciencias Sociales que inclusive se utilizó como locación. Quien haya ido a la U.B.A seguramente se sienta identificado o reconozca algunas de las cosas que suceden en la película aunque no es una película solo para estudiantes. El Estudiante se proyecta por ahora en el Malba, y la Lugones (ver programación Lugones). Abajo, una versión acotada de una entrevista más profunda con Santiago Mitre que se publicará en el número de septiembre de Caras y Caretas.
L.C: En toda la película la actuación es muy verosímil. Los actores ¿eran estudiantes de la U.B.A y/o militantes?
S.M: No. Ninguno era militante y en el 90% de los casos creo que no sabían de qué estaban hablando. Eso es la actuación.
L.C: ¿En qué locaciones trabajaron? ¿Cómo hicieron para filmar dentro de la Universidad?
S.M: Filmamos un 60% en la sede de Sociales de Marcelo T. de Alvear, y después en Parque Centenario. La U.B.A es territorio de los estudiantes, nosotros hablamos primero con el Centro de los Estudiantes y nos dijeron que sí. La universidad se vive con esa lógica que está muy buena donde es un espacio público y todos tenemos derecho a usarlo. Nos movimos en la facultad como si fuera un decorado. Incluso a veces interrumpíamos en las clases y les pedíamos permiso a los estudiantes y los profesores si nos dejaban filmar con Esteban (el actor Esteban Lamothe).
L.C: El personaje de Esteban es muy atractivo para el sexo femenino…
S.M: Sí, es medio voraz. Pero tiene que ver con la personalidad del personaje que es un tipo de acción. Y eso lo hace ser efectivo políticamente. Esteban tiene esa capacidad de seducción que, sin ser un charlatán, cae bien. Y va siempre para adelante, y le cae simpático a todo el mundo.
L.C: Para seguir a Esteban, usó bastante la cámara en mano.
S.M: La cámara en mano responde a la idea de tomar a las locaciones por asalto. Las escenas exteriores las filmamos con el mismo criterio: siempre tratábamos de mezclar a los personajes con el entorno para dar esa idea de realismo. Es un poco un registro clásico del documental.
L.C: ¿Por qué el título?
S.M: Porque le da un sentido de generalidad y yo quería moverme en una estructura narrativa clásica. Tenìa ganas de filmar una historia larga, que cuente un tiempo largo, con muchos personajes y con un aire documental.
L.C: ¿Cómo ves hoy la política?
S.M: Es interesante lo que sucede, después de muchos años de participación política, desde el 2001 en adelante se volvió a plantear que la política es un hecho trascendente. Esto se veía mucho en la universidad.