viernes, 26 de agosto de 2011

Cifras cine argentino 2010

Público, películas, pantallas

Según el anuario del año 2010 que publicó el INCAA el pasado julio (donde se brindan valiosos datos) de las más de 33 millones de entradas vendidas en 2010 en el país, 3 millones y medio fueron para las películas argentinas. Si este dato no se analizara, se podría concluir que el cine argentino es una causa perdida, pero llegar a esa conclusión sería una falacia: el cine argentino es una de las cinematografías más importantes de habla hispana. Y eso, entre otras cosas, gracias a una política cultural sostenida que, desde el inicio de la democracia, brega por hacerlo crecer.

Ese crecimiento sostenido es el que hace que en el mismo anuario el lector descubra que se estrenaron 138 películas argentinas en el 2010, una cifra alta si se tiene en cuenta que 215 fueron las películas estrenadas del resto del mundo. Entonces ¿Por qué el espectador local prefiere a las películas foráneas antes que a las locales? Hay quien dice que porque las películas argentinas son lentas, o aburridas. Pero ¿hay que creer que es un asunto de gusto?

Si se estudiara el mapa de la exhibición y distribución actuales se concluiría con que esto sucede, en parte, porque los complejos multipantallas exhiben, sobre todo, películas de sus propias compañías productoras. Es que la fuerte presencia de Hollywood a nivel mundial no está sostenida porque es, exceptuando India, el mayor productor de películas sino porque ha montado un sistema de distribución y exhibición global. Paradójicamente, los que saben, sostienen que es complicado estrenar una película extranjera en Estados Unidos. El crítico de cine Jonathan Rosenbaum afirma en su libro "Las Guerras del Cine" que Hollywood y los medios de comunicación limitan lo que un norteamericano puede ver.

Corea del Sur es uno de los pocos países, sino el único, donde los films nacionales suelen ser más taquilleros que los de Hollywood, pero también es cierto que los primeros, por su estética, se asemejan a los últimos. En un reciente artículo de la revista Korean Cinema Today se celebra, justamente que la tecnología de las películas coreanas está "al nivel" de las películas de Hollywood.

Aún así, la Argentina va encontrando resortes para saltar la presencia apabullante - Harry Potter, las reliquias de la muerte 2 "bajó" en su primera semana de exhibición en 304 salas-, de Hollywood. En este sentido, el Mercado de Películas que se viene desarrollando en el país a fin de año, en conjunto con el Festival de Cannes, es una buena alternativa para que las películas argentinas puedan darse a conocer y venderse en otros países. Los espacios INCAA también lo son. Y el hecho de que se supervise el cumplimiento de la cuota de pantalla, que exige a los complejos la permanencia de las películas nacionales más allá de los primeros 4 días después del estreno, aún cuando sea perfectible, es también una razón para creer que algunas cosas están cambiando. De hecho, en el puesto 14 de las películas más vistas en el año 2010 figura Carancho de Pablo Trapero.

Pero el Carancho, recordemos, fue distribuida por Buena Vista Internacional, una subsidiaria de Walt Dysney que tiene capitales argentinos a través de Patagonik Film Group, y por eso tuvo la posibilidad de estar en más salas. Las películas argentinas que necesitan más atención son aquellas que tienen producciones más pequeñas, y por tanto, menos copias para salir a competir. A Rodrigo Moreno (realizador de Un mundo misterioso, ganador de un importante premio en el Festival de Berlín en el 2006), le costó mucho poder estrenar su segunda película que había sido anunciada para junio de este año en una sola sala. Y el film tiene una impronta bien local.

Entonces ¿por qué solo algunas películas argentinas son atractivas para los espectadores locales? Quizás porque, dado el actual mapa de los medios de comunicación, están faltando espacios donde los llamados mediadores, los mismos que años atrás hicieron que generaciones enteras amen a Godard, Bergman o Fellini, puedan trasmitir su amor e interés por nuestra cinematografía, en toda su diversidad, y contagiarlo. Hay que buscar la manera para que todas las películas nacionales despierten mayor interés. El canal INCAA T:V es un gran paso. En el Marco de la Nueva Ley de Medios Audiovisuales acciones así seguramente se multiplicarán.

sábado, 20 de agosto de 2011

Raúl Ruiz (1941- 2011)

En el 2008 pude ver La Maleta (1963) de Raúl Ruiz. Lo recuerdo porque este cortometraje (uno de los primeros del cineasta) fue encontrado ese mismo año en la Cinemateca de la Universidad de Chile con la misteriosa y premonitoria etiqueta de "película francesa". Es sabido: el cineasta emigró de Chile en el año 1973 por la Dictadura de Pinochet y adoptó la nacionalidad francesa. Aunque Ruiz nunca dejó de viajar y de filmar en distintos lugares del mundo tal como lo atestiguan varios de sus trabajos. La Maleta anticipa muchos de los tópicos que con el tiempo serán propios de su filmografía: el surrealismo como una manera de entender la realidad, y la no linealidad para contar una historia.

