Mala, mala, mala… eras
La última película de Disney
construye una Maléfica, la bruja de la Bella Durmiente del cuento de los
hermanos Grimm, distinta a la conocida incluso en otras versiones de la misma
compañía. En primer lugar, porque toda la historia la vemos desde el punto de
vista de Maléfica, un hada de origen
benévolo que muta en un ser oscuro porque un hombre, Stefan, la conquista,
enamora y le ofrece un amor interesado. En segundo lugar, porque esta Maléfica
no es tan terrorífica como sí lo es la de las versiones anteriores. Y no son
solo estos los contenidos divergentes de una producción que, por otro lado,
cumple con su cometido de contar una historia para niños y hacerlo con destreza
y pulso narrativo.
Como en otras películas de Disney
en Maléfica el mundo es dual: en este caso, por un lado se encuentra el reino
de los humanos y por el otro el reino de la naturaleza donde el Hada – Angelina
Jolie, verosímil en su papel- gobierna con mucha bondad, alegría y simpatía
hasta que los hombres codiciosos lo quieren invadir. Ella no tiene claro si
Stefan está a favor de esta invasión y sucumbe frente a su seducción
manipuladora. A partir de allí se desencadena una guerra donde cada una de las
partes luchará hasta el final y realizará los gestos más aberrantes: la
mutilación de una hermosa hada, por un lado y su respuesta: el hechizo a una
beba hermosa por el otro.
La crueldad en las películas de
Disney no es una novedad como tampoco lo son los niños huérfanos: la comunión
que tiene la niña Maléfica con el niño Stefan que la viene a cortejar se da,
entre otras cosas, porque ambos no tienen padres. En este caso, no se nos
muestra “la muerte” de los progenitores pero desde el comienzo se evidencia la
condición de orfandad. De todas maneras, esta tiene una característica que hace
de Maléfica, desde el comienzo, algo diferente: los niños son huérfanos de
padre y madre y generalmente la que fallece es la madre. Recordemos sino la
reciente Nemo, o más atrás en el tiempo, Bambi.
Una explicación de por qué no
vemos la muerte de la madre – ni siquiera de la madre de Aurora con la que esta
no tiene relación- podría ser que Maléfica
es una película esencialmente de mujeres, donde estas tienen el control de la
acción y son las auténticas protagonistas. Y en parte lo es: después de los
éxitos de Frozen y Valiente, donde lo femenino también
tenía su lugar, parece ser que Disney – una factoría que ha moldeado un
imaginario no exento de valores, jerarquías, patrones de conducta e iconografía
donde la mujer es muchas veces vista como un adorno o un acompañamiento – está
reviendo su mirada hacia la mujer o, si uno se pusiera pesimista, está
aceptando que las mujeres son grandes consumidoras de películas que
protagonizan otras mujeres.
El “clásico” Disney, entonces, no
hay que buscarlo en la trama principal sino en el lugar, y la casi nula
presencia de la mamá biológica de Aurora que responde a los patrones tradicionales
de la factoría: primero es entregada por el Rey a Stefan como si fuera un
trofeo, luego es vista solo como una incubadora y por último, en la casi única
escena que aparece (cuando Maléfica irrumpe en el castillo) acata lo que dice
su marido.
Hay en Maléfica, también, una marcada autoconciencia que se explícita – fiel al estilo de la alta comunicabilidad en
las películas de Hollywood- en el final cuando una voz off dice algo así como “quizás te contaron otra historia”. ¿A
quiénes les contaron otra historia? A las mamás (o los papás) que llevan a ver
Maléfica a sus hijos. Es decir, Disney toma conciencia de sí mismo y toma nota de
que sus figuras y sus contenidos, por ende, están cambiando. Y esto no se lo
explica a los niños que por primera vez se están enfrentando a esta historia
sino a los adultos que los acompañan.
El viraje se aplica sobre el
género y también sobre la figura héroe- villano porque en el citado desenlace además se hace mención a que en esta historia el héroe no era tan héroe y el
villano no lo era tanto, una cosmovisión contemporánea que en algún sentido
justifica las acciones violentas y aberrantes que se cometen del lado del Hada,
y del lado del Rey Stefan, el papá de Aurora, la Bella Durmiente por unas horas.
Sin embargo, Disney sigue
trabajando con ese sustrato de lo connotado, de la imagen dentro de la película
asociada a su logo – que la ha utilizado desde Fantasía en adelante- y aquí es fácilmente rastreable en el
castillo lejano - la auto cita al Parque
de diversiones- donde habita el Rey. Eso no es lo único que se mantiene, lo
principesco es también un ingrediente común: Aurora no deja nunca de ser una
princesa y Maléfica tampoco y ambas son poseedoras de una belleza especial.
En los últimos años Disney ha
sido más permeable a dejarse influenciar por contenidos que no eran comunes a
su universo, y también por otras películas en 3 D o adaptaciones de cuentos que
han sido exitosas en la taquilla - como El
Señor de los Anillos- y Maléfica no es la excepción. Como en la primera
aquí también hay árboles devenidos en seres poderosos o monstruos que parecen
orcos.
Con todo, a nivel estético Maléfica es una película que cumple bien
su cometido de película de fantasía de alto presupuesto y utiliza la artillería
visual que dispone el mercado para crear un producto que capta la atención y
contiene interesantes escenas entre las tres hadas benévolas, las cuidadoras-
una suerte de Tres chifladas en 3 D- y
Aurora (la actriz Elle Fanning elegida por Sofía Coppola para Somewhere), y también entre esta y
Maléfica.
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