Este año me cuesta hacer algún
tipo de especulación a propósito de qué película podría ganar el Oscar a la Mejor Película de
la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. El año pasado,
cuando todo el mundo decía que El
Gran Hotel Budapest era una gran
película (opinión con la que acordaba plenamente) e iba a ganar el Oscar (algunos críticos miden todo
bajo su propio gusto) insistía con que eso era poco probable: más allá de los
méritos de la película y de que me había atrapado en su mundo lúdico y poético,
no creía que Wes Anderson en ese momento obtuviera su reconocimiento porque tenía en
frente a Linklater.
Pero este año no tengo las cosas
tan claras. La película protagonizada por Leo Di Caprio (por la que seguramente
se lleve el Oscar aunque lo sigo prefiriendo en El Lobo de Wall Street.) es exuberante y su performance está a la
altura. Por momentos Leo parece un naufrago en la nieve, está física y
psicológicamente perdido. Iñarritu elige contar esto con un sesgo espectacular:
Di Caprio sobrevive a situaciones que ni el mismo Tom Hanks hubiera podido
sortear en su composición hiperbólica de un hombre que sale vivo de un
accidente de avión y cae al bravo mar. Esa característica (estar dentro del
cine de arte y al mismo tiempo dentro del cine más ligado al entretenimiento)
es lo que quizás defina al cine de Iñarritu y de alguna manera se condice con
la esencia de su personaje protagonista: un hombre que está entre dos culturas.
El Renacido es un rodeo por paisajes y climas extremos donde casi
una hora no hay palabras y solo el deambular del personaje por el territorio.
La verdad, esto no es original, se podrían escribir varios libros de películas que
siguen a sus personajes en un paisaje inhóspito mientras estos experimentan
algún tipo de trance o situación personal crítica. Ahora recuerdo Lejano (2002) de Nuri Bilge Ceylan o Japón (2002) de Carlos Reygadas (un
compatriota de Iñarritu) pero la lista podría engrosarse. De todas maneras, eso
no le quita mérito a la película, ni a su director que si se lleva nuevamente
el Oscar marcaría un hito por ser el único latino que se lleva dos años
consecutivos la estatuilla.
No hay que dejar de decir que en
su afán de experimentar y usar luz natural en distintos pasajes González
Iñarritu tuvo al lado a uno de los mejores directores de fotografía
contemporáneos: Emmanuel Lubezki. El
renacido, por momentos un western
blanco, es claro en su posición de que el salvajismo y la crueldad estaban de
los dos lados, que los blancos no hacían las cosas en pos de la civilización y
que ellos mismos eran bárbaros. Del otro lado, lógicamente, no se quedaban
atrás aunque tenían un respeto y un concepto de la naturaleza distinto al de
explotación.
La película que le hace fuerte
competencia a El Renacido es Mad Max Fury Road de George Miller. Recuerdo
que corría el año 2003 y me encontraba en el Festival de Cine de Brisbane, en
Australia, cuando conocí a un chico que estaba trabajando bajo estricta confidencialidad en el film. Con
esto quiero decir que hace más de una década que Miller tiene el proyecto entre
manos. Con el paso del tiempo trascendió que Mel Gibson no participaría
(el mismo Miller sostuvo que por sus temas personales) y que la película mudaría la locación de Australia al desierto
de Namibia. Acá también el director de fotografía, John Seale, juega un rol
central en el film al fotografiar el color anaranjado de este desierto en una
película que, contemporaneidad mediante, dejó algo del localismo que la
caracterizó en sus entregas anteriores (la presencia del desierto
australiano y su sentido en la
conformación simbólica del país) para transformarse en una metáfora sobre la
explotación de los unos contra los otros.
Tom Hardy es actor secundario de
ambas películas aunque está nominado por El
Renacido. Pero mientras que en esta última está gobernado por la codicia y
el odio en Mad Max hace un camino
desde el exterior hacia el interior de sí mismo, aspecto que es visible, y
comparable, en los cambios de su mirada cuando comienza y termina el film.
Tiene en frente un gran competidos: Christian Bale de La Gran Apuesta y si se tiene en cuenta a Los Globo de Oro también
a Stallone en Creed. Si este último
se lleva un Oscar sería toda una sorpresa.
La película de Spielberg Puente de espías es el ejemplo perfecto
del cine sujeto a normas, de poco riesgo estético. Esto ¿la hace una mala
película? No. Puente de Espías es una
clase magistral de montaje clásico (el uso del plano- contra plano es para
verla varias veces) de como iluminar interiores realistas y la prueba de que el
actor es un engranaje más dentro de esa maquinaria. Pareciera que Spielberg, a
diferencia de Scorsese o Iñarritu, no se apoya del todo en el actor, se apoya
en todos los otros aspectos que hacen a la película.
La Gran Apuesta (Adam McKay) y Spotlight
(acá En Primera Plana de Thomas McCarthy) tienen algo
común: ambas se basan en hechos traumáticos de la realidad, ambas tienen composiciones corales (es decir hay
distintos personajes y todos tienen más o menos un protagonismo semejante) y
ambas son de denuncia. La primera, describe la estafa del mercado inmobiliario
en pleno Siglo XXI en Estados Unidos, la segunda da cuenta de distintos casos
de curas abusadores. Ambas tienen un aire a película de estudio de internet (en
un buen sentido) y se destacan más por la forma en la cual vas desplegando la
información que por sus cualidades cinematográficas.
Brooklyn (dirigida por John Crowley) y Room (dirigida por Lenny Abrahamson) son dos
buenas películas aunque su estética por momentos es más parecida a una
propuesta para la televisión que para la pantalla grande. Eso no las hace malas películas. de hecho, Brooklyn es una película muy cuidada, con buenas actuaciones (Saorsi Ronan que está nominada brilla) y respetuosa del melodrama. Su entrada para
competir como Mejor Película es extraña si tenemos en cuenta que Carol (dirigida por Todd Haynes por lejos una película bien cinematográfica)
quedó afuera. Pero bueno, son esas “rarezas” comunes en los Oscar, recordemos
que Hitchcock no ganó ninguno.
Por último, The Martian (acá Misión
Rescate dirigida por Ridley Scott) una película atrapante que fusiona géneros como el de ciencia
ficción y el musical y no lo hace de manera disonante. Podríamos decir que Misión Rescate está más a la par de Gravedad que de El Renacido o Mad Max. Es que las primeras son
películas donde la post- producción (el diálogo entre el rodaje la trama y la
edición) juega un papel clave. Por otro lado, las dos son películas de un solo
actor/actriz y se desarrollan en ese mundo exterior que los humanos aún no
hemos conquistado. En términos políticos Misión
Rescate es una utopía medio naif, por el contrario El Renacido y Mad Max
tienen connotaciones más cerca del aquí y ahora.
El Oscar como Mejor Película
estaría entre Misión Rescate, Mad Max Fury Road y El Renacido. La película que gane no solo expresaré el juicio de
los Miembros de la Academia sino una forma de hacer y entender al cine en el
Siglo XXI dentro de la mayor industria: por un lado la jerarquización del
estudio, de la post- producción y la computarización, por el otro el volver al
ruedo, a la locación natural...pero a diferencia de lo que pasó con el neorrealismo: con mucho dinero. @LorenaCancelaAr