Luis Alarcón, actor, productor y amigo de Ruiz, (ver entradas de Marzo) me comentó que, a la manera de divertimento, ellos solían juntarse en un extraño grupo que, de alguna manera, lideraban (La Cofradía de los Caballeros Antiguos) para asociar temas libremente. Ayer los diarios de Chile, y el propio Presidente de la República, Sebastián Piñera, se lamentaban por el fallecimiento del cineasta, pero Ruiz fue, por muchos años, un desconocido en su propia tierra, un secreto bien guardado entre los conocedores y, sin ninguna duda, un cineasta ineludible para cinéfilos de todo el mundo.

En la Argentina, conocí parte de la obra de Ruiz en la materia Cine Latinoamericano de la Universidad de Buenos Aires. Tres Tristes Tigres, del ’68, figuraba dentro de la filmografía obligatoria y como una muestra del Nuevo Cine Latinoamericano. Sin embargo la estética de la película poco tiene que ver con la que después va a definir a ese movimiento. Sí comparte el hecho de que se filmó con plata conseguida por el mismo Ruiz, y bajo las mismas condiciones de producción que la mayoría de las películas realizadas entonces: con cámaras prestadas y material virgen encontrado un poco por aquí, otro poco por allá.

El realismo socialista (1973), La colonia penal (1970) – un delirio orwelliano donde unos presos comandados por un loco hablan un idioma inventado- y Nadie Dijo Nada de 1971 son otros ejemplos del período. En conjunto todas muestran que para Ruiz el cine político no era una mezcla entre el documento y la ficción donde el mensaje debía quedar "claro". Es que las películas de Ruiz, quizás por sus orígenes chilotes (su padre era oriundo de la Isla de Chiloé) nunca fueron "claras".

En el libro Poética del Cine, el mismo Ruiz – quien en una conferencia dictada en el Festival de Cine de Buenos Aires en el año 2009 sostuvo que "el cine es uno de los inventos más importantes de la historia de la humanidad" – argumenta que para él el visionado de una película es equiparable al de una jornada paralela. Esta idea implica que mientras se proyecta la película, y en simultáneo a esa proyección, el espectador monta en su imaginación su propio film. Así la película no tiene por qué indicar a quién seguir, o qué mirar: una idea bien contemporánea y contraria a los postulados del cine clásico.

En Buenos Aires, a través de retrospectivas y por el interés de los propios cinéfilos (algunos relacionan la obra de Ruiz con la del escritor Jorge Luis Borges), la obra de este chileno no ha pasado desapercibida. De todas maneras, la partida física del cineasta que, a decir de sus allegados, peleaba contra una enfermedad hace un tiempo, seguramente se transforme en una excusa para seguir redescubriendo y disfrutando de su extensa obra. De la filmografía de un chileno que nunca se acostumbró a que lo llamen Raoul  -él insistía en ser Raúl - quien desde ayer emprendió otro viaje.

viernes, 12 de agosto de 2011

Larry Crowne, estreno comercial




Richard Maltby define al cine de Hollywood contemporáneo como post-. clásico porque para él las películas que, en general, se producen allí hoy se caracterizan por contar historias simples (en el sentido de que no se presentan distintos conflictos sino uno bien potente), los héroes lo resuelven gracias a su fuerza y no su inteligencia y estos, además, ostentan un físico hiperbólico, con una musculatura muy desarrollada, no importa si es hombre y/o mujer. En películas así, también, abundan momentos de video- clip, de combinación de imágenes y sonidos que por el montaje utilizado remiten a ese género. Un ejemplo de este tipo de cine bien puede ser la próxima Misión Imposible.

Pero sabemos que siempre hay excepciones a la regla y Larry Crowne, dirigida y protagonizada por Tom Hanks, es casi punto por punto contraria a esa definición: Su protagonista Larry debe apelar a su inteligencia para salir de un conflicto, no es el único al que se enfrenta, su cuerpo no tiene una musculatura hiper desarrollada y, prácticamente, no hay escenas cliperas y, si las hay, no son montadas con la canción del momento. La historia sí, es "sencilla": a Larry, el empleado perfecto, lo despiden de su trabajo sin mediación alguna y no porque lo haga mal sino por una reestrucutración en la empresa.

