sábado, 20 de agosto de 2011

Raúl Ruiz (1941- 2011)

En el 2008 pude ver La Maleta (1963) de Raúl Ruiz. Lo recuerdo porque este cortometraje (uno de los primeros del cineasta) fue encontrado ese mismo año en la Cinemateca de la Universidad de Chile con la misteriosa y premonitoria etiqueta de "película francesa". Es sabido: el cineasta emigró de Chile en el año 1973 por la Dictadura de Pinochet y adoptó la nacionalidad francesa. Aunque Ruiz nunca dejó de viajar y de filmar en distintos lugares del mundo tal como lo atestiguan varios de sus trabajos. La Maleta anticipa muchos de los tópicos que con el tiempo serán propios de su filmografía: el surrealismo como una manera de entender la realidad, y la no linealidad para contar una historia.

Luis Alarcón, actor, productor y amigo de Ruiz, (ver entradas de Marzo) me comentó que, a la manera de divertimento, ellos solían juntarse en un extraño grupo que, de alguna manera, lideraban (La Cofradía de los Caballeros Antiguos) para asociar temas libremente. Ayer los diarios de Chile, y el propio Presidente de la República, Sebastián Piñera, se lamentaban por el fallecimiento del cineasta, pero Ruiz fue, por muchos años, un desconocido en su propia tierra, un secreto bien guardado entre los conocedores y, sin ninguna duda, un cineasta ineludible para cinéfilos de todo el mundo.

En la Argentina, conocí parte de la obra de Ruiz en la materia Cine Latinoamericano de la Universidad de Buenos Aires. Tres Tristes Tigres, del ’68, figuraba dentro de la filmografía obligatoria y como una muestra del Nuevo Cine Latinoamericano. Sin embargo la estética de la película poco tiene que ver con la que después va a definir a ese movimiento. Sí comparte el hecho de que se filmó con plata conseguida por el mismo Ruiz, y bajo las mismas condiciones de producción que la mayoría de las películas realizadas entonces: con cámaras prestadas y material virgen encontrado un poco por aquí, otro poco por allá.

El realismo socialista (1973), La colonia penal (1970) – un delirio orwelliano donde unos presos comandados por un loco hablan un idioma inventado- y Nadie Dijo Nada de 1971 son otros ejemplos del período. En conjunto todas muestran que para Ruiz el cine político no era una mezcla entre el documento y la ficción donde el mensaje debía quedar "claro". Es que las películas de Ruiz, quizás por sus orígenes chilotes (su padre era oriundo de la Isla de Chiloé) nunca fueron "claras".

En el libro Poética del Cine, el mismo Ruiz – quien en una conferencia dictada en el Festival de Cine de Buenos Aires en el año 2009 sostuvo que "el cine es uno de los inventos más importantes de la historia de la humanidad" – argumenta que para él el visionado de una película es equiparable al de una jornada paralela. Esta idea implica que mientras se proyecta la película, y en simultáneo a esa proyección, el espectador monta en su imaginación su propio film. Así la película no tiene por qué indicar a quién seguir, o qué mirar: una idea bien contemporánea y contraria a los postulados del cine clásico.

En Buenos Aires, a través de retrospectivas y por el interés de los propios cinéfilos (algunos relacionan la obra de Ruiz con la del escritor Jorge Luis Borges), la obra de este chileno no ha pasado desapercibida. De todas maneras, la partida física del cineasta que, a decir de sus allegados, peleaba contra una enfermedad hace un tiempo, seguramente se transforme en una excusa para seguir redescubriendo y disfrutando de su extensa obra. De la filmografía de un chileno que nunca se acostumbró a que lo llamen Raoul  -él insistía en ser Raúl - quien desde ayer emprendió otro viaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario