jueves, 25 de febrero de 2016

OSCAR 2016



Este año me cuesta hacer algún tipo de especulación a propósito de qué película  podría ganar el Oscar a la Mejor Película de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. El año pasado, cuando todo el mundo decía que El Gran  Hotel Budapest era una gran película (opinión con la que acordaba plenamente) e iba a  ganar el Oscar (algunos críticos miden todo bajo su propio gusto) insistía con que eso era poco probable: más allá de los méritos de la película y de que me había atrapado en su mundo lúdico y poético, no creía que Wes Anderson en ese momento obtuviera su reconocimiento porque tenía en frente a Linklater.
Pero este año no tengo las cosas tan claras. La película protagonizada por Leo Di Caprio (por la que seguramente se lleve el Oscar aunque lo sigo prefiriendo en El Lobo de Wall Street.) es exuberante y su performance está a la altura. Por momentos Leo parece un naufrago en la nieve, está física y psicológicamente perdido. Iñarritu elige contar esto con un sesgo espectacular: Di Caprio sobrevive a situaciones que ni el mismo Tom Hanks hubiera podido sortear en su composición hiperbólica de un hombre que sale vivo de un accidente de avión y cae al bravo mar. Esa característica (estar dentro del cine de arte y al mismo tiempo dentro del cine más ligado al entretenimiento) es lo que quizás defina al cine de Iñarritu y de alguna manera se condice con la esencia de su personaje protagonista: un hombre que está entre dos culturas.
El Renacido es un rodeo por paisajes y climas extremos donde casi una hora no hay palabras y solo el deambular del personaje por el territorio. La verdad, esto no es original, se podrían escribir varios libros de películas que siguen a sus personajes en un paisaje inhóspito mientras estos experimentan algún tipo de trance o situación personal crítica. Ahora recuerdo Lejano (2002) de Nuri Bilge Ceylan o Japón (2002) de Carlos Reygadas (un compatriota de Iñarritu) pero la lista podría engrosarse. De todas maneras, eso no le quita mérito a la película, ni a su director que si se lleva nuevamente el Oscar marcaría un hito por ser el único latino que se lleva dos años consecutivos la estatuilla.
No hay que dejar de decir que en su afán de experimentar y usar luz natural en distintos pasajes González Iñarritu tuvo al lado a uno de los mejores directores de fotografía contemporáneos: Emmanuel Lubezki. El renacido, por momentos un western blanco, es claro en su posición de que el salvajismo y la crueldad estaban de los dos lados, que los blancos no hacían las cosas en pos de la civilización y que ellos mismos eran bárbaros. Del otro lado, lógicamente, no se quedaban atrás aunque tenían un respeto y un concepto de la naturaleza distinto al de explotación.
 La película que le hace fuerte competencia a El Renacido es Mad Max Fury Road de George Miller. Recuerdo que corría el año 2003 y me encontraba en el Festival de Cine de Brisbane, en Australia, cuando conocí a un chico que  estaba trabajando  bajo estricta confidencialidad en el film. Con esto quiero decir que hace más de una década que Miller tiene el proyecto entre manos. Con el paso del tiempo trascendió que Mel Gibson no participaría (el mismo Miller sostuvo que por sus temas personales) y que la película  mudaría la locación de Australia al desierto de Namibia. Acá también el director de fotografía, John Seale, juega un rol central en el film al fotografiar el color anaranjado de este desierto en una película que, contemporaneidad mediante, dejó algo del localismo que la caracterizó en sus entregas anteriores (la presencia del desierto australiano  y su sentido en la conformación simbólica del país) para transformarse en una metáfora sobre la explotación de los unos contra los otros.
Tom Hardy es actor secundario de ambas películas aunque está nominado por El Renacido. Pero mientras que en esta última está gobernado por la codicia y el odio en Mad Max hace un camino desde el exterior hacia el interior de sí mismo, aspecto que es visible, y comparable, en los cambios de su mirada cuando comienza y termina el film. Tiene en frente un gran competidos: Christian Bale de La Gran Apuesta y si se tiene en cuenta a Los Globo de Oro también a Stallone en Creed. Si este último se lleva un Oscar sería toda una sorpresa.
La película de Spielberg Puente de espías es el ejemplo perfecto del cine sujeto a normas, de poco riesgo estético. Esto ¿la hace una mala película? No. Puente de Espías es una clase magistral de montaje clásico (el uso del plano- contra plano es para verla varias veces) de como iluminar interiores realistas y la prueba de que el actor es un engranaje más dentro de esa maquinaria. Pareciera que Spielberg, a diferencia de Scorsese o Iñarritu, no se apoya del todo en el actor, se apoya en todos los otros aspectos que hacen a la película.
La Gran Apuesta (Adam McKay)  y Spotlight (acá En Primera Plana de Thomas McCarthy) tienen algo común: ambas se basan en hechos traumáticos de la realidad, ambas  tienen composiciones corales (es decir hay distintos personajes y todos tienen más o menos un protagonismo semejante) y ambas son de denuncia. La primera, describe la estafa del mercado inmobiliario en pleno Siglo XXI en Estados Unidos, la segunda da cuenta de distintos casos de curas abusadores. Ambas tienen un aire a película de estudio de internet (en un buen sentido) y se destacan más por la forma en la cual vas desplegando la información que por sus cualidades cinematográficas.
Brooklyn (dirigida por John Crowley) y Room (dirigida por Lenny Abrahamson) son dos buenas películas aunque su estética por momentos es más parecida a una propuesta para la televisión que para la pantalla grande. Eso no las hace malas películas. de hecho, Brooklyn es una película muy cuidada, con buenas actuaciones (Saorsi Ronan que está nominada brilla) y respetuosa del melodrama. Su entrada para competir como Mejor Película es extraña si tenemos en cuenta que Carol (dirigida por Todd Haynes por lejos una película bien cinematográfica) quedó afuera. Pero bueno, son esas “rarezas” comunes en los Oscar, recordemos que Hitchcock no ganó ninguno.
Por último, The Martian (acá Misión Rescate dirigida por Ridley Scott) una película atrapante que fusiona géneros como el de ciencia ficción y el musical y no lo hace de manera disonante. Podríamos decir que Misión Rescate está más a la par de Gravedad que de El Renacido o Mad Max. Es que las primeras son películas donde la post- producción (el diálogo entre el rodaje la trama y la edición) juega un papel clave. Por otro lado, las dos son películas de un solo actor/actriz y se desarrollan en ese mundo exterior que los humanos aún no hemos conquistado. En términos políticos Misión Rescate es una utopía medio naif, por el contrario El Renacido y Mad Max tienen connotaciones más cerca del aquí y ahora.
El Oscar como Mejor Película estaría entre Misión Rescate, Mad Max Fury Road y El Renacido. La película que gane no solo expresaré el juicio de los Miembros de la Academia sino una forma de hacer y entender al cine en el Siglo XXI dentro de la mayor industria: por un lado la jerarquización del estudio, de la post- producción y la computarización, por el otro el volver al ruedo, a la locación natural...pero a diferencia de lo que pasó con el neorrealismo: con mucho dinero. @LorenaCancelaAr