Seguramente, la situación nos suena familiar a muchos. Si algo caracteriza a las empresas con políticas neoliberales es, justamente, el hecho de tratar a los empleados como números y no como humanos. Lo sorprendente, o no tanto (sabemos de la recesión que atraviesa el país del Norte) es que un tema así haya surgido en el seno de la industria del entretenimiento. Es verdad que hace unos años Las locuras de Dick and Jane ya abordó el tema, pero lo hizo desde un lugar paródico que remitia por momentos a las "aventuras" de Bonnie and Clyde. Aquí, por el contrario, veremos el día a día de Larry sin cinismo alguno.

Es cierto que, por momentos, pareciera que Larry puede solucionar su conflicto porque antes estuvo en la marina - a la que, aún cuando le haya impedido estudiar una carrera, igual agradece: bueno no todo en la película iba a ser distinto-, pero no es menos cierto que hay mucha digndad en la manera en la cual Larry resuelve sus conflictos. Conflictos que, por otro lado, no se van solucionar del todo. Y Larry. a diferencia de los héroes hiperbólicos, no logra salir del mal momento solo: lo ayudan, lo enriquecen, un grupo de jóvenes y una mujer que conoce en la Universidad. Una institución donde, significativamente, el titular de la cátedra de Economía es... asiático!

Estas y otras cuestiones son las que hacen de Larry Crowne una película un poco a contramano de lo que estamos acostumbrados a ver de Hollywood: Larry empieza viviendo en una amplia casa y termina alquilando un pequeño monoambiente, no va a conseguir un trabajo mejor, ni va a ganar millones, pero va a recuperar la confianza en sí mismo. Tom Hanks logra con esta película abordar un tema complejo pero lo trata de forma simpática, fresca. En una semana donde los medios hegemónicos repitieron hasta el infinito la imagen de unos jóvenes que en un contexto de crisis le robaban a otro mientras, según ellos, lo socorrían, películas como éstas nos recuerdan que no siempre, a pesar de lo que los medios hegemónicos nos quieren hacer creer, es la guerra de "los pobres contra los pobres".

jueves, 4 de agosto de 2011

Un mundo misterioso, estreno comercial

A partir de mañana se podrá ver en las salas Cosmos (U.B.A) y el Malba, en distintos horarios, Un Mundo Misterioso de Rodrigo Moreno, realizador de El Custodio.


La crítica, los periodistas, no han recibido en su presentación en Berlín, o Buenos Aires, a la segunda película de Rodrigo Moreno con mucho entusiasmo. Quizás porque esperaban otro Custodio, o algo parecido. Pero en la creación personal no hay mayor desafío que no repetirse a sí mismo y si algo no se le puede adjudicar a Moreno es que en Un mundo misterioso se haya repetido.

A diferencia de El Custodio, Boris es torpe, un tanto inútil y "su actividad" (no sabremos exactamente a qué se dedica) consiste en deambular con su auto desvencijado, o a pie cuando llegue el momento, por distintos lugares de una Buenos Aires reconocible y al mismo tiempo extraña: Es que Boris, cual un personaje de Woody Allen e incluso de Polansky, encuentra en lo cotidiano cierta extrañeza. Así, si el mundo de el Custodio se podía controlar (gracias a una mente métodica y obsesiva) el mundo de Boris, y las personas que lo habitan, no pueden controlarse para nada.

Un mundo misterioso no cuenta ni más, ni menos, que lo que cuenta: el quiebre de un hombre que ha pasado los 30 desde un punto de vista masculino. No hace falta decir "estoy quebrado" para estarlo, y el "no pasa nada" (excelentemente musicalizado) del que muchos se quejaron es, a mi criterio, la mayor virtud de la película: la de describir a su manera lo que significa transitar un vacío existencial.

-  Rodrigo Moreno ¿qué es ser independiente para vos?
Ser independiente tiene que ver con el vínculo que vos establecés con la película, no tiene que ver con los medios con los que contás para hacerla. Nosotros dependemos del INCAA para filmar en 35 mm porque eso implica contratar gente, pagar. Si yo quiero filmar en video puedo decir que el Instituto no sirve, pero si quiero filmar en 35 mm es otra cosa. Aunque eso no implica que no pueda cuestionar al Instituto.

Yo no hago una película pensando que voy a ganar guita, no pienso jamás en eso. Cuando escribo pienso en qué me interesa, no en qué le interesa al público, no hago ninguna concesión. No manipular, no conceder, eso es ser muy honesto. Yo quiero contar esto y lo quiero contar así. No como los demás quieren que sea contado. Y eso es el cine de autor para mí.

(publicada originariamente en el número de mayo del 2006 de la revista Caras y Caretas)