La 15 edición del Festival de
Cine Alemán que se desarrolla en Buenos Aires hasta el miércoles 16 de septiembre en los Villages Recoleta y Caballito, muestra una variada e interesante selección de títulos recientes (la mayoría de
2014) que confirman que la alemana es una cinematografía pujante y no solo
sostenida por incuestionables referencias como Christian Petzold o Doris Dörrie.
Para empezar, la película de
Apertura del festival Laberinto de
Mentiras de Giulio Ricciarelli es un retrato contundente sobre el inicio
del juicio a los criminales de Auswichtz mentado por el fiscal Bauer. Lineal,
clásica en su estructura de película de investigación (con referencias a las
películas de juicios) la ópera prima de Ricciarelli (otrora actor) atrapa en su
seguimiento a un joven fiscal que va descubriendo que a su alrededor no solo no
quieren ver qué hicieron los nazis sino que además fueron muchos, de alguna
manera, cómplices.
(Laberinto de Mentiras)
Sin embargo, lejos de otros films
que abordaron el Holocausto con un sesgo amarillista o espectacular (apelando
por ejemplo a la identificación emotiva y por tanto catártica del espectador)
el film de Ricciarelli da cuenta de los procesos subterráneos, los cimientos
del nazismo y también de la resistencia para que lo ocurrido se conozca. En ese
punto, a pesar de su descripto clasicismo, la película se vuelve brechtiana. De
hecho, ninguno de los personajes es mostrado como héroe, aún cuando hay motivos
más que suficientes para que los veamos así.
Siguiendo con esta línea,
Auswichtz como espacio físico, solo aparece como una referencia simbólica, en
ningún momento los personajes lo transitan, o caminan. En Buenos Aires
Ricciarelli expresó que esta elección fue deliberada y pensada, como también lo
fue el hecho de que no aparezcan imágenes del horror. Por supuesto, esto no alivia pero sí permite
un acercamiento más profundo al tema.
(Giulio Ricciarelli en Buenos Aires)
Otro film para destacar es Las Mentiras de los Vencedores de
Christoph Hochhäusler. Aquí un joven periodista de una revista de denuncias
políticas y corrupción se interesa en el caso de un hombre que se quita la vida
arrojándose a la jaula de un león en un Zoo. A partir de allí se entrecruzarán
la guerra en Afganistán (habría que dejar de decir la guerra de porque los
pobres afganos tienen poco que ver con eso) con una corporación que en
principio recicla elementos tóxicos.
A Soderbergh quizás se le hubiera
complicado hacer coincidir narrativamente las piezas de este rompecabezas pero
Hockhäusler sale airoso y atrapa con una propuesta con referencias a los films noir, por la presencia de la femme fatale y la cita a Bogarth, que
recuerdo al mejor Abel Ferrara. El director es también fundador de la revista
Revólver.
Otra película fascinante es Remake, remis, rip-off de Cem Kaya, un
documental que haciendo honor a su título se sostiene prácticamente por el
trabajo de montaje y compaginación de entrevistas a los hacedores de películas
realizadas en los años setenta en Turquía que eran, a su vez, versiones de
películas norteamericanas de la época como El
exorcista, La Guerra de las Galaxias,
Rambo, etc. Mucho antes del lema de
la piratería como forma de arte, propio del Siglo XXI, los turcos se las
ingeniaron para hacer miles de películas.
(Rambos)
Pero lo que comienza en tono casi
jocoso (mostrando el vómito de pasta que parece dentífrico de la doble de Linda
Blair, la cantidad de canciones que sacadas de contexto funcionaban en otras
escenas, el travelling sobre jabones
de lavar la ropa) se termina transformando en una reflexión sobre el ímpetu por
hacer películas a toda costa para satisfacer la demanda, salteando leyes de
todo tipo: sindicales e incluso de seguridad e higiene.
Sorprende que el país del
laureado Nuri Bilge Ceylán (director de Cuento
de Invierno entre otros títulos de cine arte) tenga una tradición tan
fuerte en películas pop pero eso de alguna manera quizás explique los productos
actuales como la aquí popular telenovela Las mil y una noches.